55 EDICIÓN FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE FANTÁSTICO DE SITGES 2022 |
LA ERA DEL MULTIVERSO
Crónica de Àlex Aguilera Couceiro Fiel a su cita, se celebró entre el 6 y el 16 de octubre de 2022, la 55 edición de un festival que año tras año transmite ese anhelo casi inconsciente de asistir a él casi con los ojos cerrados. Un grado de implicación y lealtad del aficionado para con un evento que parece, en apariencia, reinventarse. Un espejismo dentro de un oasis en el que se encuentra la población costera de Sitges, ya de por sí dotada de un micro clima que la hace especial incluso para los allí residentes.
Como no podía ser de otra manera, Sitges muta en su leit motiv cada año: ¿es ello una fachada o un grado de diferenciación para con otras ediciones? El equipo que lo organiza lo definiría como un estandarte, una excusa o un homenaje. En cualquier caso, siempre es grato difundir una idea, un nombre o una efeméride. A raíz del estreno de Doctor Strange: El multiverso de la locura (2022) de Sam Raimi se ha ido generando una corriente de opinión alrededor de este término tan versátil, postmoderno y ambiguo como es el multiverso, algo así como las realidades paralelas, la imaginación en sentido abstracto o la multiplicidad de puntos de vista. En cualquier caso, algo latente entre la juventud de hoy en día, aunque difícilmente definible. Pues bien, el film que inauguró —no el Festival— sino este concepto en la pantalla grande fue con sus efectos digitales por ordenador integrados —de forma bien visible—, Tron (1982); por vez primera en un film de ficción, marca Disney, eso sí. A simple vis
![]() Con todo el festival arrancó con la esperada cinta de un ilustre nombre ligado al festival desde sus inicios como cortometrajista —sin el beneplácito con el que goza hoy en día—: Jaume Balagueró. Venus sería el título elegido para dicha apertura; no obstante ello, cabe constatar que el prescindir de la anunciada desde el pasado festival de 2021 de la adaptación de Torcuato Luca de Tena y su magna Los renglones torcidos de Dios, estrenada al día siguiente (7 de octubre), hubiese conferido un mayor empaque si cabe cultural a esta controvertida cinta de manicomios y situaciones de pesadilla a cargo de Oriol Paulo. Si bien el cronista optó por rememorar el clásico Kwaidan (el más allá) de M. Kobayashi en su versión íntegra. A expensas de ver el film de Balagueró en otro momento, el festival transcurrió por los cauces de la más absoluta normalidad, como antes de la malnacida Pandemia; también en cuanto a las múltiples proyecciones haciendo honor al leitmotiv de este año.
Pasaremos a resumir y condensar lo que para uno —y no dos como en un principio estaba previsto— fue y es el devenir de un certamen tan necesario como prescindible alguna de sus innumerables sesiones. Una acotación al respecto: sí lo que se intenta es que la gente allí desplazada también pueda degustar con calma la llamada cocina mediterránea, ¿por qué se hace hincapié cada año en asistir al mayor número de proyecciones posibles por mor de seguir la estela de todo aquello que está en competición o fuera de ella? Ahí queda esa reflexión.
SECCIÓN FICIAL A COMPETICIÓN
Nada menos que treinta y dos cintas que darían por si solas para un único festival de género; de aquí una de esas tomas de distancia con otros certámenes. Todo hay que d
![]() Estrenos mundiales, europeos y nacionales que, en la mayoría de los casos, no volverán a verse en la gran pantalla gracias a la política de estrenos inminentes en plataformas y la escasez de pantallas de gran formato en nuestro país. Un arma de doble filo, en cualquier caso. Irati de Paul Urkijo capitaneaba este listado de films, por su excepcionalidad y gusto por las líneas que bordean el fantástico más hegemónico y visible; toda una amalgama de condicionantes para sobresalir sobre el resto. Únicamente la vencedora Sisu, convergería en originalidad y puesta en escenas; así como la esperadísima Pearl, aunque, a la postre, decepcionante vista a compararla con su predecesora en el tiempo, X, del homenajeado Ti West. Cintas de dudosa categoría y guion endeble como la voluntariosa Nocebo —con una asustadiza Eva Green, presente en el certamen en su rango de estrella consolidada—, o la noruega Maretittet —con una aire dejà vu que la hace aún más vulnerable—; por no decir de la ampulosa cinta francesa La tour, cuyo final deja tan indiferente al personal como su oleada de insensateces vividas en una comunidad atípica de vecinos divididos por etnias (sic); o bien, la incorregible Resurrection, en que una esforzada Rebecca Hall nos quiere hacer creer que su ex marido está embarazado (Junior en la retina) de un bebé al que años atrás hizo desaparecer. Por su parte, y en esa línea imaginaria que es la central, restaría Something in the Dirt, del binomio Justin Benson-Aaron Moorhead (El infinito), donde su discurso de una realidad paralela que condiciona la vida de dos bohemios californianos dista mucho de ser una cinta convencional y mucho menosdescifrable para el gran público. Tediosa e irreverente en su concepto inicial; gustó por el hecho de diferenciarse del resto de propuestas y por su carácter extremadamente independiente, al punto de que sus autores apenas dieron entrevistas al no tener distribuidora en España —dicho literalmente por sus representantes—. Ojiplásticos nos quedamos con la representación en pantalla de
![]() En definitiva, una sección que este año dista mucho de contar con títulos de renombre o que sean recordados en los años sucesivos, a excepción de la favorita del público: Project Wolfhunting, cinta de acción coreana —del sur, claro está- al uso, con extremas dosis de violencia y hemoglobina a raudales. Cosecha del veintidós.
PANORAMA FANTÀSTIC
Sección que sigue siendo la favorita de un servidor desde su aparición. La segunda en importancia del certamen y la instalada casi en exclusiva en la sala Retiro. Dentro de una programación que contabilizaba una veintena de propuestas actuales, se postularon como propuestas relevantes dos cintas: la extrema cinta austríaca Family Dinner y la hongkonesa Tales From the Occult. Ambas no decepcionaron a fans irredentos ante tanto salvajismo. No obstante ello, las cintas que centraron nuestra atención nada tendrían que ver con estos dispares trabajos. Bendecir los cuatro elementos y personajes con los que contaba la ignota cinta norteamericana de Rebekah McKendry y su Glorious, con la estela de H. P. Lovecraft y su El color que cayó del cielo, y la voz en off de J. K. Simmons; la rabiosamente actual The Harbinger con pesadillas en el seno de una comunidad que se halla en plena ola mortal de la pandemia; la aceptable Monster Movie canadie
![]() ![]() Para finalizar, dejamos la que para mí ha sido la mejor cinta de este año del festival, Wolfkin / Kommunion, primer largometraje del luxemburgés Jacques Molitor. Ignota cinta de un pequeño país que apenas ha dado cintas en solitario en el mercad
![]() OTRAS SECCIONES, OTROS INVITADOS
De las demás secciones adscritas al festival de una u otra manera, la de Órbita supuso un regreso tras la época gris de estos últimos dos años. Más por falta de espacio para determinadas propuestas inclasificables que por un modelo asumible, la suya albergó en su catálogo cintas del calado de As bestas, de Rodrigo Sorogoyen. La esperada cinta vista en Venecia y San Sebastián no desmereció en absoluto, por su excelente condensación de géneros (western, denuncia social, thriller,…) y su manera de narrarlo. Aun así, algunos periodistas allí desplazados pospusieron su visionado en un entorno menos "fantástico". En su lugar, sí quisieron desplazarse a degustar las coreanas Hunt y A Man of Reason, sendas jugadas seguras que captaron la también atención del público.
Anima’t volvió a ser el lugar de reunión de los fans del dibujo animado puesto al servicio de las imágenes digitales en movimiento. Accedimos a la plúmbea cinta nihilista japonesa Ikuta No Kita, de Koji Yamamura. El mérito de estar hecha a mano y sin diálogos no justifica un visionado que se nos hice interminable pese a la escasa hora de duración.
![]() Un tanto de lo mismo pasaría con Sitges Documenta, loable propuesta de reunir los mejores o más especializados documentales alrededor de alguna figura o movimiento dentro del género fantástico. Casi una docena de los mismos se dieron cinta de manera distinta en, especialmente, la insuficiente sala Tramuntana. Desde la más que justificable presencia de 1982: Greatest Geek Year Ever hasta la nostálgica El valle de Concavenator, del esforzado cineasta español Víctor Matellanos, con Colin Arthur como artista invitado tras su paso en 1993 por el certamen, pasando por la maravillosa Lynch / Oz del más que habitual Alexandre O. Philippe, el panegírico REC sin pausa, de Diego López-Fernández (a la sazón, director adjunto del festival) hasta Hollywood Dreams & Nightmares: The Robert Englund Story, con el esquivo actor californiano erigido por siempre en Freddy Krueger, todo han sido alabanzas para con una sección cada vez más importante en este tipo de festivales en detrimento de otras como la dedicada a los clásicos. En este caso, una docena de ellos, con una magnífica copia restaurada en 4K de Picnic en Hanging Rock (1975) de Peter Weir, la mencionada Kaidan o la menos memorable aunque digna en su aportación, Dog Soldiers (primera cinta de un Neil Marshall, quien hizo una espantada aún sin justificar ante los periodistas solícitos de entrevistas), o bien una proyección lamentable de Conan, el bárbaro (1982); en cambio, las autóctonas y casi invisibles La barca sin pescador (1963), de Josep M
![]() SECCIÓN OFICIAL FUERA DE COMPETICIÓN
En algún lugar del universo, el cine de las Majors parece estar en deuda con el espectador. Esto podría ser una paradoja si avistamos las propuestas que el cine fantástico de gran presupuesto nos oferta año tras año, sin que la creatividad forme parte de estos estrenos en pantalla grande. Una amalgama de cintas cuya cabeza de cartel estaría en Halloween Ends, el supuestamente definitivo cierre de esta longeva saga
![]() De la sección Noves visions, nos decidimos por asistir a modo de testimonio (el tiempo ni los horarios daban para más) a la parcialmente lograda La montagne con un montañero entrado en años que descubre que una de las cimas a las que se adentra le dota de un extraño don lumínico. De Saloum, poco o nada a destacar de esta exótica senegalense más allá de su carácter reivindicativa de un erial por descubrir en este vasto territorio que años atrás albergó el mítico París-Dakkar, curiosamente cancelado por los continuos ataques terroristas, algo que está inmerso en la trama de esta expectante cinta de acción y brujería.
El colofón de esta edición se dio con una gala que presentó el estreno europeo de Hasta los huesos: Bones and All. No asistimos a ella debido al cansancio acumulado durante los diez días precedentes y a la coincidencia con otras secciones, amén de concebir un festival como un todo y no como una única sección de gala de clausura. Sí me gustaría hacer una reflexión final en cuanto a la popularidad del certamen; este debería medirse también en cuanto al precio que cada espectador debería pagar por una entrada, teniendo en cuenta que con el precio de ellas (diez € de media; dando igual si se ve en el Auditori o el Tramuntana) se puede pagar durante un mes la cuota de una plataforma.•
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