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Criaturas celestiales Heavenly Creatures |
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Director (es) : Peter Jackson | ||||||||||||
Año : 1994 | ||||||||||||
País (es) : GBR-ALE-NZE | ||||||||||||
Género : Fantástica | ||||||||||||
Compañía productora : Wingnut Films/Fontana Film Production GmbH/The New Zealand Fil Comission | ||||||||||||
Productor (es) : Jim Booth, Peter Jackson | ||||||||||||
Productor (es) ejecutivo (s) : Hanno Ruth | ||||||||||||
Compañía distribuidora : Sogepaq | ||||||||||||
Guionista (s) : Frances Walsh, Peter Jackson | ||||||||||||
Fotografía : Alun Bollinger en Eastmancolor | ||||||||||||
Diseño de producción : Grant Major | ||||||||||||
Director (es) artistico (s) : Jill Cormack | ||||||||||||
Vestuario : Meryl Cronin | ||||||||||||
Maquillaje : Debbie Watson, Debbie Watson | ||||||||||||
Música : Peter Dasent | ||||||||||||
Montaje : Jamie Selkirk | ||||||||||||
Montaje de sonido : Greg Bell, Mike Hopkins | ||||||||||||
Sonido : Michael Hedges, Hammond Peek | ||||||||||||
Ayudante (s) de dirección : Carolynne Cunningham, Phee Phanshell, Emma Johns | ||||||||||||
Duración : 99 mn; 108 mn | ||||||||||||
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Melanie Lynskey
Kate Winslet Clive Merrison Peter Elliott Jed Brophy Sarah Peirse Diana Kent Simon O'Connor |
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Nueva Zelanda, principio de los años cincuenta. En la población de Christchurch vive Pauline Riper, una chica obsesionada por los típicos problemas de adolescencia. Pauline se siente desplazada de todo: de su familia, de sus compañeras de escuela, del ambiente hipócrita del pueblo, .... Y tan sólo piensa que es demasiado adulta e inteligente para formar parte de un conjunto que la menosprecia. La llegada al instituto de otra chica de la misma edad, Juliet Hulme, con inquietudes y aficiones similares, hará que ambas se compenetren de tal forma, tan aisladas de un universo ficiticio, que cuando contacten con la cruda realidad acabarán respondiendo con el asesinato. | ||||||||||||
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LAS FANTASÍAS DE PAULINE Y JULIET Por Lluís Vilanova
![]() Criaturas celestiales se inicia con unas imágenes documentales de la población neozelandesa de Christchurch. Estamos a principio de la década de los 50 y lo que aquellas nos muestran no puede ser más idílico: hombres y mujeres paseando jubilosos en bicicleta por las avenidas de la ciudad; parques bañados por el sol y generosos en vegetación por los que los habitantes de la localidad deambulan o bien se tumban a orillas de río que los atraviesa; instantáneas de la universidad, la catedral u otros lugares de los que la ciudad se siente orgullosa, todo ello aderezado por una voz en off que va desglosando las excelencias de la localidad. Pero antes de que el cronista pueda concluir unos gritos se superponen a la narración y un violento travelling subjetivo a través del bosque ocupa la pantalla. No se tardará mucho en revelar que son dos adolescentes ensangrentadas las autoras de los gritos y quienes están enfrascadas en una loca carrera a través del bosque. Pero la extrañeza no termina aquí: antes de que lleguen a su destino, Peter Jackson —alejado afortunadamente aquí de los presumiblemente divertidos delirios gore con los que se había dado a conocer— incluye unas imágenes en blanco en negro de las mismas chicas a bordo de un trasatlántico corriendo alegres hacía una pareja que les da la espalda (más adelante sabremos que se trata de los padres de una de ellas) mientras ambas exclaman «¡mami!, ¡mami!». Podríamos pensar que con este comienzo Peter Jackson pretendía llamar la atención con el contraste que se establece entre los tres tipos de imágenes que componen esta primera secuencia, previa a los créditos, de igual forma que en su anteriores trabajos lo había hecho con el uso indiscriminado de momentos extremadamente sanguinolentos combinados con otros de un humor más bien dudoso. Pero no. Criaturas celestiales, es sabido, es la crónica negra de un gratuito matricidio ocurrido realmente en los años y lugares
![]() Peter Jackson presenta a sus dos «criaturas celestiales» mostrando inteligentemente como, a pesar de las muchas diferencias existentes entre ambas, son más fuertes los vínculos que las unen. De tal modo no importa que Pauline Parker (Melanie Lynskey) y Juliet Hulme (Kate Winslet) tengan una apariencia
![]() ![]() Los que nos narrará el film de Jackson a partir de este momento hasta la terrible escena con la que concluye, será pues la crónica negra de los acontecimientos que llevaron a Pauline y Juliet a cometer un crimen tal brutal como gratuito apostando para ello por una puesta escena que, al contrario de lo llevado a cabo por otros cineastas al acercarse a otros sucesos criminales basados en «hechos reales», rehuye el efecto realidad en su reconstrucción de los eventos para abrazar de manera valiente y atrevida el más puro subjetivismo. De tal modo Jackson intenta penetrar en la mente de sus dos mortíferas adolescentes e ilustrar su convulso mundo interior en un continuo crescendo fantasioso: en primer lugar las retratará, con una cámara en perpetuo movimiento (2), saliendo extasiadas del cine donde se proyecta El gran caruso (1951), protagonizada por Mario Lanza, o reproduciendo los movimientos de un avión después de leer unas historias del aviador Biggles o bien danzando por el bosque mientras se van despojando de sus prendas. Podría decirse que tras estas acciones no hay nada que indique los
![]() ![]() El drama pues, ya está preparado, pendiente sólo de que se encienda la mecha y esto tendrá lugar cuando la amenaza de la separación (3) y, en consecuencia, el fin de sus compartidas fantasías penda sobre ellas. Será entonces cuando el malestar de ambas pero sobre todo de Pauline (reténgase ese excelente instante en que una foto escolar la muestra —al contrario que sus compañeras— con la cabeza gacha, taciturna..., o ese otro momento, algo más burdo y deudor de los primeros trabajos de Jackson, en que imagina la muerte accidental de sus padres durante una cena) buscará cobrarse una víctima precisamente en el eslabón más débil, aquél que en su enfermiza imaginación le impide desarrollar su ficticio talento, y ser acogida (también de manera ilusoria) por la familia de Juliet: su propia madre.
Una vez expuestas las causas sólo queda por mostrar las consecuencias. Peter Jackson y sus criaturas regresan al bosque que hemos visto al principio de la película pero lo hacen con una mirada distinta: el frenesí del principio es reemplazado por un ritmo pausado, ceremonioso..., que ilustra de manera conveniente como Pauline y Juliet conducen a la madre de la primera hacia la trampa que han preparado para ella en una escena extraordinaria, justamente celebrada, sostenida por la intensa certeza de lo inevitable de su desenlace y por el despiadado encarnizamiento del mismo. No obstante el cineasta neocelandés no cierra su película aquí, sino que también vuelve al transatlántico que ha mostrado al comienzo pero ahora las dos chicas no corretean alegres por él sino que Juliet, a bordo del mismo, se aleja para siempre de Pauline que permanece en tierra, sollozante e impotente entre la multitud que le impide acercarse a su amiga. El sueño se ha desvanecido siendo sustituido por la más horrible de las pesadillas.•
(1) Resulta cuanto menos curioso y significativo de cara a la posterior evolución de la historia que el relato de ambas venga acompañado por unas breves imágenes que las muestran ambas en la cama, durante su convalecencia, a Pauline acompañada por sus padres de los que tanto quiere desprenderse fascinado por la apariencia de respetabilidad de los de Juliet, y a ésta, en cambio, completamente sola.
(2) Algo que cuando se estrenó la película fue censurado por parte de la crítica que le recriminó la gratuidad del uso de la misma y el que con ello pareciese que Jackson se comportase como un niño con zapatos nuevos luciendo todo lo que podía los medios técnicos de los que disfrutaba, lo que se me antoja bastante fuera de lugar; es más, creo que la elección del cineasta fue de lo más acertada.
(3) Una separación sustentada por la sospecha de que ambas están manteniendo una relación inapropiada (léase homosexual); algo que a poco que se observe atentamente la película se desmorona fácilmente: sus besos y caricias no vienen propiciados por una atracción de tipo sexual sino que son una manifestación más de la inexistencia de tabúes de ningún tipo en el mundo de fantasía en el que están atrapadas; acercando así al film de Jackson –aunque sea de manera tímida– a aquellas películas protagonizadas por niños o adolescentes cuya peligrosidad no es detectada a tiempo por los personajes adultos, demasiado encasillados en un concepto de la infancia que destierra cualquier actitud dudosa de ser calificada de inocente.
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