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Catalogada de actriz dramática y bailarina en sus inicios —de ahí su contratación, a los diecinueve años, para intervenir en Luces de candilejas—, Claire Bloom fue especialmente a lo largo de los años sesenta una figura reconocida en ciertos círculos no tan sólo por su relación sentimental mantenida durante aquella década con Rod Steiger —extensible, en el plano profesional a un par de producciones cinematográficas (The Illustrated Man, Tres no caben en dos) y en algunas representaciones teatrales como The Outrage— sino por una actividad profesional trufada de apuestas arriesgadas, contracorriente, que con el devenir de los años han adquirido categoría de culto. Si bien durante su juventud Bloom trataría de perfeccionar su técnica interpretativa a través de una presencia continuada sobre los escenarios y en la representación para el cine de obras con una clara vocación dramática y/o trágica (Ricardo III, Los hermanos Karamazov, Mirando hacia atrás con ira, a partir de los textos de William Shakespeare, Feodor Dostoievski y John Osborne, respectivamente), a medio plazo haría efectiva su vinculación a proyectos, en principio, destinados, cuanto menos, a la incomprensión por parte del gran público por sus planteamientos abstractos y/o surrealistas. Así pues, Bloom participaría en una relación de títulos que demuestra, una vez más, el carácter extraordinariamente experimental por el que apostaba parte de las producciones anglosajonas de la década de los sesenta. En el terreno de lo fantástico se circunscribían la mayoría de estas producciones (El maravilloso mundo de los hermanos Grimm, The Haunting, Charly, The Illustrated Man), por regla general, propuestas imaginarias, de presupuesto bajo o medio que tratan de crear un estilo propio sin menoscabo de un contenido que propone una sugerente lectura a distintos niveles. Pero, al igual que aconteciera con algunos de sus trabajos concebidos durante ese periodo, como Confidencias de mujer o Cuatro confesiones —en la que su esposo por aquel entonces Rod Steiger, se vio imposibilitado de protagonizar esta versión americana de Rashomon (1950) en beneficio de Paul Newman— en las que se eliminarían o recortarían determinadas escenas, la censura afectaría al personaje creado por Bloom en The Haunting, dejando que el espectador conjeturara sobre la naturaleza lésbica de Theo en relación al otro personaje femenino de la función, el interpretado por Julie Harris. No obstante, Bloom estaba habituada a construir los personajes con una extraordinaria economía de gestos, apoyada en un calculado juego de miradas que denotan sensibilidad, serenidad, unas ciertas dosis de frialdad y perversión, que no hacía imprescindible la inclusión en el metraje final de escenas demasiado explícitas. En este sentido, la composición de la bibliotecaria Nan Percy en El espía que surgió del frío —en el que supuso su reencuentro con los escenarios grises del Berlín de postguerra tras su experiencia en Se interpone un hombre— resultaría paradigmática, concebida en un momento de gracia para la actriz londinense. Pero el prestigio acumulado durante aquella etapa de esplendor no fue suficiente para abordar con garantías una posterior etapa —una vez consumada su ruptura conyugal con Rod Steiger, a la que sin duda influyeron los estrepitosos fracasos económicos de The Illustrated Man y sobre todo de Tres no caben en dos, protagonizados por la popular pareja— que para decepción de sus admiradores, tan sólo arroja un trabajo equiparable en intensidad y emotividad a los abordados con anterioridad: el de Audrey, la ex mujer del escultor Thomas Hudson (George C. Scott), y madre de tres hijos varones. Su aparición en escena en La isla del adiós —una fiel adaptación de la novela póstuma de Ernest Hemingway—, envuelta en un halo de misterio mientras la brisa marina recorre su rostro envejecido, no es más que un acto premonitorio de lo que serían sus apariciones posteriores en el cine: la de una figura fantasmagórica que, en su tiempo, había iluminado producciones arriesgadas que, en la actualidad, gozan del estatus de cult movies o de clásicos contemporáneos merced a sus esporádicos pases televisivos, reediciones en formatos digitales o revisiones en filmotecas, como es el caso de The Haunting, Charly, Cuatro confesiones, La isla del adiós y Mirando hacia atrás con ira. |