El 1 de diciembre de hace 87 años nació Allan Stewart Koninsberg en Nueva York, adoptando al cabo del tiempo el nombre artístico de Woody Allen. Sometido en los últimos años al escrutinio de la prensa más sensacionalista y de las redes sociales, Allen rueda en París estas semanas su largometraje número 50 tras las cámaras, Wasp 22. Aunque no se se sabe con certeza podría tratarse de su despedida de los platós cinematográficos. Sea como fuere, Woody Allen no ha dejado de salir del foco mediático ya sea gracias la publicación de su libro autobiográfico A propósito de nada (Alianza Editorial, 2021), una nueva colección de relatos conocida en nuestro país bajo el genérico Gravedad cero (Alianza Editorial, 2022) o Allen Vs. Farrow (2021), documental compuesto por cuatro episodios que desvelan aspectos de la vida íntima de la otrora pareja formada por el cineasta neoyorquino y la hija del director John Farrow y de la actriz Maureen O'Sullivan. En el mismo se plantean cuestiones que han sido tildadas por el propio Woody Allen de "pura difamación". Tratando de sustraerse de semejantes controversias y, una vez vetado en su país de origen, Allen ha vuelto a colocarse tras las cámaras con Wasp 22, compartiendo experiencia en el set de rodaje con el prestigioso director de fotografía Vittorio Storaro, al servicio de una historia con ciertos paralelismos con Match Point (2005).
Woody Allen es uno de los más claros ejemplos de director que ha asumido una madurez en su cine a lo largo de los años. Como consecuencia de esta evolución, Allen ha pasado de ser un gagman respetado en algunos círculos reducidos de su ciudad natal, a mediados de los sesenta a ser uno de los autores que hacen de cada propuesta cinematográfica una cita ineludible para los buenos aficionados, en especial, a la comedia elaborada. Por consiguiente, sus primeros films se encuentran a una gran distancia con respecto a sus trabajos recientes en cuanto al plano técnico, al ensamblamiento entre secuencias dramáticas y cómicas, y a la dirección de actores. Desde su debut oficial con ¿Qué tal, Pussycat?, en la que substituyó como guionista a I.A.L. Diamond —habitual de los films de la segunda etapa de Billy Wilder— hasta El dormilón, su cine podría catalogarse de naïf, notablemente influido por su periodo como stand-up comedian, sin apenas recursos estilísticos brillantes. La última noche de Boris Grushenko marca un cambio de orientación en la carrera de Woody Allen, en el que se apuntan temas que serán una constante en sus futuras producciones: la religión, la muerte, las relaciones con las mujeres, ... De hecho, Annie Hall, su siguiente film, es valorado como un título semiautobiográfico, y por tanto, donde comienzan a darse cita todos estos temas hasta entonces tan sólo esbozados. Manhattan incide también en esta línea y demuestra las enormes posibilidades de Allen como escritor de comedias dramáticas y el uso que hace de la ciudad de Nueva York como pocas veces se había utilizado en el cine hasta entonces. Ambos films sirvieron para establecer las bases de un equipo prácticamente indisociable en el que se incluyen los productores Charles H. Joffe y Jack Rollins, el montador Mel Bourne y el asesor-director musical Dick Hyman. En el apartado del director de fotografía, Allen ha alternado entre Carlo Di Palma (asiduo operador de Michelangelo Antonioni) y Sven Nykvist (colaborador titular de Ingmar Bergman)en las dos últimas décadas. El favor de crítica y público que le otorgan comedias como Manhattan y Annie Hall hacen que Woody Allen experimente con un material dramático —September, Otra mujer, en que retoma los planteamientos bergmanianos de Interiores o fellinianos de Recuerdos— en los años venideros. Pero el grueso de su filmografía sigue atesorando un entusiasmo por la comicidad fundamentada en sólidos guiones, generalmente firmados en solitario, a excepción de sus colaboraciones con los también directores Marshall Brickman (Annie Hall, Manhattan, Misterioso asesinato en Manhattan) y Joseph McGrath (Balas sobre Broadway). A pesar de que en el apartado del equipo artístico han habido variaciones —Mia Farrow pasó a ser la musa de Allen en los ochenta, en detrimento de Diane Keaton, a quien volvió a recuperar en Misterioso asesinato en Manhattan tras el tormentoso affair suscitado con la hija de Maureen O'Sullivan—, la obra del director judío ha seguido un trazo firme, regular en un tono alto que tan sólo han sabido mantener muy pocos cineastas de su generación. Por encima de matices, la filmografía de Allen se inscribe con letras mayúsculas en la industria del cine por su fluidez narrativa, su ingenio y una sabia reflexión sobre las relaciones de pareja desde una mirada cáustica e irónica, pero también amable y sincera. Perfeccionista y extraordinariamente autocrítico —al propio Allen tan sólo le satisfacen plenamente
cinco o seis films de su extensa filmografía, y rodó dos veces September supliendo a la mayoría de los intérpretes inicialmente escogidos— el autor de El dormilón ha tratado de enfrentarse a nuevos retos estilísticos o temáticos con desigual fortuna, desde su apego al uso del blanco y negro (Manhattan, Recuerdos, Zelig, Broadway Danny Rose, Sombras y niebla, Celebrity) para crear una atmósfera más convincente, hasta la planificación semidocumental de Maridos y mujeres, la creación de un musical atípico en Todos dicen I Love You o sus particulares homenajes al cine de género, ya sea la comedia italiana de los cincuenta en su derivación de «atracos perfectos» (Granujas de medio pelo) o del cine negro de la época dorada (La maldición del escorpión de Jade, Misterioso asesinato en Manhattan). Una clara muestra de lo que no debe renunciar nunca un autor: la permanente búsqueda de nuevas fórmulas de comunicación y de expresión artística. Su ritmo de una película anual le permite este afán experimentador. La labor cinematográfica desempeñada por Woody Allen frente a otros realizadores ha seguido una línea discontinua, hasta constituir una excepción en los últimos decenios. Buena parte de los papeles interpretados bajo el amparo de directores de diferente recorrido (Herbert Ross, Martin Ritt, Paul Mazursky) mantienen ciertas conexiones con su propio discurso cinematográfico. Probablemente, el personaje de Allan Felix en Sueños de seductor contribuyó sobremanera a crear un arquetipo del celuloide: cinéfilo, obsesivo con las mujeres, gesticulante, ingenioso... Es decir, Woody Allen. Pero en esta trayectoria paralela también se encuentran títulos que se desmarcan de un concepto centrado en la comicidad, para abordar temas como la «caza de brujas» en el seno de los estudios de televisión en la primera mitad de los años cincuenta. La tapadera —rebautizada El testaferro para una de sus reposiciones en el estado español— partía del conocimiento de primera mano que tenían el guionista Walter Bernstein y el director Martin Ritt de aquella época de represión ideológica. Woody Allen fue escogido por Ritt para recrear a Howard Prince, un modesto cajero que firma los guiones para televisión de escritores que figuran en las «listas negras» por su supuesta filiación comunista. El estreno de La tapadera coincidía con el inicio de una etapa de madurez en la carrera como director de Woody Allen. A partir de entonces, Allen ha concentrado sus esfuerzos en la escritura de guiones —una fuente inagotable, ya que él mismo ha desvelado tener una veintena en el cajón— y la preparación de los ensayos con una ecléctica relación de actores. Únicamente Paul Mazusky pudo valerse del concurso de Woody Allen como coprotagonista para dar réplica a Bette Midler en Escenas en una galería, otra vuelta de tuerca sobre las relaciones de pareja, desde un posicionamiento agridulce. Por su parte, Wild Man Blues aborda el lado humano de Woody Allen, desde su relación con sus nonagenarios padres hasta su afición por el clarinete que le ha llevado a ofrecer varias giras, junto con su banda, por distintas ciudades europeas en los últimos años. Pero la visión de este documental realizado por la especialista Barbara Kopple desvela que la realidad y la ficción no difiere en demasía. La ruptura entre Allen y Farrow sería un buen ejemplo.
⇒
Ir a FICHA PERSONAL de WOODY ALLEN