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La isla del Dr. Moreau
The Island of Doctor Moreau
     
    Director (es) : John Frankenheimer
    Año : 1996
    País (es) : USA
    Género : Terror
    Compañía productora : New Line Productions/Edward R. Pressman Production
    Productor (es) : Edward R. Pressman
    Productor (es) ejecutivo (s) : Tim Zinnemann, Claire Rudnick-Polstein
    Compañía distribuidora : Líder Films
    Guionista (s) : Richard Stanley, Ron Hutchinson
    Guión basado en : La novela homónima de H. G. Wells
    Fotografía : William A. Fraker en Color DeLuxe
    Diseño de producción : Graham Walker
    Director (es) artistico (s) : Ian Gracie
    Decorados : Beverly Dunn, Lesley Crawford
    Vestuario : Paula Ryan
    Maquillaje : Stan Winston
    Música : Gary Chang
    Montaje : Paul Rubell, Adam P. Scott
    Montaje de sonido : Harry Cohen, David Farmer, Paul Menichini, Ann Scibelli, Marty Vites, Jeffrey R. Whitcher, Harry Woolway, Elisabeth Flaum, Tim Gedemer
    Sonido : Harry Cohen
    Ayudante (s) de dirección : James Sbardellati, Michael Mercurio, Andrew Power
    Duración : 95 mn
   
     
    Marlon Brando
Val Kilmer
David Thewlis
Fairuza Balk
Ron Perlman
Marco Hofschneider
William Hootkins
Daniel Rigney
Nelson De La Rosa
Peter Elliott
Mark Bacascos
Miguel López
Neil Young
David Hudson
Clare Grant
Richard Stanley
   
   
    Tres individuos se reparten el minúsculo espacio que ofrece una balsa de plástico que vaga sin rumbo fijo por la inmensidad del Océano Índico. Las provisiones escasean y tras una descarnizada lucha, tan sólo sobrevive Montgomery, un miembro del comité para la paz perteneciente a la ONU. Antes de ser presa de los tiburones, Montgomery es recogido por un barco cuya tripulación está formada por unos individuos con rasgos de animales. Montgomery no se percibe en realidad de este hecho hasta que el barco hace escala en una pequeña isla, junto a los seudohumanos y a la mercancía que transportan, como conejos o perros enjaulados. El joven diplomático es conducido hasta las dependencias del doctor Moreau, otrora reconocido doctor en biología que debido a sus discrepancias con la comunidad científica internacional en la forma de abordar las prácticas de manipulación genética decidió reanudar sus investigaciones en una remota isla del Pacífico.
   
   
   

EXPERIMENTOS GENÉTICOS
 
Por Àlex Aguilera
Cuando los mentideros de Hollywood habían especulado acerca de la posibilidad de que John Frankenheimer se hiciera con las riendas de una precuela de El exorcista (1973), que, finalmente, acabaría en manos de Paul Schrader, antes de su substitución por parte de Renny Harlin, New Line apostó la carta del director sexagenario para una actualización de la archiconocida novela de H. G. Wells, La isla del Doctor Moreau. En la misma línea, la Fox había barajado la posibilidad de revisitar El planeta de los simios (1968), de Franklin J. Schaffner con su compañero de generación, John Frankenheimer como brazo ejecutor. No obstante, este proyecto no se llevó a buen puerto hasta años después, de la mano de Tim Burton, con un resultado poco satisfactorio en líneas generales. En ese impasse, Frankenheimer acometió para la productora de muchos productos encaminados al público juvenil esta adaptación al mundo de la ciencia a través de pulsiones fantaterroríficas. Edward R. Pressman seguiría la estela de Frankenheimer en el terreno de una producción cercana al espíritu que impondría la Marvel Corporation en sus créditos iniciales, con la visualización de alteraciones de células y moléculas en continua evolución, a modo de las sufridas por Spider-Man (2001) y Hulk (2003). El encargado de recrear las innumerables criaturas que aparecen en el film fue el desaparecido Stan Winston y aquí es donde radica el mayor logro del mismo. Un maquillaje excelente que, no obstante, relega la parte más enfermiza de la narración en voz en off a modo explicativo del recorrido del investigador recién llegado a la isla. Ni la fotografía de otro veterano como William A. Fraker ni el guión obra de Ron Hutchinson y esa extraña rara avis del fantástico que fue en tiempos Richard Stanley —Hardware, programado para matar (1990)—, logran imprimir el ritmo adecuado ni el factor sorpresa que si despertó el libro en su lejana aparición.
Rodado en Queensland (Australia), el film recrea el mar de Java y una isla que da nombre al doctor creador, aludiendo a los que ‘pelearon como bestias no como hombres’ en un prólogo a plena luz del día, antes del ataque de un tiburón blanco a una pequeña embarcación. El papel de Edward Douglas (Charles Edward Prendrick en la novela) recaería en el prometedor David Thewlis, mientras que el tenaz Montgomery sería encarnado por un Val Kilmer excéntrico. Contextualizada en la época actual, época de litigios continuos, se nos informa de que el doctor R.G.W. Morneau fue un célebre científico galardonado con el premio Alfred Nobel, un hecho que lejos de causar admiración produce un rechazo inmediato por parte de sus nuevos invitados. Un decrépito Marlon Brando interpretaría, como años atrás lo habían hecho otros ilustres actores como Sir Charles LaughtonLa isla de las almas perrdidas (1932)— y Burt LancasterLa isla del Dr. Moreau (1977)— al legendario doctor. La película, por su parte, anticipa en demasía el final de la novela y el de sus anteriores adaptaciones, incluyendo la figura femenina, la nativa hija del doctor como pieza clave del enlace entre el mundo salvaje y el mundo normal, alejado de la «Casa del dolor». Una isla convertida en un pandemónium de criaturas infernales, donde una galería de híbridos entre animales y hombres escuchan la voz del pregonero de la ley (Ron Perlman, ex Bella y la bestia), con preceptos como el de que no pueden ir a cuatro patas. Patrañas tales como posturas encontradas acerca de la esencia del diablo o la presentación en sociedad de los cinco hijos de Morneau acentúan el carácter atropellado y confuso de esta adaptación libre con ribetes clásicos como los entonados por la música de George Gershwin para amansar a las fieras. Si bien, la estructura es semejante a la del libro y su anterior adaptación –la del también malogrado actor, Don Taylor- el carácter preeminente de la narración —en primera persona— se visualiza esencialmente a través de los «hombres-bestia» y su primitivismo cercano en muchos comportamientos al de una prole de humanos como queda patente en las escenas finales. Por desgracia, esta sería la última película que Frankenheimer dedicó al género fantástico, amén de a tan legendaria novela datada en 1896, cien años después de su publicación, un hecho que deja constancia del savoir faire de un Filmmaker tan ecléctico como conocedor del terreno en el que pisaba. Sin apenas proponérselo, Frankenheimer dotaría al film de un aspecto moderno, adecuándolo a las necesidades del público juvenil desconocedor de las anteriores adaptaciones ni de la obra primigenia. El diario naïf de Pendrick había pasado a manos de un Edwards tan salvaje y valiente como los moradores de la isla, gracias a la impronta de un realizador que se había adentrado años atrás en ese mundo inhóspito —esta vez para el hombre— en la muy superior Profecía maldita (1979). A pesar de lo precipitado de muchas de las secuencias de The Island of Doctor Moreau ésta ejerce un tono grandilocuente y obsceno a la vez en la persona del creador Moreau (un Marlon Brando en su ocaso interpretativo), toda vez es devorado por sus propias criaturas. Lo efímero de su estreno en octubre de 1996 en nuestro país fue un síntoma de la disfuncionalidad y atemporalidad de un film que presumo no hubiese mejorado sustancialmente sus propósitos en manos de otro realizador.•
   
     
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Editorial: Alianza.
Colección: Biblioteca Temática.
Autor: H(erbert) G(eorge) Wells.
Fecha de publicación: 2003.
171 pp. Rústica. 12,0 x 18,0 cm.
   
   
     
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    THE ISLAND OF DR. MOREAU (1996)
Gary Chang
Milan Records 35772-2, 1996. Duración: 53:31
   
       
   

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