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King Kong
King Kong
     
    Director (es) : Peter Jackson
    Año : 2005
    País (es) : USA
    Género : Fantástica-Terror
    Compañía productora : Big Primate Pictures/WingNut Films para Universal Pictures
    Productor (es) : Fran Walsh, Peter Jackson, Jan Blenkin, Carolynne Cunningham
    Compañía distribuidora : UIP
    Guionista (s) : Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson
    Guión basado en : en la historia de Merican C. Cooper y Edgar Wallace
    Fotografía : Andrew Lesnie en Color
    Diseño de producción : Grant Major
    Director (es) artistico (s) : Dan Hennah, Simon Bright
    Vestuario : Terry Ryan
    Maquillaje : Rick Findlater, Corinne Bossu, Deb Watson, Peter King
    Música : James Newton Howard
    Montaje : Jamie Selkirk
    Montaje de sonido : Mike Hopkins, Ethan Van der Ryn
    Sonido : Christopher Boyes, David Farmer, Hammond Peek, Ethan Van der Ryn
    Ayudante (s) de dirección : Carolynne Cunningham, Darren Mackie
    Duración : 187 mn
   
     
    Naomi Watts
Jack Black
Adrien Brody
Andy Serkis
Jamie Bell
Kyle Chandler
Colin Hanks
Evan Parke
John Sumner
Thomas Kretschmann
Lobo Chan
Geraldine Brophy
Ray Woolf
   
   
    1933, Nueva York. En plena Depresión Americana, Ann Darrow trata de ganarse la vida como actriz de vaudeville. Pero la penuria económica por la que atraviesa el país lleva a que el teatro en el que ha sido contratada cierre. Sin apenas dinero, una noche, mientras Ann deambula por Manhattan, el cineasta Carl Denham se fija en ella y la invita a comer. En el curso de la cena, Carl le habla de su idea de llevar a cabo una película que jamás se haya visto en la gran pantalla. Confiando en que Ann sea la heroína de la función, Carl en realidad está a punto de ser despedido por unos grandes estudios, quienes no aprueban sus veleidades de cineasta. Sin el permiso de los estudios, en su viaje con destino el sur de Asia, Carl se lleva consigo una cámara y varios rollos de película. Una vez Ann ha sido convencida de formar parte del reparto encabezado por una estrella del cine de aventuras, Denham se apresta a hacer lo propio con el capitán del barco Venture, a quien no duda en sobornar con la intención de zarpar lo más rápido posible. En el viejo navío asimismo viaja Jack Driscoll, un afamado autor teatral que se presta a oficiar de guionista debido a su precaria situación económica. A pesar de una confusión inicial, Ann se muestra ilusionada con el hecho de conocer a un escritor al que admira profundamente. Pero el amor que surge entre ambos se ve interrumpido por el forzoso desembarco del Venture en una isla denominada «de las calaveras», que no figuraba en la ruta inicialmente prevista. Allí, el equipo de cine comandado por Carl fija su improvisado plató, al albur de los peligros que esconde una isla situada en los confines del planeta, incluido un gigantesco gorila que mide unos siete metros de altura...

 

   
   
   

EL GRAN GORILA EN LA ERA DIGITAL
 
Por Frederic Soldevila
Existe en el cine comercial norteamericano de estos tiempos una clara tendencia al exceso. Las tremendas mejoras tecnológicas permiten a los artistas de Hollywood introducir todo lo que deseen en sus películas, sin que haya límite alguno, por lo que es en la etapa actual cuando debemos ser más exigentes con las propuestas que nos presentan los directores cinematográficos. Sin duda Peter Jackson, movido por su amor al cine de aventuras, ha cumplido su sueño: hacer un espectacular remake de la obra maestra de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, por lo que su King Kong no es sólo un homenaje al film original, sino a la propia historia del cine. Podemos decir sin temor a equivocarnos que la película recrea, con respeto y pasión, la obra original de 1933. Plantea el mito legendario de la relación entre la bella y la bestia, que da lugar al enamoramiento del monstruo y a sentimientos de ternura y compasión de la bella. Aborda, además, el conflicto permanente entre la ciudad y la naturaleza, consiguiendo dirigir la tensión dramática en base en los efectos que la gran depresión ejerce sobre el mundo del espectáculo, y la fragilidad de Ann en los enfrentamientos con los expedicionarios.
   Producto de todo ello emerge un gran entretenimiento, pero Jackson se excede y pierde el norte alargando más de tres horas la película. La historia es, en todo momento, una simple fábula —y ése deviene su encanto—, pero una simple fábula bien contada que sabe cuándo debe acabar. Sin duda, respeto y exceso son las dos palabras que bajo mi punto de vista mejor expresan un resumen para el nuevo King Kong de Peter Jackson. Ya desde el principio se intuye que Jackson es un gran admirador del film original de Cooper-Schoedsack al cual no sólo ha respetado sino que lo ha homenajeado con sumo cariño y acierto. Pero es una verdadera lástima que las intenciones de Jackson no se quedara ahí, en darle un aire fresco y renovado a una película tan antigua y el director de El Señor de los anillos ha cometido la torpeza de prorrogar y exagerar todas y cada una de las escenas en las que el espectáculo se hace con el control de la pantalla. Jackson ha caído en la exageración y exceso no sabiéndose contener y prolongando excesivamente escenas que hubieran tenido mayor realce de haber sido drásticamente reducidas. Es indudable que el universo digital de Jackson tiene hermosos escenarios, todo un mundo colorista y maravilloso que se alterna con la bronca ruidosa de sus bichos cargados de píxeles innecesarios. Un buen espectáculo que con mesura y más método hubiera sido un impecable ejercicio de maestría.
   Rodar el remake de un clásico comporta siempre un cierto riesgo, por las comparaciones, aunque estas siempre sean odiosas. Ahí se encuentra el debate contradictorio de este remake: es sencilla y espectacularmente recargada a un tiempo, aúna ternura con exceso de F/X de una manera que resulta un tanto abrasiva, encontrándose aquí los principales defectos de su propuesta: un exceso de efectos especiales a modo de videojuego (Un desfile de repugnantes animales añadidos a los de la versión de 1933: la estampida de los braquiosaurios o tanto insecto gigante en el fondo del abismo es el mejor ejemplo), unos nativos de Skull Island con cara de haber fumado algo raro y que parecen filmados por un John Woo que ha fumado lo mismo (Jackson consigue lo impensable: batir el record mundial de abuso del ralentí que poseía el director chino), el abusivo uso de la cámara lenta y contar con demasiados personajes muy poco definidos o que no aportan nada al relato. Además, Adrien Brody está muy desaprovechado (éste es la negación personificada del aventurero) y a pesar de que Naomi Watts está estupenda, el tratamiento que el guión hace de su personaje en algunos momentos roza el patetismo. Por no hablar del contínuo y repetitivo uso del mito la bella y la bestia, hasta el punto en que incluso uno de los personajes hace un comentario explícito al respecto. El único personaje bien tratado y bien explotado es interpretado por Jack Black, un director de cine que parece un trasunto de Ed Wood en cuanto a su voluntad por terminar una película, pero que se diferencia de él en relación a sus pasiones, pues ama el dinero mucho más que cualquier tipo de producción cinematográfica.
   El King Kong de Peter Jackson pudo ser un gran film y un sentido homenaje a una de las joyas indiscutibles del cine. Lo tenía todo a su favor: Una historia inmortal, con aventura; misterio, ternura; magia; fantasía y sobre todo poesía, y los medios técnicos necesarios para lograrlo. Pero tras arrasar en taquilla y en los oscars con su, un tanto sobrevalorada, trilogía de El señor de los anillos, un arrogante y prepotente Peter Jackson se creyó dios y nos dejó un film que pudo ser y no fue.
No entraré en este caso a cuestionar la naturaleza discutible de todo remake. Y es cierto que en momentos se pasa de abrumadora y efectista. Y es que Peter Jackson no es un director cualquiera y es por ello que, una vez más, no ha hecho la típica superproducción navideña despojada de contenidos. Sólo con ver el artesanal retrato de la Gran Depresión en los primeros minutos todo esto queda confirmado. En este sentido, nada que ver con los delirios eróticos de la versión de John Guillermin. Sin embargo, algunas cosas salvan a esta película en el balance final. Primero, la cuidada recreación de la Nueva York de la Gran Depresión, con toda su injusticia, pobreza y vanidad (al final, el llevar al gran Kong a Nueva York es el más increíble y peligroso acto de vanidad). Segundo, el trabajo realizado con el personaje de Kong. No sólo su diseño físico es sobresaliente, sino que muestra diversos matices emocionales: cólera, resentimiento, impotencia, humor, ternura animal y afecto (buena parte del mérito lo tiene Andy Serkis, el popular Gollum). Tercero, y lo mejor, la interpretación de la hermosa Naomi Watts. Su personaje es el eje del conflicto central y lleva todo el peso de la película, y la srta. Watts sale librada de ese peso de manera notable: logra dar verosimilitud a la relación de su personaje y del rey Kong, y su mérito es mayor considerando que el simio es una creación de computadora.•
   
     
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Características DVD: Contenidos: Disco 1: La película. Menús interactivos / Acceso directo a escenas. Disco 2. Los Extras: Diarios de producción de Peter Jackson / Isla calavera: Historia natural / New York 1933 . Formato: 2.35:1 , 16:9 (Anamórfico) (película) / 1.77:1 , 16:9 (Anamórfico) (extras). Idiomas: Castellano e Inglés. Subtítulos: Castellano, Inglés y Portugués (solo película). Duración: 123 mn. Distribuidora: Universal Pictures Iberia. Fecha de publicación: 4 de abril de 2006. También disponible en Blu-Ray
   
   
     
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KING KONG (2005) 
James Newton Howard
Decca Records B000BJ7CVQ, 2005. Duración: 74: 46.


COMENTARIO (Por Christian Aguilera): Diferencias artísticas llevaron a Peter Jackson a la decisión de prescindir de Howard Shore para la elaboración del score de la nueva versión de King Kong. A tenor de las imágenes de la segunda parte del film, en la que Shore, en persona, conduce la orquesta que aparece en el teatro neoyorquino, la decisión se tomó in extremis, a pocas semanas de presentarse el primer copión de esta macroproducción. Con semejante margen de tiempo, su sustituto, James Newton Howard, tuvo que ceñirse a unos conceptos musicales muy concretos, que no sabemos si dejaron satisfechos del todo al cineasta neozelandés pero que, en cualquier caso, están resueltos con una absoluta destreza y funcionalidad. La mayor aportación de Newton Howard ha sido la creación de un tema de amor, con diversas variaciones, que aporta una nota de lirismo y que tiene su punto culminante en las escenas en el Central Park, horas antes de que el gorila sea abatido en lo alto del Empire State Building. James Newton Howard pone a disposición de las espectaculares escenas sus habituales tempos dinámicos, envolventes, pero que ofrecen, a modo de subtexto, una lectura de cariz romántico que remite a la relación entre el gigantesco primate y su objeto de deseo (Naomi Watts), puntuado por unas notas al piano. El compositor norteamericano —otrora arreglista e instrumentista de la banda que solía acompañar a Sir Elton John en la década de los setenta, ha sabido congeniar intimismo con un exuberante espectáculo cinematográfico—, brindando su proverbial concepto sinfónico-melódico con texturas atonales que nos acompañan, sobre todo, en las escenas previas a la llegada de expedición a «la isla de las Calaveras». Para quien dio el salto a la primera división de los compositores de la cinematografía norteamericana a principios de los noventa —precisamente, a raíz de la confección de una partitura para El príncipe de las mareas, en la que suplió a John Barry, el autor de la banda sonora del King Kong de 1976, con excesivas concesiones a la época (un score sinfónico aderezado con pasajes pop)—, el reto de haber creado en pocas semanas un score de la calidad que atesora este film dirigido y producido por Peter Jackson le sitúa en una particular lista para los aficionados a la música de cine: a los nombres del británico John Scott (por Marco Antonio y Cleopatra) y Jerry Goldsmith (por Chinatown), entre otros, se debería añadir el nombre de James Newton Howard por firmar otro notable score en tiempo récord, a contrarreloj.•
   
       
   

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