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Rebeca
Rebecca
     
    Director (es) : Sir Alfred Hitchcock
    Año : 1940
    País (es) : USA
    Género : Drama-Misterio
    Compañía productora : Selznick International Pictures
    Productor (es) : David O. Selznick
    Compañía distribuidora : CB Films
    Guionista (s) : Robert E. Sherwood, Joan Harrison
    Guión basado en : la novela de Daphne du Maurier, adaptada por Philip MacDonald y Michael Hogan
    Fotografía : George Barnes
    Director (es) artistico (s) : Lyle R. Wheeler
    Decorados : Howard Bristol, Joseph B. Platt
    Maquillaje : Monte Westmore
    Música : Franz Waxman
    Montaje : Hal C. Kern, James Newcom
    Sonido : Jack Noyes
    Efectos especiales : Jack Cosgrove, Arthur Johns
    Ayudante (s) de dirección : Edmond F. Bernoudy
    Duración : 130 mn
   
     
    Sir Laurence Olivier
Joan Fontaine
George Sanders
Judith Anderson
Nigel Bruce
Cecil Aubrey Smith
Reginald Denny
Gladys Cooper
Philip Winter
Edward Fielding
Leo G. Carroll
   
   
   
En una de las estancias de un hotel de Montecarlo se conocen por casualidad Max De Winter y la dama de compañía de la Sra. Edythe Van Hopper. De Winter, al igual que la Sra. Van Hopper pertenecen a la nobleza, no así la joven de rubia cabellera que queda prendada por la exquisitez de los modales y el atractivo de un hombre que hace unos meses ha enviudado. Pronto, Max De Winter se las ingenia para citarse con la chica que luce un sencillo vestuario en un ambiente de ostentación y lujo que caracteriza al hotel donde pasan unos días. En su presunción que aceptará la invitación, Maxim acuerda con la joven que visite Manderlay, la suntuosa propiedad del Lord viudo. A partir de sentirse como en un sueño, ella entiende que no debe dejar escapar la oportunidad de sentirse al lado del hombre al que ama y, de paso, disfrutar de los placeres que derivan de su asimilación en un espacio tan privilegiado. Ni tan siquiera la presencia de la ama de llaves, la Sra. Danvers, que la infunde temor, hará que la ya convertida en Sra. De Winter abandone a Maxim, quien se muestra inestable merced al peso de un pasado que parece volver...
 
   
   
   

LOS «FANTASMAS» DE MANDERLEY
 
Por Christian Aguilera
El cambio que comportó para Alfred Hitchcock pasar de una cinematografía como la británica a la estadounidense quedaría un tanto atenuado por dos factores: una vez descartada la opción de rodar una historia en torno al Titanic, David O. Selznick dio validez a la adaptación de la novela Rebeca, de Daphne Du Maurier (1907-1989), la misma autora que había propiciado los fundamentos narrativos de Posada Jamaica (1939); en segundo término, los intérpretes principales se correspondían con la nacionalidad del orondo director. Factores a favor que, sin embargo, competían con la presunción de O. Selznick de saberse en «posesión» de la producción, legitimando su condición de tycon por encima de las ínfulas que hubiera podido tener Hitchcock, recordemos, una rutilante figura a los ojos de la industria de su país de origen. De haber tenido el control de la producción —como lo lograría años más tarde al suscribir contrato con la Universal—, Hitchcock difícilmente hubiera aceptado esa práctica tan común del ególatra Selznick al crear un concurso de aspirantes que se disputaran el papel de la nueva señora de Winter. Una estrategia que hizo fortuna en el caso de Lo que el viento se llevó (1939), resultando Vivien Leigh una de las principales damnificadas. En función de que su entonces marido Laurence Olivier ya había suscrito contrato con la compañía de O. Selznick para el rol de Maxim De Winter, y a la espera de acontecimientos con el estreno que aún estaba por llegar de la adaptación de la novela sureña de Margaret Mitchell, se barajó la opción en firme de que Leigh diera vida a la segunda esposa del dueño de Manderley. No obstante, Joan Fontaine sería la que pasara la prueba definitiva tras las opiniones recabadas por el propio O. Selznick por parte de John Cromwell y George Cukor, sendos directores familiarizados con las denominadas women pictures. El tycon asimismo evacuó consultas con Alfred Hitchcock, pero éste no tuvo más que claudicar ante una metodología de trabajo que le hacía añorar la libertad de la que había gozado en su Inglaterra natal. Como contrapartida, Hitchcock contaría con primeras espadas para la confección del equipo técnico, aunque en ese engranaje, a mi entender, faltaría una pieza básica: el compositor Bernard Herrmann.
 
Anoche soñé que volvía a Manderley...
 
   Editada en 1938, Rebeca se integra dentro de una extensa relación de novelas herederas de los relatos góticos que gozaron de especial predicamento a finales del siglo XX. En este periodo finisecular se sustanciarían el grueso de las narraciones de mayor enjundia depositarios del concepto gótico, siendo las hermanas Brontë quienes capitalizaron una sensibilidad femenina que alumbraría obras del fuste de Cumbres borrascosas o Jane Eyre, de Emily y Charlotte, respectivamente. Esencialmente, lo que hizo Du Maurier para Rebeca fue potenciar la trama de misterio pero tomando como referente la historia que nos cuenta Charlotte Brontë en Jane Eyre, la de una chica que ha perdido a sus padres, queda prendada de un noble que la acaba proponiendo en matrimonio. Existen muchos otros elementos que habilitan a pensar que las conexiones existentes entre Jane Eyre y Rebeca no son fruto de la casualidad, como un final en el que Thornfield Halls/Manderley prenden en llamas y con ello se destruye un pasado lleno de claroscuros. Por consiguiente, el interés de Hitchcock por el proyecto no se debió tanto al relato decimonónico de raíz gótica sino a esas «corrientes» de misterio que concurren por igual en el escenario de Manderley y en sus moradores.
   La primera parte del relato de Rebeca podría sintetizarse, por lo que atañe al personaje encarnado por Joan Fontaine, en «Inocencia y juventud» —uno de los títulos de la etapa inglesa de Hitchcock—. Una inocencia entendida como sinónimo de bondad, la que lleva a ejercer de dama de compañía de la Sra. Edythe Van Hopper (Florence Bates), una aristócrata de lengua viperina que tan sólo se codea con los de su clase social. Pero este perfil que atesora la chica huérfana no impide que haga de la ensoñación uno de sus patrimonios. Para alguien habituado en manejar historias con un trasfondo de misterio, el relato de Rebeca se presta a crear una serie de pinceladas que apuntan en la dirección de crear un retrato lleno de incertidumbre en el espectador sobre la naturaleza de los personajes. A tal propósito, cuando la joven, una vez terminado el esbozo a lápiz del rostro de Maxim (Olivier) —otra característica en común con Jane Eyre: su facilidad para el dibujo— ésta dice: «su perfil cambia constantemente». A partir de entonces, estaremos atentos a la presunta «bipolaridad» de un personaje, atrapado por un pasado al que no desea regresar —revelador, al respecto, es la escena en la que su segunda esposa luce para una fiesta de disfraces el mismo vestido y peinado que la difunta Rebeca—, pero que le resulta inevitable cuando en el interior de un barco a la deriva se descubre el cadáver de la mujer con la que se había casado por primera vez. Evidentemente, uno de los mayores aciertos de Rebeca deviene la figura de la ama de llaves, la Sra. Danvers (Judith Anderson), que es visualizada como un «elemento» más de Manderley; su actitud estática es propia de un búho que reduce todo su arco expresivo a los ojos. La ama de llaves se convierte en una presencia amenazadora para la señora de Winter, provocándola un desequilibrio emocional una vez ha penetrado en una de las alas de Manderley que, según los sirvientes, ha quedado en desuso. En un detalle que prefigura una resolución visual de Psicosis (1960) —asimismo podría entenderse ese acercamiento a los dominios de Manderley, en medio de un paisaje brumoso, como un anticipo de la llegada al Motel Bates por parte de otra mujer, Marion Crane (Janet Leigh)—, la señora de Winter observa desde un ventanal el movimiento de unas sombras en una de las estancias de la propiedad, a priori, que permanecen cerradas. Esas «zonas prohibidas» que están marcadas en el itinerario que recorre la joven en busca de respuestas sobre el pasado de su marido se relacionan con los puntos álgidos del misterio que envuelve Rebeca, pero se dan otros que tienen un sentido más sutil: la escena en la que Maxim proyecta una película casera que muestra hasta qué punto puede ser eficaz una elipsis de este tipo, o la otra en la que la pareja se sitúa de espaldas, y en medio de ambos y de frente se nos descubre el rostro estoico de la Sra. Danvers. Con ello Hitchcock quiere dar a entender que el principal impedimento para que la pareja llegue a ser feliz pasa por la desaparición de la ama de llaves, quien no soporta la idea que alguien haya cubierto el vacío dejado por la finada y genuina Sra. De Winter. En este relato de reminiscencias góticas cabe un cuarto elemento en forma del amante de la difunta esposa de Maxim, Jack Favell (George Sanders), que se define desde el principio con un simple trazo visual: el de un «intruso» que entra por la ventana para mostrarse cortés con la recién moradora de Manderley y, de paso, dejar al descubierto que no está hecho para las convenciones que distinguen a personajes como Maxim. Con su aparición, Rebeca se vuelca, en su desarrollo final, en el lado de la trama más detectivesca pero sin perder de vista la majestuosidad de un espacio como Manderley que encierra un secreto guardado bajo llave desde hace más de un año y que saldrá a flote para solaz desesperación de la Sra. Danvers. Ésta, como parte del «mobiliario», prende en llamas cuando se declara el fuego en Manderley. El colofón a una historia primorosamente rodada por Hitchcock, que le valió su primera nominación al Oscar en calidad de director. Un signo inequívoco que, a las primeras de cambio, se había ganado el respeto y la admiración de aquellos que manejaban los hilos en la Meca del cine.•
   
     
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Características DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Escenas / Ficha artística / Ficha técnica / Biofilmografías. Formato: Pal 1.33:1, 4:3. Idiomas: Castellano e Inglés. Subtítulos: Castellano. Duración: 116 mn. Distribuidora: Suevia Films. Fecha de lanzamiento: 9 de septiembre de 2009.

 

   
     
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Editorial: DeBols!llo.
Colección: Bestseller.
Autor: Daphne du Maurier.
Fecha de publicación: 2006.
464 pp. Rústica. 12,5 x 19,0 cm.
Editorial: Dirigido.
Colección: Programa doble nº 17.
Autor: Tomás Fernández Valentí.
Fecha de publicación: 1996.
160 pp. Rústica. 12,5 x 19,7 cm. Incluye estudio Instinto básico.
   
   
     
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    REBECCA (1940) 
Franz Waxman
Colosseum VSD (CVS) 6160, 2002. Duración: 54: 28.
 
   
       
   

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