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Billy Bathgate
Billy Bathgate
     
    Director (es) : Robert Benton
    Año : 1991
    País (es) : USA
    Género : Cine negro
    Compañía productora : Touchstone Pictures
    Productor (es) : Arlene Donovan, Robert F. Colesberry
    Compañía distribuidora : Warner Española
    Guionista (s) : Tom Stoppard
    Guión basado en : en el libro homónimo de E. L. Doctorow
    Fotografía : Nestor Almendros en Technicolor
    Diseño de producción : Patrizia Von Brandenstein
    Director (es) artistico (s) : Tim Galvin, Dennis Bradford
    Decorados : George DeTitta Sr., Hilton Rosemarin
    Vestuario : Joseph G. Aulisi
    Maquillaje : Rosemary Zurlo, Richard Dean
    Música : Mark Isham
    Montaje : Alan Heim, Robert Reitano
    Montaje de sonido : Kevin Lee, Dan Sable, Ahmad Shirazi
    Ayudante (s) de dirección : Brian Cook, Tony Adler
    Duración : 106 mn
   
     
    Dustin Hoffman
Nicole Kidman
Bruce Willis
Loren Dean
Steven Hill
John Costelloe
Stanley Tucci
Mike Starr
Stephen Joyce
Tim Jerome
Frances Conroy
Robert F. Colesberry
   
   
    Nueva York, 1935. Billy, un joven ambicioso y de familia humilde que vive en un barrio de gángsters, decide ingresar en la banda del mafioso Dutch Schultz, para que éste le adopte y enseñe el negocio. Los días de Schultz al frente del crimen organizado de la ciudad están contados, ya que los federales están pisándole los talones por cuestiones fiscales. La asistencia de Billy a la ejecución de Bob Weinberg, uno de los más importantes socios de Schultz, significa su mayoría de edad en el oficio. Días después, Dutch se retira con su novia, la bella Drew Preston, fuera de la ciudad por miedo a posibles traiciones en su banda. Billy es el encargado de vigilarla y cuidarla. A medida que pasan los días y al compartir la mayoría de ellos con Drew, Billy se acaba enamorando de ella.
   
     
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Editorial: Roca Editorial.
Colección: Puzzle Narrativa nº 138.
Autor: E(dgar) L(awrence) Doctorow.
Fecha de publicación: mayo de 2006. 
397 pp.12,5 x 19,0 cm. Rústica.

COMENTARIO (Por Christian Aguilera): A propósito de la entrega de uno de los premios que mayor satisfacción personal le han reportado a lo largo de su vida, el Kenyon Review Award, ya que había sido alumno de esta emblemática institución, Edgar Lawrence Doctorow escuchó las palabras que dijo sobre él un afamado columnista norteamericano, Roger Rosenblatt: «Es un narrador de historias nato. En este sentido, pertenece a la mejor tradición de la literatura que va desde Homero, a Chaucer, Fielding, Thackeray, Conrad, Dostoievsky, Twain, Jack London y Hemingway: los grandes contadores de historias morales». Semejante halago, empero, hace justicia a uno de los grandes talentos de la literatura norteamericana del último tercio del siglo XX hasta la fecha, un autor cuyas historias suponen una pormenorizada descripción, de un estilo preciso, a medio camino entre la ficción y la realidad de los acontecimientos de la América del pasado siglo. Los albores de estos cien años de historia norteamericana es el espacio descrito por Doctorow en Ragtime. Al igual que esta obra magna de la literatura universal, Roca Editorial ha publicado Billy Bathgate que, desde un punto de vista cronológico, podría ser una continuación de la novela que llevaría a la gran pantalla Milos Forman con desigual fortuna. La década descrita en Billy Bathgate deviene los turbulentos años veinte, la de una sociedad al amparo de las bandas organizadas que operaban en las grandes ciudades constituyendo auténticos lobbies, ofreciendo protección a políticos, empresarios y demás sectores influyentes, pero también cercenando la vida de todos aquellos que jugaran en contra de los intereses de personajes sin escrúpulos, adoctrinados en las prácticas más perversas, como Dwight Schultz y sus sicarios. Para ofrecer un mayor acercamiento al lector de este mundo de gángsters, Doctorow utiliza la primera persona, dando voz a Billy Bathgate, un joven que se convierte en narrador directo de un microcosmos que influiría sobremanera en la estética, entre otras consideraciones, del cine sonoro, con especial predilección por las historias del género negro. Un caldo de cultivo propicio para que Dashiell Hammett, James M. Cain o Raymond Chandler dieran forma a sus historias noveladas. Doctorow recupera esta tradición literaria, pero ofreciendo un marco historiográfico del que adolecen la mayoría de relatos de la novela negra de entreguerras. En cierto sentido, el autor de El libro de Daniel combina el detallismo de las situaciones narradas tan caras a escritores como Chandler o Cain –unos personajes descritos hasta el último aliento que cobran vida en nuestra imaginación— con una estructura propia de las novelas de personajes picarescos al más puro estilo de William M. Thackeray (La feria de la vanidad, Las aventuras de Barry Lyndon) —uno de los autores, no en vano, citados por Rosenblatt—, en la que la voz en primera persona permite espacios para la (auto)reflexión, no exenta de ironía, sobre todo en el tramo final de un volumen de casi cuatrocientas páginas.
 
Una adaptación discreta
 
A finales de los años ochenta se acumulaban en los estudios de cine norteamericanos diversos proyectos relacionados con el mundo de los gángsters. La adaptación de la novela de Doctorow se sitúa, pues, dentro de una corriente de títulos como Uno de los nuestros (1990), Muerte entre las flores (1990), Bugsy (1991) o Casino (1995), que tendrían distinta fortuna en taquilla. Curiosamente, el viaje iniciático que supone para Henry Hill (Ray Liotta) su entrada a un nuevo mundo marcado por un código de honor oculto, en Uno de los nuestros, merecería no pocas analogías con el narrador de Billy Bathgate. Pero las comparaciones acaban allí, ya que el cine de Robert Benton —el encargado de trasladar al celuloide la novela de Doctorow, con el concurso del dramaturgo Tom Stoppard en funciones de guionista—, más estilizado y solemne en su puesta en escena, pocas conexiones guarda con el de Martin Scorsese, todo un especialista en recrear el sadismo y los excesos que caracterizan a una estirpe de gángsters. De esta forma, queda sin efecto o, cuanto menos diluida, la dimensión trágica que demanda una historia como Billy Bathgate. Aunque, a priori, Robert Benton parecía congraciarse con el hecho de trasladar al cine una novela de Doctorow, a quien ya admiraba desde su primera novela publicada, Welcome to Hard Times (1976) —una mirada desmitificadora del western que conecta con el espíritu de un par de sus trabajos para la gran pantalla, Bad Company (1972) y su guión para Bonnie y Clyde (1967)—, la elección de este veterano cineasta se sitúa entre los errores de una producción de empaque, junto a la propuesta de Dustin Hoffman como el gang Dwight Schultz. Asimismo, aún sin la prestancia interpretativa de los últimos años, Nicole Kidman asumía el papel de la femme fatale Drew Preston —pocas veces uno ha tenido la ocasión de leer unas páginas mejor escritas que evocan el poder de seducción de una mujer a los ojos de un joven—, dejando que uno de los principales papeles de la función recayera en un neófito Loren Dean. En justa correspondencia con lo acontecido con este actor natural de Las Vegas, el film dirigido por Robert Benton ha transitado por el olvido, no así una novela que ya nació con la vocación de clásico, otro más que añadir a la selecta bibliografía de su autor.• 
   
   
     
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BILLY BATHGATE (1991) 
Mark Isham

Milan Records 262 495, 1991. Duración: 40: 45. 

   
       
   

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