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Senderos de gloria Paths of Glory |
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Director (es) : Stanley Kubrick | ||||||||||||
Año : 1957 | ||||||||||||
País (es) : USA | ||||||||||||
Género : Drama | ||||||||||||
Compañía productora : Bryna Productions para United Artists | ||||||||||||
Productor (es) : James B. Harris | ||||||||||||
Compañía distribuidora : C. B. Films (estreno en España: 1986) | ||||||||||||
Guionista (s) : Jim Thompson, Calder Willingham, Stanley Kubrick | ||||||||||||
Guión basado en : la novela homónima de Humphrey Cobb | ||||||||||||
Fotografía : George Krause | ||||||||||||
Director (es) artistico (s) : Ludwig Reiber | ||||||||||||
Vestuario : Ilse Dubois | ||||||||||||
Maquillaje : Arthur Schramm | ||||||||||||
Música : Gerald Fried | ||||||||||||
Montaje : Eva Kroll | ||||||||||||
Sonido : Martin Müller | ||||||||||||
Ayudante (s) de dirección : H. Stumpf, D. Sensburg | ||||||||||||
Duración : 86 mn | ||||||||||||
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Kirk Douglas
Adolphe Menjou George Macready Ralph Meeker Wayne Morris Joseph Turkel Bert Freed Timothy Carey Richard Anderson Suzanne Christian Peter Capell Ken Dibbs Emile Meyer John Stein Roger Vagnoid Harold Benedict Ira Moore Paul Boes Leaon Briggs Frederic Bell |
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Francia, 1916. El ejército francés combate a las tropas alemanas en un frente de setecientos cincuenta kilómetros, desde el Canal de La Mancha hasta la frontera con Suiza. Al mando de uno de los batallones galos, el General Mireau condiciona sutilmente la toma del Agnoc a la obtención de una condecoración después de una conversación sostenida con el General Broulard. El Coronel Mireau comunica al Coronel Dax el inminente ataque al Agnon, un punto estratégico de vital importancia para el desarrollo de la contienda. El cálculo del número de pérdidas se cifra en más de la mitad de los soldados que participarán en la ofensiva. En el curso del operativo militar, las tropas lideradas por el Coronel Dax se ven en la necesidad imperiosa de retornar a sus puestos debido al continuo bombardeo que están sufriendo sin apenas capacidad de reacción. El Coronel Mireau, que se encuentra supervisando la acción del regimiento, manda atacarlos cuando empiezan las primeras maniobras de retroceso. Ante la disconformidad de ejecutar la orden, el Coronel Mireau convoca un consejo de guerra como represalia. Los soldados Ferol y Arnaud, y el Cabo Paris, son los elegidos como cabezas de turco para ser fusilados en un breve espacio de tiempo, después de celebrarse un presunto consejo de guerra en el que el Coronel Dax actúa como parte defensora. | ||||||||||||
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VENCEDORES O VENCIDOS Por Christian Aguilera
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Aprender de los errores es un oficio en sí mismo. Este aforismo, que bien pudiera formar parte de A New Dictionary of Quotations de H. L. Mencken —una de las múltiples lecturas que tuvieron ocupado a Stanley Kubrick— tiene su razón de ser por un concepto esencial que diferencia Fear and Desire de Senderos de gloria. En su opera prima, Kubrick se dejó seducir por la idea de un ejército imaginario —quizás debido a la influencia de un título como El gran dictador (1940), de su admirado Charles Chaplin—, derivando en que el espectador no se identificara con tal propuesta. Ese error de partida, al tratarse de un drama, lo tuvo en consideración a la hora de abordar el guión de Senderos de gloria, que parte de una novela escrita en 1934 por el ex combatiente canadiense Humphrey Cobb. Largamente ignorada por las editoriales, empero, en 2005, Nebular publicaría una traducción al castellano de este incunable que Kubrick había leído durante su adolescencia. De aquel lejano recuerdo quedaría en él la impronta de una obra que presenta un panorama bélico de una crudeza inusitada hasta el punto de convencer a su socio James B. Harris para que, después de la experiencia conjunta en Atraco perfecto —saldada con un ligero déficit económico pero con un notable progreso artístico en relación a Fear and Desire—, adquirieran los derechos de la novela de Cobb. Preservar el episodio vivido en suelo francés durante la Primera Guerra Mundial era una condición sine qua non para Kubrick y Harris, aun a sabiendas que la viabilidad del proyecto había pasado en su tiempo por un cambio de emplazamiento, siendo sugerida la idea de permutar la Rusia prerevolucionaria por la Francia de la primera década del siglo XX. Los continuados aplazamientos de los proyectos que giraban en torno a la adaptación de la obra de Cobb, a finales de los años cincuenta dejaron el campo expedito al binomio Kubrick-Harris para desarrollar su propia línea argumental. Sopesando los pormenores que representaría la participación de Kirk Douglas en el proyecto, ambos llegaron a la conclusión que sería fundamental para conseguir la financiación suficiente, cifrada en casi un millón de dólares. Douglas aportaría su nombre y el de su productora, la Bryna, que figura en los créditos iniciales pero que, en realidad, en nada interfirió en el quehacer del tándem Kubrick-Harris, amos y señores de un proyecto que les colocaría nuevamente sobre la senda del éxito creativo. ![]() Dispuesto a repetir la misma fórmula de colaboración que había marcado la pauta de los buenos resultados obtenidos con Atraco perfecto, Kubrick volvió a contar con el guionista de éste, Jim Thompson, además de incorporar en su particular staf técnico a Calder Willingham, un escritor que había despuntado con una obra, End As a Man, que cuestiona el sentido de deshumanización que vive el hombre en un ambiente castrense. Toda esta confluencia de personalidades daría lugar a un texto que distaba en diversos aspectos del original de Cobb pero, en que a la postre, conservaba esa primera impresión que había percutido en la mente de Kubrick a temprana edad.
Kubrick siempre se mostró como un cineasta ambicioso. Pero en aquel periodo de su existencia se trataba de una ambición bien medida en términos financieros, ya que parecía tener la presunción de que su carrera podría quedar en la cuneta si los costes de producción se disparaban en demasía y, en consecuencia, si los resultados económicos no eran favorables su suerte podría tambalearse. Una perspectiva bien cierta al saberse él mismo tomando las riendas de su propia unidad de producción, junto a Harris. Así pues, Senderos de gloria se limita a ochenta y dos minutos de metraje, que se corresponden con un desarrollo lineal —a diferencia de Atraco perfecto— de una historia que compete a tres soldados acusados de cobardía, a cuya defensa acude el Coronel Dax (Kirk Douglas), enfrentándolo a la cúpula militar destacada en una zona cercana a París. Como apunta Stuart Klawans en su ensayo sobre las películas que toman como marco la Gran Guerra, Senderos de gloria explica muchas más cosas y de forma más legible sobre los mecanismos de poder que se reproducían a diario en la misma —extrapolable a otros frentes bélicos: de ahí su carácter universal que sirvió para que Alexander Walker la definiera como «la tesis doctoral de Stanley Kubrick»— que el grueso de una producción demasiado condicionada por evitar problemas con la censura interna o externa a las productoras. Esa encomiable capacidad de síntesis a la que alude implícitamente Klawans al referirse a Senderos de gloria propicia que
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Características DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Trailer original de cine. Formato: Pal 1.33:1, 4:3. Idiomas: Castellano, Inglés, Francés, Alemán e Italiano. Subtítulos: Castellano, Francés, Italiano, Holandés, Ingles para sordos y Alemán para sordos. Duración: 84 mn. Distribuidora: Twentieth Century Fox. |
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Editorial: Capitán Swing.
![]() ![]() ![]() ![]() Colección: Polifonías.
Autor: Humphrey Cobb.
Fecha de publicación: mayo de 2014.
prólogo de David Simón.
Traducción de Ricardo García.
"¿Quién ha hablado aquí de justicia? Eso no existe.
La injusticia forma parte de la vida, igual que el clima.
Y usted vuelve a escabullirse de la cuestión.
No va a ser fusilado por un delito que no ha cometido.
Va a ser fusilado para dar ejemplo.
Esa es su contribución a la victoria en la guerra.
Una contribución heroica, si así lo prefiere usted".
Capitán Sancy, Compañía número 4
COMENTARIO (Por Sergi Grau): El 28 de julio de 2014 se cumplen cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial, conflicto bélico que marcó decisivamente el curso del siglo XX en instancia ideológica-política, en buena medida porque aquella guerra que en palabras de Woodrow Wilson «iba a terminar con todas las guerras» dejó un reguero de víctimas inasumible —más de nueve millones de combatientes perdieron la vida, indudablemente uno de los conflictos más mortíferos de la Historia— a causa del estancamiento táctico —la guerra de trincheras— con el que se resolvió trágicamente el dispendio industrial y la sofisticación tecnológica. La conmemoración de ese siglo del inicio de la Gran Guerra, sin duda pertinente, ha dado lugar en España a la edición o reedición de diversas obras escritas sobre la contienda, la mayoría de ellas escritas por hombres que fueron testigos directos o participantes en el conflicto y que, en consecuente lógica, se caracterizan por un abierto antibelicismo. Entre esa hornada de títulos se pueden citar, entre otras, Cuadernos de Guerra 1914-1918, de Louis Barthas (Voces, Ensayo); Tres soldados, de John Dos Passos (DeBolsillo); Nos vemos allá arriba, de Pierre Lamaitre (Salamandra); el volumen Trilogía de la I Guerra Mundial, de Erich María Remarque (Edhasa); o 14, de Jean Echenoz (Anagrama). Y por supuesto también la obra aquí reseñada, que la editorial indie Capitán Springs ha tenido a bien editar dentro de su colección “Polifonías”, edición altamente atractiva, en su formato, esmerada traducción —f
![]() Tras servir en el ejército durante la Gran Guerra, Cobb trabajó en el comercio de acciones de la marina mercante y colaboró con la Oficina de Información de Guerra (precursora de la OSS y predecesora de la CIA), dedicándose principalmente a escribir propaganda en el extranjero. Murió joven, a los cuarenta y cinco años, pero nos legó dos sobresalientes novelas del género bélico, esta Senderos de gloria (1935) y Todos fueron valientes (1938), amén de dejar una leve impronta en la industria del cine, donde fue guionista principal en la película San Quintín (1937), protagonizada por su tocayo Humphrey Bogart. Cierto es, en cualquier caso, que es discutible que ahora mismo escribiríamos esta reseña o leeríamos a Cobb si no fuera por la celebérrima adaptación fílmica que de la obra llevó a cabo Stanley Kubrick en 1957. Buena prueba de ello es el hecho de que en la portada de la edición rubricada por Capitán Springs aparezca una imagen de aquella película, un plano medio de Kirk Douglas agazapado en una trinchera, curiosamente la misma fotografía que los responsables de la revista Dirigido han escogido para la portada de su revista de julio de 2014, que, también en la solfa conmemorativa del inicio de la Primera Guerra Mundial, propone la primera parte de un monográfico sobre grandes películas de todos los tiempos que se ocuparon de aquel conflicto.
La elección de David Simon para escribir un prólogo a la novela resulta interesante. Invita a pensar en los lazos existentes entre obras de formatos tan distintos y distantes como, por un lado, la novela de Cobb, y, por el otro, las series que Simon ha abanderado, Treme y principalmente la citada The Wire. Simon no se refiere en su prólogo a esos lazos, pero para el conocedor de su obra son inequívocas: tanto Cobb como Simon priman una descripción rab
![]() El libro se estructura en tres partes que empero se suceden en continuidad, pues el completo relato discurre en nada más que dos noches, el día que transcurre entre medias y el amanecer subsiguiente, momento del fusilamiento de los soldados, con el que Cobb termina su historia. Esa división sí sirve para enfatizar lo secuencial de ese funcionamiento burocrático y también lo implacable e ineluctable de las decisiones que toman “los de arriba” y que se ceban, con tanta injusticia como impunidad, con “los de abajo”. Esa estructura va de la mano de un estilo narrativo directo, a menudo clarividente en la edificación de diálogos, y que apenas se permite uno
![]() Probablemente cualquier lector de la novela tendrá hoy en mente las imágenes de la obra maestra de Kubrick. El cineasta, también cofirmante del guión junto al novelista Jim Thompson y el dramaturgo Calder Willingham, rubricó una adaptación fílmica de la novela que, sin s
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PATHS OF GLORY (1957) |
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