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Llamada para el muerto
The Deadly Affair
     
    Director (es) : Sidney Lumet
    Año : 1967
    País (es) : USA
    Género : Thriller
    Compañía productora : BCL para Columbia Pictures
    Productor (es) : Sidney Lumet
    Compañía distribuidora : Columbia Films S. A.
    Guionista (s) : Paul Dehn
    Guión basado en : la novela de John Le Carré
    Fotografía : Frederick A. Young en Technicolor
    Director (es) artistico (s) : John Howell
    Vestuario : Cynthia Tingay
    Música : Quincy Jones
    Montaje : Thelma Connell
    Ayudante (s) de dirección : Ted Sturgis
    Duración : 107 mn
   
     
    James Mason
Simone Signoret
Maximilian Schell
Harriet Anderson
Harry Andrews
Kenneth Haigh
Lynn Redgrave
Robert Flemyng
Max Adrian
Les White
Corin Redgrave
Roy Kinnear
Maria Charles
Paul Hardwick
Stanley Leber
Timothy West
Charles Kay
Paul Hardwick
David Warner
Stanley Leber
Timothy West
   
   
    Tras su destierro en Berlín, el agente de espionaje Charles Dobbs retorna a su Inglaterra natal. Ya en su decadencia física, sus superiores le designan un caso que, si bien en un principio parece puramente rutinario, posteriormente se desvela complejo. De la hipótesis primaria en la que un funcionario del gobierno se ha suicidado, y se acaba de descubrir una carta que le relaciona con actividades filocomunistas y de haber revelado información confidencial, se pasa a la convicción, por parte de Dobbs, de que ha sido asesinado. Las dudas de Dobbs quedan totalmente despejadas cuando visita a la viuda del funcionario, Elsa Fennan, una mujer judía que había estado en uno de los campos de concentración nazis. Mientras procede a averiguar quien es el autor de la carta y de la supuesta nota anunciando el suicidio del Sr. Fennan, cuya tipografía coincide en ambos casos, Dobbs vive su particular crisis sentimental al descubrir que su esposa Ann trata de vencer su infidelidad manteniendo una relación amorosa con Dieter Frey, un antiguo amigo del espía británico que acaba de llegar a Londres procedente de la capital helvética.
   
   
   

DOBLE MISTERIO
 
Por Lluís Nasarre
El film de Sidney Lumet, Llamada para un muerto se basa en la primera novela de John le Carré (1931- ) protagonizada por su famoso personaje George Smiley. La obra, a pesar de ser la que sirvió para presentar a ese agente del Servicio Secreto —corría 1961—, está considerada a nivel literario, como una de sus novelas menos importantes. Sin embargo, la adaptación cinematográfica efectuada por Lumet, con un título original —The Deadly Affair más genérico, tiende a ser más oscura que su original literario por voluntad del cineasta. Eso no dista en absoluto para que la película resulte una buena traslación al celuloide y de que incluso mejore algunos difusos aspectos que contiene la novela. Es por ello que posiblemente Llamada para un muerto pase por ser el inicio cinematográfico, en lo que a adaptaciones de le Carré se refiere, de la opción estilística secundada por Tomas Alfredson en 2011 para la realización de la nueva adaptación de El topo, cuyo original literario su publicó en 1974.
   Debido a que la Paramount tenía los derechos sobre el nombre de George Smiley por el magnífico film El espía que surgió del frío (1965) —en el que Smiley desempeña un papel relativamente pequeño— Columbia, productora del film de Lumet, se vio obligada a cambiar el nombre de su protagonista principal —encarnado estupendamente por James Mason— por el de Charles Dobbs. Paul Dehn, guionista del film (como también lo fuera del de Martin Ritt) y de James Bond contra Goldfinger (1964), confecciona un Dobbs perfectamente trasladado del original de le Carré. Porque a si través de las páginas de la novela, el lector descubría (1) «que se trata de alguien que no tiene padres importantes, ni ha acudido a una buena escuela; que es alguien que viajaba sin etiquetas en el furgón de equipajes del expreso social y que es aficionado a los poetas olvidados y que entró en el Servicio Secreto tras un paso vulgar por la universidad de Oxford ...», el espectador intuirá todos esos aspectos en la interpretación de Mason. Por decirlo de algún modo, Smiley/Dobbs/Mason es el reverso exacto y matizado de James Bond, pero no del Bond imposible de las películas, sino del de Ian Fleming, notablemente más humano. Nada hay en él de extraordinario. Tiene aspecto de burócrata y su modo de vida es escasamente sofisticado...se siente pedestre y anticuado. Smiley es viejo y sospecha que, en realidad, lo que nunca ha llegado a ser es joven. Miope y más bien rechoncho, anodino, silencioso y dotado de una inalterable capacidad para vestirse sin ninguna elegancia, George Smiley recorre las calles de un Londres perpetuamente lluvioso acumulando grandes reservas de paciencia, amargura y cólera.
   Al igual que la novela, el film se incia con Dobbs en un parque, entrevistándose con Samuel Fennan (Robert Fleming) un alto funcionario del Foreign Office. La recepción de una carta anónima, ha revelado la participación de Fennan, durante sus días universitarios —antes de la guerra— en diversos círculos comunistas en el curso de una época pródiga en jóvenes anhelos. Una situación esta que actualmente cuestiona tanto su lealtad patriótica como pone en entredicho su trabajo en los Servicios de Seguridad a los que está vinculado. El pragmático carácter de Dobbs, le permite a Fennan el hecho de realizar un encuentro para aclararlo todo en el anonimato que proporciona un simple paseo por el parque. De ese modo el “presunto” acusado podrá no sentirse tan avergonzado. La reacción de Fennan a las preguntas de Dobbs denotan cierto pragmatismo por su pasado juvenil y comunista, resultando con ello a ojos de Dobbs, la certificación de la total lealtad del funcionario alejando sospechas. Por lo que el informe de Dobbs para sus superiores no puede ser más positivo. Sin embargo, por la noche y ya en su casa, una llamada telefónica saca a Dobbs del lecho, notificándole que Fennan se ha suicidado. La pericia de Lumet en ese momento, y en una sola secuencia, inserirá la incongruencia que se le plantea al protagonista para desencadenar sus posterior investigación, así como la descripción cruda, desnuda y sin ambages de la realidad conyugal del personaje que interpreta Mason. A través de su contestación al teléfono, intuimos que está casado. Sin embargo (mal)duerme en un catre. Posteriormente su deambular por las vacías estancias de su residencia nos va apuntando cierto patetismo en su comportamiento y nos alertan de las previsibles infidelidades de su esposa. Al salir para dirigirse al despacho, su esposa Ann (Harriet Andersson) llega a casa. El comentario que realiza Dobbs de “puedes volver a la cama” demuestra toda la rabia y los celos que anidan en su interior. Unos celos que le están destrozando progresivamente y que como vamos a ir presenciando mediante diversas conversaciones que mantiene la pareja, esta realidad no tiene marcha atrás al ser Ann —según sus propias palabras— «una golfa ninfomaníaca». Tal situación condicionará por tanto a Dobbs para que se sumerja plenamente en la investigación del “sospechoso” suicidio de Fennan, provocando de ese modo e inevitablemente un punto de ruptura (voluntario) en el seno de su vida personal. En ese momento, aparecerá en escena Elsa (Simone Signoret), la viuda de Fennan, la cual, en una entrevista que mantienen los dos —y debido a un pasado donde conoceremos que la mujer fue superviviente de un campo de concentración— castigará duramente al agente, al considerar que, con sus investigaciones, ha estado jugando con las personas. La viuda, en ningún momento valora la importancia de la fidelidad patriótica de su marido o si ha incurrido con sus acciones en una posible falta digna de reprobación. Únicamente ve en Dobbs y a todo el aparato que le acompaña como los responsables directos de la muerte de su esposo. En ese aparato que acompaña a Dobbs durante la investigación, nos encontraremos con el narcoléptico Inspector Mendel (con un sobresaliente Harry Andrews, habitual intérprete del cine de espionaje británico de la década de los 60), un policía retirado con el que los superiores de Dobbs le obligan a llevar a cabo la conjunta investigación para de ese modo dirimir las posibles aristas de una muerte, cuya necesaria aclaración, bascula entre departamentos. La primera sospecha de los dos agentes se crea a través de una llamada telefónica (servicio de despertador) ordenada por el propio muerto la noche anterior a su suicidio (de ahí el título de la novela). El exhaustivo y emocionante periplo investigador llevado a cabo por los dos agentes (que sirve además para ir configurando en matices sus ricos personajes) les llevará a cruzarse en su camino con atractivos personajes. Entre ellos, un codicioso informante, polígamo para más información (Roy Kinnear); un gigante nórdico descomunal, que responde al apodo de Blondie al que se le ha puesto entre ceja y ceja matar a Dobbs o con Maston (Max Adrian), el superior de Dobbs (al que clandestinamente llaman Marléne Dietrich por su ambigüedad personal) que le sugiere a su agente que abandone sus sospechas de asesinato de Fennan.  
   Personajes que imprimen tensión y condicionantes para demostrar cierto nervio narrativo. A pesar de los diferentes momentos de violencia que contiene la película (ejemplar la visualización de la paliza que le propina Harry Andrews a Roy Kinnear), el film mantiene un ritmo preciso para la historia que debe narrar. Una historia de deprimente atmósfera servida por imágenes confeccionadas por el operador Freddie Young, dando lugar a instantes que poseen un cromatismo constantemente sombrío merced a unos colores poco saturados. Secuencias poseedoras de una puesta en escena totalmente equilibrada (como muestra la tensa escena de la representación teatral, donde entenderemos las motivaciones de los protagonistas gracias a elocuentes silencios) y que se apropian del material de le Carré para condimentar el drama de su personaje principal, dibujando la investigación (burocracia) de fondo, mediante trazos de humor claramente inherentes por voluntad propia. Dehn, que colaboraría posteriormente con Lumet en Asesinato en el Orient Express (1974), le ofrece al director natural de Filadelfia, el material necesario para no convertir en aburrida una película con pocos momentos de acción y algunos más de compleja burocracia. Para ello, el guionista de las cuatro secuelas de El planeta de los simios (1968) integra al personaje de Ann totalmente en la historia. En la novela Ann Smiley ya se ha ido a pesar de que se mantiene constantemente en su mente. Cinematográficamente sería complicado describir la presencia constante de su personaje ausente en la pantalla, por lo que no es de extrañar que Dehn la añadiera físicamente a la trama. Un aspecto este, que incluso le Carré añade para la posterior El topo demostrando así la influencia que tuvo para el escritor la adaptación cinematográfica llevada a cabo por Lumet.
   Así pues, Llamada para un muerto —film— desarrolla dos misterios: Saber en realidad quien es el traidor, si Fennan o su esposa y conocer la identidad del contacto del traidor. Este último punto, que no se aclara hasta el final, es desgraciadamente bastante obvio desde un principio. Y Lumet y Dehn lo saben y lo asumen por lo que deciden aflorar más las circunstancias de la infernal vida de Dobbs y el hecho de que ese punto (débil) ataña directamente a las circunstancias personales del protagonista al identificarlo como uno de sus más antiguos amigos (Maximillian Schell) y posteriormente amante de su mujer. Y es ahí donde alcanza brillantez la propuesta de Lumet gracias a la total credibilidad la interpretación de James Mason creando el perfil de un hombre agarrado a un dilema profesional para olvidar uno personal (siempre estará perdidamente enamorado de su mujer) para finalmente darse cuenta que ello es totalmente imposible.•    
 
 

(1)
Según Pablo Martínez a raíz del 50 aniversario de la publicación de la novela de Le Carré
 
   
     
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Características DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas. Formato: 1.85:1, 16:9. Idiomas: Castellano, Inglés, Francés, Alemán e Italiano. Subtítulos: Castellano, Portugués, Inglés, Árabe, Danés, Finlandés, Francés, Alemán, Griego, Hindú, Italiano, Noruego, Rumano, Sueco y Turco. Duración: 103 mn. Distribuidora: Sony Pictures.
   
     
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Editorial: DeBols!llo.
Colección: Bestseller.
Autor: John LeCarré.
Fecha de publicación: 2003.
192 pp. Rústica. 12,0 x 19,0 cm.
   
   
     
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THE DEADLY AFFAIR (1967)
Quincy Jones

Polygram Records 531 233-2, 1996. Incluye la banda sonora de The Pawnbroker (1964). Duración total: 67:21

   
       
   

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