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Regreso al futuro
Back to the Future
     
    Director (es) : Robert Zemeckis
    Año : 1985
    País (es) : USA
    Género : Fantástica
    Compañía productora : Universal
    Productor (es) : Bob Gale, Neil Canton
    Productor (es) ejecutivo (s) : Steven Spielberg, Frank Marshall, Kathleen Kennedy
    Compañía distribuidora : UIP
    Guionista (s) : Robert Zemeckis, Bob Gale
    Fotografía : Dean Cunde en Panavision y Technicolor
    Diseño de producción : Lawrence G. Paull
    Coreografía : Brad Jeffries
    Vestuario : Deborah L. Scott
    Maquillaje : Ken Chase
    Música : Alan Silvestri
    Montaje : Arthur Schmidt, Harry Keramidas
    Efectos especiales : Kevin Pike
    Ayudante (s) de dirección : David McGiffert, Pamela Eilerson
    Duración : 116 mn
   
     
    Michael J. Fox
Christopher Lloyd
Crispin Glover
Thomas F. Wilson
Lea Thompson
Marc McClure
George DiCenzo
Frances Lee McCain
Claudia Wells
Wendie Jo Sperber
Billy Zane
   
   
    Marty McFly, un estresado estudiante, deja un mundo lleno de problemas para embarcarse involuntariamente en un viaje temporal a bordo del coche Delorean creado por un científico amigo suyo. Las coincidencias le llevarán a un pasado cercano donde quedarán atrapados transitoriamente y deberán enamorar nuevamente a sus propios padres, ahora adolescentes, si lo que quieren es seguir existiendo en el futuro.
   
   
   
 
LA CONSAGRACIÓN DE ZEMECKIS
 
Por Joaquín Vallet Rodrigo 
No sería una exageración considerar Regreso al futuro como un pequeño clásico del cine juvenil contemporáneo. Realizado en la que, quizá sea, la década más ramplona del Séptimo Arte, su aparición va pareja a diversos aspectos coyunturales dignos de señalar. Primero, la vinculación del cine espectáculo estadounidense hacia el público adolescente, gracias sobre todo a la trilogía de Star Wars y a exitosas piezas marcadamente destinadas a éste tipo de espectadores como ET, Los Goonies o, incluso, las dos primeras partes de Indiana Jones. Segundo, la consagración de Steven Spielberg dentro de la industria y su tutela de la gran mayoría de proyectos destinados a los jóvenes, así como de la inclusión en las tareas de guión o dirección de un conjunto de cineastas (Chris Columbus, Robert Zemeckis) «apadrinados» por el llamado «Rey Midas» de Hollywood. Así, de la infantilización de las tendencias populares norteamericanas y de la inclusión de un gigante comercial en el panorama cinematográfico, nace Regreso al futuro, pieza paradigmática de una manera de concebir el espectáculo y, desde luego, una de las mejores películas del muy desigual Zemeckis.
     La película no deja de ser, en el fondo, una mirada nostálgica e irónica hacia los años cincuenta, remarcando el carácter de choque generacional desde una vertiente universalizada y muy cercana (a pesar de su superficialidad o, quizá, precisamente por ello) al espectador potencial. En ella se dan cita un buen número de elementos vinculados a la cultura popular de ambas décadas que tienen en la música (la marcada diferencia entre las tendencias comunes), el cine (el divertido chiste sobre Ronald Reagan como presidente) y la coincidencia en el interés sobre la ciencia-ficción (invasiones marcianas en los cincuenta, la potestad del universo de Lucas en los ochenta), sus más evidentes ejemplos. Zemeckis se dispone a mostrar ambos períodos desde una perspectiva que, en más de un momento, se encamina hacia la idealización, exhibiendo un ambiente mucho más cercano a un conjunto de recuerdos mutados por el trascurso del tiempo que a una base esencialmente real. Por consiguiente, Regreso al futuro más allá de su apariencia fantástica aparece como el reflejo más nítido del concepto que toda una generación mantiene de una década determinada. Algo, dicho sea de paso, que alcanzaría su mayor grado de expresión en la pretenciosa y desigual Forrest Gump.
     Amén de ello, la película aparece como uno de los pasatiempos más sobresalientes del cine contemporáneo. Sustentada, esencialmente, en un guión que hace del ingenio y el trucaje sus señas de identidad, Regreso al futuro se beneficia, asimismo, de un conjunto de factores que la convierten en una pieza más que sólida. La dirección de Zemeckis sabe aportar todo el ritmo necesario a las secuencias de acción y combinarlo con un sentido del humor verdaderamente ejemplar que sortea los tópicos con gran acierto y funciona perfectamente en sus elementos de disparidad, así como en la manera de tratarlos que no cae nunca en la vulgaridad ni en el chiste fácil. Los actores, por su parte, sortean las superficilidades de sus personajes con un distanciamiento de los mismos muy certero que ayuda a la confección de unos «tipos» caricaturescos pero eficaces. Si bien, de entre todos, sería de justicia destacar el excelente trabajo de Christopher Lloyd, no se queda atrás el resto del reparto encabezado por un espontáneo Michael J. Fox en lo que sería el principio de su encasillamiento.
     Regreso al futuro es, en definitiva, una película pletórica de frescura y aciertos, a la que apenas afecta el transcurso imparable de los años. No se puede decir lo mismo de sus dos secuelas.•
   
     
   
EL DESAFÍO (THE WALK)
COMENTARIO: Una de las mayores virtudes que puede alcanzar un film es el de ilustrar y entretener a la vez. Esta es la premisa principal de The Walk, la recreación de un sueño, el ‘americano’, en la mente de un joven autodidacta francés llamado Philippe Petit. La acción se remonta a los años setenta, década tocada por un halo de nostalgia en los últimos años, pues suyas son las recreaciones de varios títulos actuales tales como El puente de los espías o la no menos extraordinaria Dallas Buyer Club. En un alarde de complicidad con el público, Robert Zemeckis, director elegido para este desafío –apropiado título hispano- nos sumerge en la historia real del, a primera vista, insignificante Philippe Petit, ya desde las alturas, concretamente, desde la emblemática Estatua de la Libertad. He aquí un apunte curioso de la relevancia de esta presentación atípica pero justificada. El regalo que Gustave Eiffel hizo a los neoyorquinos fue precisamente este símbolo perpetuo desde los años veinte del siglo pasado.?
Desde el cielo de Nueva York hace Petit (inconmensurable David Gordon-Levitt) un repaso de su vida en forma de flash-back en tono melancólico a la vez que sincero. Una vida atrapada por una infancia no excesivamente feliz –la adusta educación paternal fue siempre un lastre para él-, cuya evasión principal lo llevaba hasta el funambulismo y el mundo del circo. De forma efímera conoció los pormenores entre bambalinas de los trucos y aprendizajes en un mundo que no le atraía en exceso, no así, su vinculación cuasi paterna con el profesor ::. (Ben Kingsley, todo un actor camaleónico), de quien tomó buena nota y enseñanzas que le ayudaron en un futuro de manera vital.
Sin embargo, la gran representación de The Walk se halla en los preparativos de un acontecimiento que eclipso a medio mundo el 6 de agosto de 1974. Tan solo aquellos que tengan una cierta edad puedan recordar esa noticia, hoy tristemente olvidada: el paso entre las incipientes Torres Gemelas de un hombre ‘armado’ con una cuerda tensionada y una barra que equilibrara sus pequeños pasos a lo largo de un alambre a vista de pájaro. Una noticia que saltó a los periódicos como una ofensa y una provocación para algunos, y un desafío a la gravedad y a la superación humana. Zemeckis ilustra esos días previos como si de la planificación de un atraco se tratara. La conexión francesa, mujer y fotógrafo, es la punta de lanza de un ‘golpe’ maestro. Todo está calculado al detalle y así lo expone Zemeckis con movimientos de cámara rápidos y a conciencia, con pausas que abren diálogos dubitativos sobre la acción a seguir. En este último punto, las dudas planean toda vez que el plan a seguir no es seguido por un par de incompetentes drogadictos voluntarios, a la postre desertores en toda regla.
Lo que caracteriza este atípico film de Zemeckis –no sigue ninguna de las líneas dramáticas, ni argumentales de ninguno de sus trabajos anteriores- es su implicación a la hora de desgranar todos los posibles problemas que puedan surgir en la consecución de la meta final. No hay cabos sueltos, incluso en un guión ajeno surgido del libro autobiográfico de Petit. En este sentido, observamos a Petit como un hombrecillo que no conoce la palabra miedo, aún confesando que tiene estados de locura que amagan su significado real.
El cómo surge la figura del Petit equilibrista de la nada y de su idea de paralizar el mundo en los rascacielos de Nueva York nos descubre ese París bohemio que viera Burton en su menospreciada Big Eyes (2013). La insensatez de un hombre dado a gestas solo al alcance de unos elegidos contrasta con la soledad que lo recorre. En este sentido, el clímax final es un alarde de combinación de fuerza mental y de técnica, a pesar de encontrarse con varios escollos en su camino –la irrupción de los gritos de la policía; un pie ensangrentado por culpa de una herida anterior; el desajuste de un elemento de seguridad-, además de una naturalidad en la concepción de un baile aéreo que dibuja a las mil maravillas Zemeckis, quizá rememorando los dibus prestados de la pluma de Richard Williams en su aclamada ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988).
Lo demás es historia. Aquella que narraron en directo unos pocos reporteros y fotógrafos de una Nueva York que despertaba una mañana de verano con la pequeña figura de un hombre deslizándose por una cuerda sujeta a conciencia –cortesía de Papá- y que catapultó por vez primera a la fama a los dos nuevos gigantescos rascacielos, nacidos de un sueño y una ambición, la misma que tuvo en mente un héroe anónimo: Philippe Petit.
Un doble homenaje, el mejor que se puede hacer, a las también desaparecidas torres –esta vez por culpa de un odio visceral al malentendido capitalismo yanqui- neoyorquinas.
Una obra maestra a la altura del mejor Zemeckis, además en un genuino 3D, aquí completamente justificado al cien por cien.
 
Àlex Aguilera
   
   
     
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BACK TO THE FUTURE (1985) 
Alan Silvestri
MCA Records MCAD-6144, 1985. Duración: 38:04. 

   
       
   

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