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Encuentros en la tercera fase
Close Encounters of the Third Kind
     
    Director (es) : Steven Spielberg
    Año : 1977
    País (es) : USA
    Género : Ciencia-ficción
    Compañía productora : Columbia/EMI
    Productor (es) : Julia Phillips, Michael Phillips
    Productor (es) asociado (s) : Clark Paylow
    Compañía distribuidora : Suevia Films/Cesáreo González S. A.
    Guionista (s) : Steven Spielberg
    Fotografía : Vilmoz Zsigmond, William A. Fraker y Douglas Slocombe en Metrocolor y Panavision
    Diseño de producción : Joe Alves
    Director (es) artistico (s) : Dan Lomino
    Decorados : Phil Abramson, Matthaew Yuricich
    Música : John Williams
    Montaje : Michael Kahn
    Sonido : Gene Cantamessa, Buzz Knudson, Don MacDougall, Robert Glass
    Efectos especiales : George Polkinghorne
    Ayudante (s) de dirección : Chuck Myers, Jim Bloom
    Títulos de crédito : Dan Perri
    Duración : 135 mn
   
     
    Richard Dreyfuss
Teri Garr
François Truffaut
Melinda Dillon
Bob Balaban
J. Patrick McNamara
Warren J. Kemmerling
Robert Blossom
Philip Dodds
Gary Guffey
Shawn Bishop
Adrienne Campbell
Justin Dreyfuss
Lance Henriksen
Merrill Connally
George DiCenzo
Amy Douglass
Alexander Lockwood
Mary Gafrey
Joseph Sommer
Matthew Robbins
   
   
    Una serie de extraños acontecimientos sobrenaturales, que provocan un gran apagón, se dan cita en Muncie, en el estado de Indiana. Uno de los técnicos en electricidad desplazados a la zona, Roy Neary, comparte, junto con diversos lugareños, la experiencia de haber contemplado in situ la acción de un conjunto OVNIS. La presencia de estos objetos se relaciona directamente con la desaparación de Barry, un niño de apenas seis años. La identificación del paradero del pequeño se establece por la configuración mental que hace Roy después de su imborrable experiencia. La Torre del Diablo, situada en Wyoming, es el enclave donde Roy cree que puede volver a contactar con los seres extraterrestres que, supuestamente, se han llevado a Barry.
   
   
   

SEÑALES DEL MÁS ALLÁ
 
Por Joaquín Vallet Rodrigo
Con apenas veintinueve años, Steven Spielberg rodó uno de los éxitos de taquilla más impresionantes del cine estadounidense: Tiburón (1975) film, asimismo, convertido en un inmediato clásico contemporáneo cuya influencia aún se puede observar en la actualidad. Su posición dentro de la industria pasa a ser completamente privilegiada, ostentando un poder y una capacidad de decisión que no ha abandonado en las décadas siguientes, muy a pesar de las irregularidades (no tanto artísticas —que también— sino, sobre todo, comerciales) presentes en el resto de su filmografía. Bien se podría decir que Spielberg ha sido el caso más significativo de la materialización de un sueño: el de todo cinéfilo que desea ver proyectadas en la pantalla sus propias historias y todas las imágenes que concibe mentalmente para narrarlas. Por ello mismo, su figura y su propia trayectoria cinematográfica tiene mucho que ver con esa idealización del marco cinematográfico. Se ha comentado en infinidad de ocasiones el carácter «infantil» que asoma en los films del cineasta. Algo que, directamente, queda vinculado a esa condición de niño soñador y apasionado cinéfilo que se esconde bajo la fachada de un poderoso magnate del espectáculo.
   Ninguna de las piezas dirigidas por Steven Spielberg (ni tan siquiera las aparentemente más «duras» —La lista de Schindler, por ejemplo—) se halla concebida desde otro punto de vista. Y, por supuesto, Encuentros en la tercera fase no es una excepción. Spielberg concibe un film donde se hibridan por igual el carácter científico con la fe irracional, la exposición de una civilización oscura e imperfecta con un marcado hálito de esperanza en la misma. De igual manera, el enfoque adulto de la situación narrada con la mirada infantil, de todo punto necesaria para que la película adquiera los niveles que emoción que alcanza en su tercio final. No es nada circunstancial, a este respecto, la presencia en el reparto de François Truffaut, director muy admirado por Spielberg pero cuya inclusión va más allá de la devoción profesional. Al igual que el autor de E.T., el extraterrestre (1982), Truffaut es un director condicionado por su infancia, transmitiendo en sus films una cierta ingenuidad, propia de la pasión hacia el arte en el que se desenvuelve. Por consiguiente, su personaje en el film está concebido como el nexo que fusiona los dos universos aparentemente antitéticos: la frialdad de la ciencia con la necesidad de la creencia. O, dicho de otra forma, la circunspección del mundo adulto con la vehemencia infantil. El hecho de que el director apenas hable inglés y se comunique habitualmente en francés ratifica, quizá de manera indirecta, dicha tesis: su presencia es capital para las investigaciones, pero su lenguaje es distinto. Necesitado de un traductor, tal y como los extraterrestres (producto, al fin y al cabo, de los anhelos de infancia) necesitarán de una compleja combinación de sonidos para comunicarse.
   Encuentros en la tercera fase es, por consiguiente, un film muy enraizado en la personalidad de Spielberg. Son los niños quienes, antes que cualquier adulto, presienten la llegada de los alienígenas. Presienten y, además de ello, esbozan una especie de comunicación atávica con ellos. Asimismo, las progresivas obsesiones del personaje de Richard Dreyfuss hacen que acabe convirtiéndose, por así decirlo, en un «niño grande» susceptible de ser un claro receptor de los mensajes extraterrestres. Es ello lo que conduce a los personajes a la búsqueda de algo parecido al origen de la fe, un sentimiento que nada tiene que ver con las imposiciones o la manipulación de los entes gubernamentales o las instituciones militares. La rebelión que éstos personajes realizan sobre ellas plantea una doble vertiente. Por un lado, la aseveración de sus convicciones y el imparable intento por demostrarlas. Por otro, el choque entre una civilización que solo concibe la violencia y la intimidación y la esperanza que representan los extraterrestres cuyos «elegidos» pueden acceder a otro tipo de entendimiento alejado de las oscuras convenciones terrenales (la entrada a la nave en la secuencia final).
   Con el fin de transmitir éstas líneas temáticas, Steven Spielberg concibe una pieza emocional, conscientemente alejada de las exigencias del género (1977 es también el año del estreno de La guerra de las galaxias de George Lucas, propuesta mucho más ligada a la herencia de la ciencia-ficción y, de todo punto, opuesta a la obra de Spielberg) cuyo ritmo, pausado aunque imparable, tampoco se adhiere a las formas más comunes. Es evidente que, muy a pesar de su presupuesto y la espectacularidad de su bloque final, Spielberg concibe una pieza de cámara, focalizada en unos pocos personajes (algo que ya había puesto en práctica en Tiburón, planteando una película coral que terminaba cerrada en las interrelaciones de tres hombres) y una situación única que se halla magistralmente dilatada a lo largo de casi dos horas y media. El talento del cineasta provoca que Encuentros en la tercera fase entre de lleno en las sensaciones del espectador tanto por el clima de expectación y misterio presente en el film desde su primera secuencia, como de la contagiosa excitación que atenaza a sus personajes y que el espectador comparte en cada momento. La normalidad con la que están descritos, la enorme inteligencia a la hora de mostrar su coyuntura (personal, profesional) y sus caracteres en apenas un par de secuencias y el certero desarrollo con el que avanzan a lo largo del film (no hay la menor precipitación en la estructura interna que los conduce al climax) son, por otra parte, aspectos más que habituales en la práctica totalidad de la filmografía de Steven Spielberg pero, quizá, en esta película adquieren una de sus mayores cotas de expresión.
Tercera producción del futuro autor de Salvar al soldado Ryan (1998), sexta si contamos sus tres telefilms previos a Loca evasión (1974), Encuentros en la tercera fase es la primera pieza enteramente personal de todas las realizadas hasta el momento por Spielberg. Una obra absolutamente excepcional, que tendrá su más claro complemento con la mencionada E.T., el extraterrestre y su reverso más tenebroso con la magistral e infravalorada La guerra de los mundos (2005).•
   
     
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Características DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Reportaje: Steven Spielberg 30 años de Encuentros en la tercera fase / Documental sobre cómo se hizo Encuentros en la tercera fase / Reportaje original La observación del cielo. Formato: Pal 2.35:1, 16:9. Idiomas: Español, Inglés. Subtítulos: Español, Portugués, Inglés. Duración: 527 mn. Distribuidora: Sony Pictures.

   
   
     
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CLOSE ENCOUNTERS OF THE THIRD KIND (1977) 
John Williams

Arista Records 07822-19004-2 3, 1998. Duración: 77: 13. 

   
       
   

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