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The Lovely Bones
The Lovely Bones
     
    Director (es) : Peter Jackson
    Año : 2009
    País (es) : USA-GBR-NZE
    Género : Fantástica
    Compañía productora : WingNut Films / DreamWorks SKG / Film4 / Key Creatives
    Productor (es) : Marc Ashton, Philippa Boyens, Peter Jackson, Aimée Peyronnet, Fran Walsh
    Productor (es) ejecutivo (s) : Ken Kamins, Tessa Ross, Steven Spielberg, James Wilson
    Compañía distribuidora : Paramount Pictures Spain
    Guionista (s) : Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson
    Guión basado en : la novela de Alice Sebold
    Fotografía : Andrew Lesnie, en Color
    Diseño de producción : Naomi Shohan
    Director (es) artistico (s) : Jules Cook, Chris Shriver
    Decorados : George DeTitta Jr., Meg Everist
    Vestuario : Nancy Steiner
    Maquillaje : Peter King
    Música : Brian Eno
    Montaje : Jabez Olssen
    Montaje de sonido : Dave Whitehead
    Sonido : Michael Hedges, Gilbert Lake, Chris Ward
    Efectos especiales : Scott E. Anderson, Christian Rivers
    Ayudante (s) de dirección : Kathleen E. Kearney
    Duración : 135 mn
   
     
    Saoirse Ronan
Mark Wahlberg
Rachel Weisz
Susan Sarandon
Stanley Tucci
Michael Imperioli
   
   
    Susie Salmon es una adolescente simpática e inteligente que vive con sus padres, su hermana y su abuela. La existencia de la muchacha discurre con normalidad hasta que, un buen día, es asesinada por un vecino suyo con el que su familia siempre había mantenido una cordial relación. Al morir, Susie llega a un espacio indeterminado lleno de colores desde donde comprueba que su asesino se dispone a matar otra vez. La muchacha hará todo lo posible para evitar el nuevo crimen y vengar su propio asesinato.
Enlace página web del film ⇒  http://www.lovelybones.com/intl/es/
   
   
   

DELIRIOS DE AUTORÍA
 
Por Joaquín Vallet Rodrigo
Hasta hace apenas una década, la figura de Peter Jackson se hallaba asociada a u tipo de cine muy determinado que le confirió un cierto renombre en los universos más freaks: el gore. Mal gusto (1987) y Braindead (1992) son las piezas más representativas de una primera etapa como director en la que sus ínfulas artísticas se hallaban suspendidas, en pro de la realización de divertimentos gamberros, sin mayores pretensiones. Un espíritu que volvió a poner de manifiesto en Agárrame esos fantasmas (1996), realizado bajo los condicionantes de la industria hollywoodiense (su productor fue Robert Zemeckis), aunque provisto de una inclinación por seguir las maneras apuntadas en sus primeras películas. Entre medias, el cineasta sorprendió con una pieza pequeña y personal, quizá no del todo conseguida aunque de un arrebatador atractivo, que supuso un giro notorio en su trayectoria al dejar ver que podía hacerse cargo de otro tipo de producciones: Criaturas celestiales (1995). En este panorama, resultaba inimaginable que un director como el neocelandés pudiera convertirse en la poderosa figura que es en la actualidad. Su imponente adaptación de El Señor de los Anillos (2001, 2002 y 2003) le granjeó todo tipo de elogios, al tiempo que un buen número de Oscar, lo que le permitió embarcarse en un proyecto kamikaze tan arriesgado como el remake de King Kong (2005), con unos resultados verdaderamente nefastos, aunque, de algún modo, perpetuando un aspecto que había planteado en la anterior trilogía: la búsqueda de un sentido de la «autoría», manteniendo los siempre necesarios vínculos comerciales.
The Lovely Bones es la confirmación de que Peter Jackson quiere seguir creyendo que puede alcanzar un status personal, definir unas características personales internas, siempre desde la base de las exigencias de taquilla. Eso sí, el resultado final de todo, ya es otra historia. Porque The Lovely Bones es el fracaso absoluto del empecinamiento de Jackson. Un film que, más que revivir algunos elementos emocionales de Criaturas celestiales (con las que, en algún que otro aspecto, puede poseer elementos comunes), reproduce el profundo ridículo de King Kong y su exasperante torpeza narrativa. La película, de por sí, está mal estructurada. Comienza centrándose en el personaje de Susie (excelente Saoirse Ronan) y en la particularidad de que, una vez asesinada, ésta se halle en su propio universo a la espera de lo que acontezca con su asesino. Éste aspecto, sin embargo, no adquiere mayor importancia en el desarrollo ulterior y la presencia del personaje se va desintegrando en el avance del film recuperándose, de manera bastante torpe, en los últimos minutos mediante una secuencia final más propia de Isabel Coixet que de Peter Jackson. El relevo de Susan lo toma su padre, Jack Salmon (inapropiado Mark Wahlberg), el cual copa un buen número de minutos exponiendo su dolor y las pesquisas para averiguar el paradero de su hija. No obstante, una pésima e incoherente secuencia con unos adolescentes, quienes lo toman por un voyeur, desplazan la atención hacia otro personaje, hasta el momento, prácticamente insustancial: Lindsay, su otra hija. El desplazamiento de la protagonista a un segundo término de la narración y el constante cambio del personaje que guíe al espectador, acaba precipitando The Lovely Bones a una escandalosa inconcreción, mostrando demasiado pronto sus flaquezas merced a un desarrollo harto chapucero. Pero no terminan aquí los motivos por los que esta película resulta tan decepcionante. El personaje de la abuela (incorporado por Susan Sarandon) no es más que un irritante pegote en el guión, desvirtuando algunos elementos que podría haber aportado y que, sin duda, hubieran resultado ciertamente interesantes. Tales como el choque de caracteres entre su personalidad y la de Abigail (Rachel Weisz), profundizar en sus excentricidades o exponer su influencia respecto a sus nietas. La no consecución de ninguna de estas vertientes, hace su inclusión de todo punto irrelevante.
   Además de los enormes problemas de guión (que, posiblemente, algunos ya existieran en la novela —la cual desconozco—, aunque ello no justifica su existencia en el film, ya que la labor de todo guionista consiste en transformar convenientemente el material literario que le sirve de base), la película ni emociona ni consigue transmitir el aura de fascinación buscada. El diseño visual del «cielo» en el que se encuentra Susie es escandalosamente rutinario (mediocre en ocasiones), más cercano a la estética de un spot televisivo que a la de un film que pretende adentrarse en las emociones del espectador mediante sensaciones concretas. La única sensación, por consiguiente, que queda en el espectador una vez visionada The Lovely Bones es la de una gigantesca tontería, que solo demuestra que Peter Jackson, más que aseverar su estilo, va perdiendo irremdiablemente el norte.

EL «INVISIBLE» HARVEY Y EL MUNDO
SECRETO DE SUZIE ALMON
 
Por Christian Aguilera
La visión de The Lovely Bones me ha comportado una sensación ambivalente. Si admitimos de entrada que puede tratarse de una obra cinematográfica fallida que, además tiene difícil encaje en el panorama audiovisual actual por la naturaleza de su propuesta —baste el ejemplo de ambientar la película en los años setenta cuando la opción de la mayoría de producers hubiera sido de localizarla en nuestros días con el consabido ahorro presupuestario que ello comportaría—, a renglón seguido se podría colegir que The Lovely Bones presenta una serie de pasajes notablemente desarrollados y que nos acercan a la fuerza creativa, desde el plano visual y narrativo, que atesora su director y coguionista Peter Jackson desde aquella espléndida Criaturas celestiales (1994).
   Persuadidos por la bondad del relato literario de Sebold, Jackson y su esposa Fran Walsh —apoyados, una vez más, en la guionista Philippa Boyens— se empecinarían en sacar a flote un guión que presentaba, de partida, una complejidad difícil de soslayar por los constantes saltos en el tiempo, entre otras consideraciones, que definen el estilo de la novela de la escritora estadounidense. Un ejercicio de «funambulismo» narrativo que para algunos se precipita al vacío a las primeras de cambio, pero que para un servidor pierde el equilibrio en algunas secuencias —la más clamorosa, ese inserto de la abuela Lynn (Susan Sarandon), dipsómana y estrafalaria  tratando de asumir  las funciones de ama de casa en un hogar donde reina el caos a raíz de la desaparición de Suzie Salmon (Saoirse Ronan)— mientras que, en buena parte del metraje, va «balanceándose» entre lo imaginario y lo real —una constante en el cine de Jackson, perceptible incluso en El señor de los anillos— con la destreza suficiente como para mantener el interés hasta el clímax y su posterior epílogo. Parapetados en el descomunal éxito alcanzado por una producción como El señor de los anillos, entiendo que la inmensa mayoría de directores que operan en el neo-Hollywood no se hubieran «descabalgado» de un cine de alto presupuesto que les asegurara su pertenencia a la «realeza» —a efectos crematísticos— de la Meca del cine por tiempo indefinido. Peter Jackson y pocos más —Sam Raimi sería otro caso a resaltar—, en cambio, buscan nuevas formas de expresión con presupuestos mucho más ajustados, en lo que podría evaluarse como una cierta vuelta a los orígenes. El realizador neozelandés lo hace «desenterrando» esa iconografía cinematográfica contextualizada en la época dorada que había aportado un punto más de originalidad a Criaturas celestiales y que recupera con The Lovely Bones pero permutando los rostros de Orson Welles y James Mason por el del Rey Moro de Otelo encarnado por Laurence Olivier, o haciendo un guiño a la cinefilia cuando una de las habitantes del «Intemedio» —el espacio existente entre la tierra y el cielo, ya detallado por Sebold en su novela— se presenta frente a Susie bajo el nombre de Holly Golightly (Nikki SooHoo) —la heroína de Desayuno con diamantes que inmortalizaría en la gran pantalla Audrey Hepburn—. Precisamente, la escena en la que Suzie sale de la proyección de Otelo en el cine-club del instituto marca el giro narrativo de una historia que, a partir de entonces, bascula entre tres «universos» bien diferenciados: el de la familia Salmon de lo que se desvanece progresivamente el concepto del american way of life; el que compromete al «invisible» George Harvey (Stanley Tucci, con una composición que atiende a ciertos ecos del poliédrico Peter Sellers) cuya perfección camina en profesión junto a su locura; y el de Susie, al amparo de un imaginario donde convive lo bucólico con lo siniestro y amenazador. De la pericia a la hora de armonizar sendos mundos puede derivarse la conclusión que podamos extraer de un film como The Lovely Bones. En relación a los primeros  «universos» citados, Jackson trabaja estas conexiones desde la sutileza al emparentar las aficiones en común de Jack Salmon (Mark Wahlberg) y George Harvey por la artesanía a pequeña escala (los barcos encapsulados en unas botellas y las casas de muñecas, respectivamente).
   No cabe duda que la capacidad de riesgo asumida por Jackson —en coalición con Steven Spielberg (su influencia se deja sentir en ciertos instantes, desde la ausencia de créditos iniciales hasta un regusto edulcorado para la resolución de algunas situaciones que atañen al núcleo familiar de los Salmon)— debería ser un elemento para valorar al alza una producción que no descuida la parcela para el autohomenaje —el póster de la novela El señor de los anillos que luce en el escaparate de una libería o el propio director probando su cámara de súper 8 m/m en el interior de un establecimiento de revelado fotográfico de un centro comercial— Fuera de la anécdota, The Lovely Bones imprime, ya en su tramo final, una robustez narrativa en el segmento en el que Harvey siente que alguien ha podido violar su intimidad y poner en riesgo el terrible secreto que ha ido manteniendo por espacio de varios años. La idea de colocar en primer plano un reloj de pared, en la parte derecha del encuadre, se va alternando con el plano a ras de suelo del automóvil que conduce Harvey en el que los faros del vehículo se transfiguran en los ojos del respetado miembro de la comunidad vecinal. Detalles de puesta en escena que por sí solo marcan el buen pulso narrativo de Peter Jackson, especialmente inspirado en todos aquellos fragmentos que configuran el universo del «invisible» Harvey y su relación con Suzie. Fragmentos que hubieran bastado para construir una suerte de revisitación de los dos «estranguladores» dirigidos por Richard Fleischer y que, a buen seguro, gran parte de la crítica se hubiera volcado en elogios diría que unánimes. Pero Jackson, sabedor de que el listón de la excelencia en cuanto a docudramas referidos a serial killers de vida nada ociosa sería extraordinariamente complicado de superar, ha preferido ofrecer una obra «diferente» guiado por la espiritualidad, la fantasía y la concepción onírica que emana del relato de Alice Sebold.•  
   
     
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Editorial: DeBols!llo.
Autora: Alice Sebold.
Fecha de publicación: enero de 2010.
336 pp. 12,0 x 19,0 cm. Rústica.

COMENTARIO (Por Lluís Roy Gallart): Cuando el magnate Charles Foster Kane articuló su famosa frase epílogo «Rosebud» en el inicio de Ciudadano Kane (1942), se encontraba solo en sus aposentos. Ni tan siquiera su sirvienta podía escucharlo. Y, sin embargo, esta palabra se convierte en el elemento que desencadena una investigación para conocer el significado que habría podido tener el término para el poderoso financiero. De una forma sutil y revolucionaria, Orson Welles extendía el conocimiento de esta escena inicial que el espectador había podido observar hacia el resto de personajes como si hubieran sido espectadores del fallecimiento. En general, cuando se habla de narrador universal u omnipresente, se suele tratar de una narración en tercera persona que permite al escritor hablar con conocimiento de causa de muchos acontecimientos en los que se encuentran personajes distintos y le permite describir minuciosamente estados de ánimo, objetos o escenarios detalladamente. No obstante, en Desde mi cielo —novela que ha inspirado el film The Lovely Bones (2009) dirigido por Peter Jackson—, encontramos un caso curioso pues pese a tratarse de una narración en primera persona, la singularidad de la locutora le permite a su autora expresarse con total libertad al hablar des de una visión totalmente panorámica.
   La escritora Alice Sebold (Antigo, Wisconsin, 1963) confecciona la estructura de La escritora norteamericana Alice Sebold.la novela a partir del momento en que su protagonista, Susie Salmon, muere. Susie es una adolescente de catorce años que fue violada y asesinada por su insociable vecino. A partir de este momento, y des del cielo, observa y relata como su núcleo familiar se va desintegrado poco a poco. Susie es testigo de los cambios que efectúan las vidas de sus seres queridos a raíz del acto brutal. Descubre como en su madre afloran sentimientos de insatisfacción que llevaba escondidos en su interior, su padre se comporta como un ser débil, incapaz de hacer frente al varapalo y se refugia en una investigación personal para descubrir al malhechor. Por otro lado, Susie acompaña a Lindsey, su hermana pequeña, al tiempo que ella va madurando y viviendo experiencias que ella nunca podrá experimentar. La familia se debate entre intentar ignorar lo sucedido cuanto antes y reincorporar la aparente normalidad en el día a día o luchar para hacer justicia y capturar al asesino.
   Alice Sebold nos describe la evolución de los personajes que se encuentran en la tierra paralelamente al proceso de madurez de la joven en su cielo. Al dolor que se produce en un suceso tan desgraciado como la muerte de una hija, una hermana o una amiga se le suma la incapacidad de pasar página por muchos de ellos que no pueden superarlo. La autora cuenta con extrema ternura la descomposición de los personajes, la visión y la añoranza de Susie de un mundo en el que nunca podrá vivir, sobre unos seres a los que ama y con los que no podrá compartir sus vidas. Sobre su padre, al que compadece en su calvario particular. De igual modo, Susie siente la necesidad de hacer justicia, dedica todas sus fuerzas en intentar que el violador y asesino sea detenido al mismo tiempo que espera que su familia se pueda recomponer.
   No podemos olvidar que en su anterior libro Afortunada (2005, Ed. DeBols!llo) la escritora de Wisconsin describía sus propias vivencias cuando siendo aún estudiante fue violada. Por lo tanto Desde mi cielo se encuentra implicado un punto de vista personal, como si quisiera relatar aquello que ella hubiera podido experimentar en caso de ser asesinada, hecho del que se salvó milagrosamente pues el hombre que abusó de ella fue acusado de asesinato de otra chica. Desde mi cielo disecciona las consecuencias y los lazos que se establecen dentro de una comunidad de vecinos y como un suceso trágico altera irreversiblemente sus vidas reaccionan distintamente para superar hechos que les dejan desamparados e indefensos. La aparente calma y felicidad de la familia Salmon antes del fatídico fallecimiento de su hija se ve truncada de golpe, pero además, un hecho de estas características permite que salgan a la luz las debilidades que en el día a día podían esconderse. Por un lado Jack, el padre, un ser infeliz, que no se entiende con su esposa y que es incapaz de aceptar la pérdida y se muestra endeble, pasando su hija Lindsey y la abuela Lynn a convertirse en los sustentos principales de la familia. Por su parte la madre Abigail es un personaje aparentemente más fuerte pero incapaz de hacer frente a la nueva situación por lo que acabará huyendo en un intento desesperado de pasar página.
   Quizás el tema principal de la novela sea precisamente esta capacidad de pasar página, de seguir adelante cuando el sentido moral nos dice que no debemos olvidar. Del rencor hacia el culpable y la necesidad de hacerse justicia sin que ello pueda apaciguar ni un ápice de desolación en los seres queridos. Una de las habilidades de Desde mi cielo es el hecho de huir de la moraleja, de evitar caer en los tópicos de víctima y culpable. Sin ir más lejos, el agresor —Harvey— se describe como un desequilibrado que en un principio despierta odio y animadversión y que más tarde acaba siendo una víctima más de la sociedad en la que le ha tocado vivir, pues acaba vagabundeando sin rumbo por el país.
   Se trata, en definitiva, de una novela original, capaz de crear un universo propio, unos personajes bien construidos y concisos, la mayor parte de ellos incapaces de encontrar su camino que, por tanto, se encuentran perdidos como reflejo de una sociedad, la clase media de los años 70, en un momento de inestabilidad y de identidad que ocultaba un vacío existencial detrás de este modus vivendi que ha sido tantas veces idealizado.•
   
       
   

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