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Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio
The adventures of Tintin: The secret of the Unicorn
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Director (es) :
Steven Spielberg
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Año : 2011 |
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País (es) : USA-NZE |
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Género : Aventuras |
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Compañía
productora : Amblin Entertainment/The Kennedy-Marshall Company/Hemisphere Media Capital/Nickelodeon Movies para Columbia y Paramount pictures |
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Productor (es) : Peter Jackson, Kathleen Kennedy, Steven Spielberg |
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Productor (es) ejecutivo (s) : Ken Kamins, Nick Rodwell, Stephane Sperry |
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Compañía
distribuidora : Sony Pictures Releasing de España |
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Guionista (s) : Steven Moffat, Edgar Wright, Joe Cornish |
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Guión
basado en : en los cómic de Hergé El secreto del Unicornio, El cangrejo de las pinzas de oro y El tesoro de Rakham el Rojo |
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Fotografía : Janusz Kaminski en Color |
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Director (es) artistico (s) : Andrew Jones, Jeff Wisniewski |
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Vestuario : Lesley Burkes-Harding |
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Maquillaje : Tegan Taylor, Michele Perry |
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Música : John Williams |
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Montaje : Michael Kahn |
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Montaje
de sonido : Frank Lipson, Brent Burge, Matt Stutter, Chris Ward, Hayden Collow |
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Sonido : Ron Judkins, Dave Whitehead |
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Ayudante (s)
de dirección : Adam Somner, Ian Stone, Jenny Nolan |
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Duración : 109 mn |
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Jamie Bell
Daniel Craig
Andy Serkis
Simon Pegg
Cary Elwes
Toby Jones
Nick Frost
Sebastian Roché
Daniel Mays
Tony Curran
Kim Stengel
Sonje Fortag
Joe Starr
Enn Reitel
MacKenzie Crook
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El curioso e insaciable joven periodista Tintín y su leal perro Milú descubren que la maqueta de un barco contiene un gran secreto. Arrastrado por un misterio centenario, Tintín se encuentra en el punto de mira de Ivan Ivanovitch Sakharine, un diabólico villano que cree que Tintín ha robado un valioso tesoro vinculado a un cruel pirata llamado Rackham el Rojo. Pero con la ayuda de su perro Milú, el mordaz y cascarrabias capitán Haddock y los torpes detectives Hernández y Fernández, Tintín viajará por medio mundo, siempre yendo un paso por delante y siendo más astuto que sus enemigos en una persecución para hallar el lugar donde finalmente descansa “El Unicornio”, un navío hundido que puede contener la clave de una cuantiosa fortuna… y de una antigua maldición. Desde alta mar hasta la arena de los desiertos del norte de África, cada giro inesperado arrastra a Tintín y sus amigos a niveles más irrefrenables de emoción y peligro, demostrando que cuando alguien se arriesga a perderlo todo, no existen límites para lo que pueda llegar a hacer.
Web de la película:
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LA GÉNESIS DE UNA NUEVA SAGA
Por Christian Aguilera
Cincuenta han sido los años invertidos en arrojar un balance de veintidós producciones «oficiales» que llevan el membrete de James Bond. Si tomamos como referencia una media nada desdeñable de una producción librada cada dos años y unos meses, otro personaje que tuvo una espectacular recepción en su formato original en papel —aunque dentro de la categoría de cómic— en la centuria pasada, precisaría medio siglo por dar cumplida cuenta para su «visualización» en la gran pantalla de los veintitrés de los que consta la serie sobre Tintín. Por consiguiente, si bien cabe celebrar que finalmente Steven Spielberg haya podido cumplimentar un nuevo sueño después de haberlo perseguido durante una treintena de años, no es menos cierto que sus expectativas por abordar la serie Tintín al completo tiene poco sentido al atender a estos plazos tan largos. De ahí que en los últimos años, mientras se iba imantando del conocimiento sobre la técnica del motion capture a través de las propuestas de Robert Zemeckis —artífice del sustrato original de 1941 (1979)— y James Cameron, entre otros, Spielberg trazaría un plan que acortara estos plazos a priori inasumibles: buscaría la alianza de Peter Jackson —otro tintinólogo confeso— y ambos encargarían la escritura de un guión que «refundiera» varios de los libros en uno, y así sucesivamente para posteriores entregas. Quedaba, claro está, elegir que conjunto de álbumes debían iniciar la serie Tintín desde el prisma cinematográfico. En atención a que Spielberg había sido el responsable de encender la mecha del proyecto, el mando del primer título recaía en él y, por pura lógica, su huella autoral debía verse refrendada por algún motivo u otro. Así pues, uno de los temas más recurrentes de la obra de Spielberg, el de la relación suscitada entre la figura de una especie de padre adoptivo/substituto y al que observa como hijo propio, tendría traducción en el universo Tintín a partir del noveno álbum de la serie, El cangrejo de las pinzas de oro. En este álbum asomaría por vez primera el personaje del capitán Haddock y, a partir de entonces, prácticamente no se «despegaría» de las páginas de las siguientes entregas dibujadas por el genio de Hergé. Casi por «aclamación popular», Haddock se hizo imprescindible a los ojos de los lectores del cómic y, en concreto, para Spielberg los motivos de su filiación por este capitán dipsómano y vehemente, cabe sondearlos en una infancia marcada a fuego por la separación de sus progenitores.
En virtud de esa necesidad por abreviar el número de títulos para repercutir en la gran pantalla a la que aludía, El cangrejo de las pinzas de oro no bastaba por sí solo y se decidió por «fundir» algunos de sus pasajes con El secreto del Unicornio (1943) y su continuación, El tesoro de Rakham el Rojo (1944). Con motivo de sus previews y de su estreno mundial, los puristas de Tintín ya han tenido razones más que suficientes para rasgarse las vestiduras. No daría lugar, pues, una traducción avant le letre de cada uno de los cómics, como hubiera sido la idea de éstos, sino más bien un pastiche que para la primera entrega se nutría de tres álbumes abordados por Georges Rémy, bajo el álias de Hergé, durante la Segunda Guerra Mundial.
Una historia a dos
Habiendo sido lector de Tintín, pero sin caer en el fanatismo, estas cuestiones que tratan de echar por tierra el operativo pergeñado por Spielberg y Jackson, guardan una importancia muy menor a la hora de valorar las virtudes o defectos que reposan en Las aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio. La elección del título es más bien un ardid publicitario —sus responsables han preferido decantarse por el álbum que incluso los menos familiarizados para con el personaje pueden nombrarlo en primer término sin mayor dificultad—, una estrategia que puede llevar a engaño sobre el contenido real del film. Fuera de estas consideraciones, lo que en verdad polariza la atención de Las aventuras de Tintín: el Secreto del Unicornio es el resultado del empleo de una técnica novedosa por parte de Spielberg —no tanto para Jackson, quien ya la había empleado parcialmente para algunos de los personajes que aparecen en El señor de los anillos (2001-2003)—, en una nueva demostración de su capacidad por reinventarse de manera continuada. Lo había hecho en la década pasada, habilitando una obra nueva con ese reguero de piezas maestras de inusitada madurez que sembraría por el camino y que serviría asimismo para acallar los ataques de sus detractores sobre su tan cacareado infantilismo. Con Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio la técnica empleada se formula la razón de su propia existencia, pero sin menoscabo de descuidar un pulso narrativo que «irriga» cada secuencia, paradigma de un cine de aventuras en consonancia con su tetralogía de Indiana Jones. A propósito de la última entrega sobre el intrépido arqueólogo y del tramo intermedio de King Kong (2005), una vez cubiertos dos tercios del metraje Las aventuras de Tintín se embarra en un diseño deudor de los videojuegos, creando esos «saltos de pantalla» que colisionan con esa majestuosidad a la hora de enlazar secuencias, por ejemplo en aquella en que dos manos unidas marcan, en la siguiente secuencia, el relieve de unas montañas desde donde se divisa la ciudad portuaria de Baghar. Un punto que viene detallado en el mapa escondido en un cilindro en el interior de los tres veleros idénticos presididos en su parte frontal por el dibujo de un Unicornio. A partir de que Tintín (Jamie Bell) adquiera en un mercadillo, a precio de ganga, una de estas obras de artesanía, se configura una trama que honra la memoria de Hergé merced a su preciosismo visual —a años luz del acabado de la serie televisiva creada en los años noventa—, pero mostrando pinceladas de ese cosmos spielbergiano —desde el sidecar conducido por Tintín que, de soslayo nos recuerda las andanzas de Indiana Jones en la tercera entrega de la serie, hasta las analogías que se adivinan entre Haddock/Andy Serkis (en un pasaje extraído de El tesoro de Rakham el Rojo) y el capitán Garfio (Dustin Hoffman) de Hook (1991)— al que, sin duda, no ha sido ajeno la preeminencia por adoptar una historia a dos, es decir, otorgar al relato un rango de importancia similar tanto al propio Tintín —con su inseparable apéndice en forma de can: Milú— como al capitán Haddock. Ambos dispuestos a unir fuerzas para vencer a ese Mal personificado en Ivanovich Sacharine (Daniel Craig), un villano más próximo al retrato de ese Spielberg sin asomo de canas en su cuero cabelludo que al último en colocarse el traje del agente 007. En cualquier caso, mire por donde se mire, una ironía que sumar a una nueva, magistral lección de cine de entretenimiento con un enfoque netamente spielbergiano en su fondo y forma, advertido que para la siguiente entrega de la serie Tintín le toca al turno a su eventual socio Peter Jackson. Para entonces, la «parte oscura» que encierran las historias de Tintín o sobre el personaje epónimo y el de Haddock, puede que salgan a la luz. Veremos.•
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Características Blu-ray y DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Tráiler / Entrevistas / Brindando por Tintín: Primera parte / La aventura hacia Tintín / El mundo de Tintín: el tebeo a la gran pantalla / El quién es quién de Tintín / El diseño de Tintín / Tintín; en el volumen dando vida a la captura de movimientos / La animación de Tintín / Milú de principio a fin / Tintín: la orquestación / La colección de Tintín / Birndando por Tintín: segunda parte / Funciones BD Live. Formato: 2:35:1, 16:9. Formato: 1080 p. Idiomas: Castellano, Catalán e Inglés. Subtítulos: Castellano e Inglés. Duración: 107 mn. Distribuidora: Sony Pictures. Fecha de lanzamiento: 20 de marzo de 2012.
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THE ADVENTURES OF TINTIN: THE SECRET OF THE UNICORN (2011) John Williams .bmp) .bmp) .bmp) .bmp) Sony Classical 88697975882, 2011. Duración: 65: 26.
COMENTARIO (Por Christian Aguilera): Al reparar una y otra vez en la escucha de la banda sonora de Las aventuras de Tintin: el secreto del Universo sobre la base de la primera impresión causada durante el visionado del film, nada hacer prever, salvo por imponderables propios de la edad, que el binomio John Williams-Steven Spielberg esté a punto de llegar a su fin. El óptimo ensamblaje entre imagen y música vuelve a ser parejo al grueso de la filmografía que presentan en común. Abstrayéndose de la idea que trabajaba  sobre un material que mixtura imagen real y animada a través de la técnica del motion capture, John Williams gana a sus fieles seguidores y, en general, a los aficionados a la composición cinematográfica, merced a un despliegue de recursos que causan asombro y admiración en alguien que frisa los ochenta años. No existe una nota dejada al azar en esta pieza musical que se viste de gala desde los primeros fotogramas, haciendo acopio de unos motivos jazzísticos para los excelentes títulos de crédito en similar disposición que en Atrápame si puedes (2002), pero con la particularidad de emplear el tecleo de la máquina de escribir para marcar el compás del tema bautizado en el compacto con el mismo título de la película. No se trata, empero, del leit motiv de The Adventures of Tintin: The Secret of the Unicorn, ya que la composición de Williams se decanta por un desarrollo esencialmente descriptivo que evita asignar un determinado timbre sonoro para cada uno de los personajes protagonistas. Williams aplica la técnica del mickeymousing para esas escenas en que lo cómico y/o burlesco se apodera del relato —Hernández & Fernández jugando al «ratón y al gato» con el viejo cleptómano Silk (Toby Jones), coleccionista de un arsenal de carteras que sustrae a la velocidad del rayo; Milú tirando del hilo de alguna pista para satisfacción de su amo— mientras que aplica c  on una precisión de cirujano —en consonancia con su categoría mayúscula sin reservas— la «masa» musical necesaria en cada parcela del film para «compactar» la narración y que esta fluya sin descanso. Así pues, la banda sonora se torna grave, se espesa cuando la sombra difusa de Sackharine (Daniel Craig) se proyecta sobre el atribulado y joven investigador, y sus compañeros de viaje(s). Trombones y trombas salen a la palestra para la ocasión, pero la cuerda y la percusión abanderan un score dinámico, con constantes vaivenes, emulando el movimiento del Kahborian en alta mar. Se trata del navío donde Tintín y el capitán Haddock se encuentran por primera vez, llevando consigo, a partir de entonces, la idea de la aventura por lugares fácilmente identificables y otros tantos de difícil ubicación, a los que el soundtrack, lejos de obviar, inserta en su desarrollo musical. En estos espacios es donde la banda sonora se procura una serie de detalles «exóticos», insertando «fragmentos» de una «secuencia musical» de raíces arábigas a esa «cadena de ADN» típicamente alineado con el razonamiento y el sentimiento compositivo de John Williams.
Una obra que, en definitiva, refrenda la dicha de Spielberg por seguir contando con una de las leyendas de la música del siglo XX, cuya ejecutoria se extiende a este primer tramo del siglo XXI sin asomo de haber perdido fuelle gracias, en parte, a haber circunscrito su área de trabajo ya de forma casi exclusiva, al cine dirigido y producido por Steven Spielberg.•
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