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Magnolia
Magnolia
     
    Director (es) : Paul Thomas Anderson
    Año : 1999
    País (es) : USA
    Género : Drama
    Compañía productora : Ghoulardi Film Company/New Line Cinema/The Magnolia Project
    Productor (es) : Paul Thomas Anderson, Joanne Sellar
    Productor (es) ejecutivo (s) : Michael De Luca, Lynn Harris
    Productor (es) asociado (s) : Dylan Tichenor
    Compañía distribuidora : Aurum
    Guionista (s) : Paul Thomas Anderson
    Fotografía : Robert Elswit en Color DeLuxe y Panavision
    Diseño de producción : William Arnold, Mark Bridges
    Decorados : Chris Spellman
    Vestuario : Mark Bridges
    Maquillaje : Selina Jayne
    Música : Jon Brion, Aimee Mann (canciones)
    Montaje : Dylan Tichenor
    Montaje de sonido : Richard King, Hamilton Sterling
    Sonido : Richard King, Marsha Sorce, John Pritchett, Gary Ritchie
    Efectos especiales : Enrique Bilsland
    Ayudante (s) de dirección : Adam Druxman, Christina Stauffer
    Duración : 188 mn
   
     
    Tom Cruise
Julianne Moore
William H. Macy
John C. Reilly
Philip Baker Hall
Jason Robards Jr.
Philip Seymour Hoffman
Alfred Molina
April Grace
Henry Gibson
Orlando Jones
Michael Murphy
Eileen Ryan
Felicity Huffman
Melinda Dillon
   
   
    California, Estados Unidos, años noventa. Earl Partridge, un productor televisivo, permanece postrado en la cama afectado de un cáncer en fase terminal. Desesperada, su segunda esposa Linda, unos veinte años más joven que él, se dirige a una farmacia para que la receten unos medicamentos que pongan fin a la agonía de Earl. Mientras tanto, Phil, su enfermero particular, trata de satisfacer la que se presume como una de las últimas voluntades del sexagenario Earl: contactar con su hijo Frank T. Mackey, al que hace varios años no ha visto. Éste trabaja como conductor de un show televisivo de carácter machista, en el que trata de adoctrinar a los hombres para enfrentarse a las mujeres sin sentir herido su orgullo. En otra parte de la ciudad, el agente de policía Jim Kuming, en su voluntad por hacer el bien, tras descubrir el cadáver de un individuo en un cuarto de un piso propiedad de una mujer de raza negra llamada Marcie, se ve envuelto en una relación con Claudia, una drogadicta, hija del popular presentador de televisión Jimmy Gator. Horas antes de que el policía Jim acudiera a la casa de la chica para advertirla que bajara el volumen de su cadena musical, Claudia y Jimmy habían mantenido una fuerte discusión, que había concluido con la revelación del padre de que padecía un cáncer de testículos. Pese a la enfermedad, Jimmy Gator no deja de cumplir con sus obligaciones labores y acude a presentar un programa en el que concursan superdotados de diferentes edades. Entre ellos está Stanley, quien al igual que Donnie Smith —otro peculiar personaje de Burbank, California, ya entrado en los cuarenta años, que tiene un empleo en una tienda de aparatos electrónicos—, su excepcional capacidad mental le provoca una dificultad por comunicarse y entenderse con su entorno.
   
   
   

EVERYBODY HURTS*
 
Por Christian Aguilera
En la escena en la que Donnie Smith (William H. Macy), un ex niño prodigio caído en desgracia, se refugia en el lavabo de un local nocturno, pronuncia una frase lapidaria extraída de diálogo entre Hamlet y Claudio en la obra El mercader de Venecia: «Los hijos pagarán por los padres». En esencia, este es el principio vector que se esconde tras el complejo entramado dramático de Magnolia. Planteada con una estructura coral a mayor gloria de Robert Altman, el tercer largometraje de Paul Thomas Anderson representa una auténtica proeza fílmica que nunca cae en el ridículo, aunque a lo largo de sus tres horas de metraje algunas escenas pudieran convocar a la hilaridad del espectador. Precisamente, porque el tejido dramático del que está construido la historia de Magnolia se fundamenta en un tema recurrente en el cine de Paul Thomas Anderson, el de las relaciones paternofiliales, en las que el peso del pasado condiciona sobremanera el itinerario moral y vital de aquellos que en su día habían sido niños y, en su madurez, se sienten condicionados por unos temores heredados, y por aquellos adultos, que en el umbral de sus respectivas existencias hacen un inventario de los errores y de las equivocaciones pretéritas.
   Pese a los treinta años con los que contaba por aquel entonces Paul Thomas Anderson, Magnolia es un film de una extraordinaria madurez narrativa, con un sentido visual que camina en concordancia con el efecto dramático que persigue una vez salvado un prólogo en el que se apela a la casuística inherente a la vida misma. Multitud de historias que parecen trazar círculos concéntricos, en apariencia desconectadas entre sí, pero que el último tercio del film se revelan unidas por una serie de vínculos de distinta naturaleza. Anderson, capaz en sus anteriores largometrajes de proyectar un ejercicio coral en unos microcosmos perfectamente localizados —un círculo de  seres arrinconados de la sociedad que operan en un local destinado al juego en Los Ángeles en Sydney, y el mundo de la pornografía en Boogie Nights—, en Magnolia amplía su campo de acción, situándonos en distintos rincones de la ciudad de Los Ángeles. Una megalópolis que acoge a centenares de millares de personas emparentadas con el universo del show-business, el medio del que Anderson tomaría conciencia a temprana edad de la mano de su progenitor, Ernie Anderson. Éste, a petición de Paul Thomas, aparecería fugazmente en Sydney, si bien es en Magnolia donde cobra mayor protagonismo (sin estar presente) a través del personaje del productor televisivo Earl Partridge (Jason Robards), a punto de exhalar. Ernie Anderson fallecería en plena preproducción del film debido a la misma enfermedad que sufre en la ficción el personaje encarnado por Jason Robards (1). Un dato que nos invita a creer que Paul Thomas Anderson elabora la historia con un conocimiento de primera mano sobre el perfil de un individuo casi en permanente posición estática, postrado en una amplia cama. En contraposición a este inmovilismo, el cineasta californiano crea un mundo alrededor del moribundo lleno de tensiones, en perpetuo dinamismo, teniendo la percepción el espectador de que todos los que están relacionados de una u otra manera con Earl varían sus biorritmos a lo largo de la función: el asistente Phil Pharma (Philip Seymour Hoffman); el presentador del show televisivo Seducir y destruir Frank T. J. Mackey (un espléndido Tom Cruise, en la piel de un personaje vinculado con su propia biografía); y la depresiva Linda Patritdge (Julianne Moore). No obstante, son los perros que custodian la casa donde se encuentra recluido Earl los que perciben la inminencia de un fenómeno natural, una combinación de temporal de viento, y lluvia de agua y de ranas... Referencias bíblicas que Anderson entrelaza con un sustrato dramático en el que se hayan atrapados otros representantes de la colectividad angelina, todos ellos pertenecientes a unidades familiares dinamitadas o, en su defecto, puros losers que caminan en solitario necesitados de afecto. Paul Thomas Anderson evidencia el individualismo de unos personajes que deambulan por la ciudad con la necesidad vital de aprovechar cualquier ocasión para contrarrestar sus carencias: el agente de policía Jim Kurring (John C. Reilly, otro miembro de la troupe del director-guionista), que fuerza relacionarse con Claudia Wilson Gator (Melora Walters), la hija heroinómana del popular presentador de un concurso (Philip Baker Hall), tan sólo apto para mentes privilegiadas; Donnie Smith, reprimido en un doble sentido, por su homosexualidad y por su pasado como «cerebrito» de corta edad que tiene su espejo, en tiempo presente, en el concursante Stanley.
   Desarrolladas las pulsiones dramáticas que anidan en cada uno de estos personajes, Paul Thomas Anderson borda la maestría al ofrecernos un deslumbrante despliegue de talento, conectando con una precisión de cirujano las distintas historias con trazos muy sutiles —por ejemplo, la aparición del nombre de Earl Partridge en los títulos de crédito finales del accidentado programa de televisión presentado por Jimmy Gator, dando a entender que estos dos veteranos de la pequeña pantalla habían sido socios o colegas— y preservando en todo momento un equilibrio narrativo modélico.
   Film sombrío en su exposición visual, a imagen y semejanza de la percepción dramática que Sidney Lumet y Paddy Chayesfky intuyeron como más conveniente para Network, un mundo implacable (1976) —una de las obras de cabecera de Anderson— Magnolia ofrece una dimensión más onírica a su relato con la inserción de una serie de canciones del selecto repertorio de Aimee Mann. No en vano, Anderson reconocería que las letras de Save Me de la excelente Aimee Mann sería fuente de inspiración para llegar a configurar un cosmos creativo de la envergadura de Magnolia, presumiblemente la última gran obra cinematográfica que nos legó el siglo pasado, con  permiso de Eyes Wide Shut (1999), asimismo protagonizada por Tom Cruise. Casi involuntariamente, Paul Thomas Anderson rendiría tributo al director de ésta, Stanley Kubrick, en la escena en la que Frank Mackey (Cruise) emerge de la oscuridad y se dirige a la cámara para proclamar las bondades de su programa misógino. Entretanto, suena de fondo Así habló Zaratrusta... (2), el tema de Katchaturian que acabaría popularizando 2001: una odisea del espacio (1968). Para Anderson, 1999 sería su particular «odisea», a la conquista de un estilo propio que define una de las personalidades más interesantes del panorama cinematográfico reciente.•
 
  
 
* «Todo el mundo sufre»
(1) A finales de 2000, Jason Robards fallecería igualmente víctima de un cáncer.
(2) En Man on the Moon, de ese mismo año, podemos ver una escena, a nivel conceptual, muy similar, que también emplea el célebre tema de Katchaturian.
   
     
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Características DVD: Contenidos:
Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Trailer teaser / Trailer de cine / Anuncios de TV / Vídeo musical / Diario documental / Infocomercial de Frank Mackey / Seminario de Frank Mackey / Tomas falsas. Formato: Pal 2.35:1, 16:9. Idiomas: Castellano e Inglés. Subtítulos: Castellano e Inglés. Duración: 191 mn. Distribuidora: Paramount.
   
   
     
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MAGNOLIA (1999)                                       
Jon Brion y Aimee Mann
Reprise Records/Wea B00003A9NN, 1999. Duración: 50: 49
COMENTARIO (Por Christian Aguilera): A diferencia de lo que suele ocurrir, el grueso de la banda sonora de Magnolia nació a partir de la primera selección de canciones destinada a integrarse en un álbum conceptual compuesto e interpretado por un artista. Este atípico proceso se dio en el tercer largometraje de Paul Thomas Anderson merced al entusiasmo que éste mostró por las composiciones y la singular voz de Aimee Mann, ya desde los tiempos de liderazgo en la banda ‘Til Tuesday. Anderson, forjado en el campo del vídeoclip antes de dar el salto al cine profesional, tuvo constancia del talento de Mann a partir del éxito del tema Voices Carry, uno de los primeros hits ampliamente difundido en la emergente MTV. 
   Podríamos hablar de que Magnolia responde a un proceso inverso al de, por ejemplo, Birdy (1984). En el caso del film que nos ocupa, cuatro serían las canciones que acabarían formando parte de Bachelor nº 2 or the Lost Remains of the Dodo (2000), un álbum de estudio que habla por sí solo de las excelencias de la música de Aimee Mann. Una versión instrumental de Nothing Is Good Enough, Deathly, You Do y la imprescindible Save Me —nominada al Oscar a la mejor canción— serían los temas que Mann incluiría en su espléndido Bachelor nº 2, su obra maestra junto a Lost in Space (2002). El trasfondo de esperanza y de melancolía en un mundo sojuzgado por la dificultad de sentirse amado, por lLa cantante y compositora Aimee Mann en un fotograma del videoclip musical Save Me, dirigido por el propio Paul Thomas Anderson.a falta de afecto que propone Magnolia, casa a la perfección con las letras de las canciones de Aimee Mann. Aceptando multitud de influencias en un mente creativa como la de Anderson, la música de la cantante de Virginia se encuentra en el epicentro de las mismas, dando forma a una monumental historia dividida en numerosas piezas de la que no podemos abstraernos de las letras escritas por Aimee Mann.
El otro vértice creativo de Magnolia es Jon Brion, coautor de la banda sonora de Sydney —junto al esposo de la propia Aimee Mann, Michael Penn (1)— y productor musical de Boogie Nights. Multi-instrumentista de profesión y vocación, Brion ya había colaborado con Mann a partir de la primera renovación de la formación original de los Til Tuesday, participando a posteriori en tareas de productor de algunos de sus álbums en solitario de la rubia vocalista y siendo coautor de algunas de sus canciones. La aportación de Brion en Magnolia queda un tanto eclipsada por la contribución de Aimee Mann, sobre todo en el compacto editado por Wea, que omite diversos pasajes sinfónicos —con una notable paleta de instrumentos de viento— concentrados en la segunda parte del film. La buena compenetración entre Mann y Brion, sin embargo, refuerza el concepto de homogeneidad musical que perseguía Anderson con el fin de establecer puntos conceptuales (a nivel visual y auditivo) comunes para dar una coherencia, una estabilidad narrativa frente a la cantidad de historias que corren en paralelo a lo largo de las tres horas de duración de este sublime largometraje. Una homogeneidad que es extensible a la obra en solitario de esta cantante y compositora de culto llamada a Aimee Mann, quien para el que esto suscribe representaría una revelación a partir de la proyección de Magnolia.
   Únicamente, cabe preguntarse el porqué Anderson incluyó dos mainstreams del repertorio de la banda de rock-pop sinfónico Supertramp, en concreto Goodbye Stranger y Logical Song, pertenecientes al álbum Breakfast in America (1979). Ambos acompañan el tránsito hacia la soledad de un antiguo niño sabelotodo (William H. Macy), quien ahoga sus penas en un bar musical buscando alguien que escuche sus reflexiones en voz alta. Quizás sería una elección producto de los ecos de una banda sonora como la de Boogie Nights, trufada de singles de los setenta y primeros ochenta,  a nivel conceptual y estilístico muy diferente de Magnolia.•
 
  
 
 

 (1)
Hermano de los actores Sean y Chris Penn, este último fallecido en 2007.
 
   
       
   

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