![]() |
|
|||||||||||
Consejo de guerra Breaker Morant |
||||||||||||
Director (es) : Bruce Beresford | ||||||||||||
Año : 1980 | ||||||||||||
País (es) : AUS | ||||||||||||
Género : Bélica | ||||||||||||
Compañía productora : South Australian Film Corp. | ||||||||||||
Productor (es) : Matt Carroll | ||||||||||||
Guionista (s) : Bruce Beresford, Jonathan Hardy, David Stevens | ||||||||||||
Guión basado en : una obra tearal homónima de Kenneth Ross | ||||||||||||
Fotografía : Don McAlpine, en color | ||||||||||||
Diseño de producción : David Copping | ||||||||||||
Vestuario : Anna Senior | ||||||||||||
Maquillaje : Judy Lovell | ||||||||||||
Sonido : Phil Judd, Gary Wilkins | ||||||||||||
Efectos especiales : Chris Murray, Mont Fieguth | ||||||||||||
Ayudante (s) de dirección : Mark Egerton, Ralph Storey | ||||||||||||
Títulos de crédito : Fran Burke | ||||||||||||
Duración : 107 mn | ||||||||||||
![]() |
||||||||||||
Edward Woodward
Jack Thompson John Waters Charles Tingwell Frank Wilson Rod Mullinar Bryan Brown Lewis Fitz-Gerald Vincent Vall Terence Donovan |
||||||||||||
![]() |
||||||||||||
A principios del siglo XX, Pietmaritz, en Transvaal, es el lugar donde se celebra un consejo de guerra a tres lugartenientes carabineros de Bushueldt por asesinato. El oficial encargado del proceso lee las notas preliminares que implican a Harry Harbord ‘Breaker’ Morant, George Witton y Peter Handcock de la muerte de un misionero alemán y de varios prisioneros Boer confinados en una prisión custodiada por el ejército inglés. El oficial defensor, el Comandante Thomas, entiende que el proceso presenta ciertas irregularidades que nacen de la obstrucción que ejerce el presidente de la Corte, el Lugarteniente Denny. A lo largo del juicio se conocen detalles sobre el día de autos en el que se prueba la imposibilidad de que el trío de inculpados de origen australiano sean los autores materiales de la ejecución de los prisioneros Boer. | ||||||||||||
![]() |
||||||||||||
LOS CHIVOS EXPIATORIOS DEL IMPERIO Por Álvaro San Martín
![]() Hacia el final de Consejo de Guerra (1980), un joven soldado australiano, George Witton (Lewis Fitz-Gerald), es conducido a su celda a través de una prisión militar en Pietersburg, esposado y sollozando, para cumplir una cadena perpetua. Por un momento, se libera de sus captores y corre hacia sus compañeros presos, Harry Morant (Edward Woodward) y Peter Handcock (Bryan Brown), quienes están en sus celdas a la espera de su ejecución por el pelotón de fusilamiento. "¿Por qué nos están haciendo esto, Harry?", Grita Witton, a lo que Morant le responde: "Somos chivos expiatorios, George. .¡Chivos expiatorios del maldito Imperio!”.
Ese memorable final define, en una escena, la esencia de la película, un punto culminante del renacimiento cinematográfico australiano de los años 70 y principios de los 80. Consejo de Guerra (Breaker Morant en su título original) además de ser, posiblemente, la cumbre como realizador de Bruce Beresford, es una magnífica dramatización de uno de los episodios más controvertidos de la historia colonial australiana.
En 1901, la Segunda Guerra Boer se acerca a su fin. Tres soldados australianos, todos ellos miembros de una fuerza guerrillera conocida como “los Carabineros de Bushveldt”, que luchan en el lado británico, son juzgados por el asesinato de varios prisioneros Boer y un misionero alemán, el reverendo Hess (Bruno Knez). Su líder es Harry "Breaker" Morant (su apodo, “Breaker” (“domador” en inglés) proviene de su habilidad para domar caballos), un soldado poeta y aventurero nacido en el Reino Unido, que se alistó en los Carabineros, como observa irónicamente, "el Día de los
![]() Consejo de Guerra llegó en un momento crítico en la carrera de Beresford. Después de ser presidente de la Junta de Producción del “British Film Institute” durante los
![]() Aunque basada libremente en una obra teatral de Kenneth Ross y en un guión de Jonathan Hardy y David Stevens para una película de televisión que no llegó a ver la
![]() ![]() Beresford realizó una extensa investigación en el Museo Nacional del Ejército de Londres y en bibliotecas australianas, donde descubrió un manuscrito escrito por Witton, quien, después de que se le conmutara la pena de muerte, escribió un relato de todo el asunto titulado “Chivos expiatorios del Imperio”, rápidamente suprimido después de su publicación en 1907. Un descubrimiento igualmente notable fue una carta escrita por un miembro del pelotón de fusilamiento, que daba cuenta de primera mano de la ejecución de Morant y Handcock. Dicho momento se recoge en uno de los momentos más impactantes de la película, cuando Morant toma la mano de Handcock mientras ambos caminan hacia el lugar designado para su muerte. Beresford ha reconocido que estos memorables detalles no se le hubieran ocurrido de manera habitual.
Al director le preocupaba que las escenas del juicio fueran demasiado estáticas. Para evitarlo, utilizó el montaje de una forma incisiva, dando a los intercambios entre los personajes un impulso genuino, ayudado por una impecable actuación de los actores protagonistas. Hay una dimensión adicional en el juicio que acerca a la cinta al cine de Frank Capra, ya que el comandante Thomas se presenta como el valiente perdedor que lucha no solo contra un tenaz fiscal sino también contra un presidente del tribunal que deja clara desde el principio su preferencia por la sentencia condenatoria. Al igual que en los mejores dramas judiciales, el público se convierte en un jurado adicional, que evalúa los problemas y los personajes que
![]() En las escenas iniciales de la película, Beresford aprovecha al máximo la imponente fotografía de Donald McAlpine para rodar las secuencias que dan vida al testimonio ante el tribunal. En los primeros planos, mientras una banda de música toca atronadoras fanfarrias militares se muestra la vida cotidiana de la prisión, un cuartel perdido en la inmensidad de la sabana africana. Inteligentemente, el director utiliza este inicio para ilustrar las condiciones en las que se desarrolla el juicio con grandes dosis de ironía. Contrastando las condiciones de vida en la cárcel con la exuberancia de la vivienda de Kitchener, subraya un tema importante: la distancia entre quienes toman las decisiones y aquéllos a quienes afectan las mismas. De esta manera, explota las discrepancias entre lo que escuchamos durante el juicio y lo que vemos en la pantalla. Por ejemplo, la versión egoísta del intérprete boer sobre la ejecución de los prisioneros se contradice con lo que vemos. Del mismo modo, aunque la sed de venganza de Morant contra los boers se ve impulsada por la creencia de que mutilaron el cuerpo de su amigo, el capitán Hunt (Terence Donovan) cuando aún estaba vivo, vemos que Hunt se recuperó lo suficiente después de que sus hombres se retiraran para disparar a uno de los los líderes boer. El posterior asesinato de Hunt por parte de los boers no es por tanto un acto de barbarie sin sentido, sino un castigo por matar a uno de los suyos. No muy diferente de la motivación de Morant, de hecho. Al igual que el héroe de la venganza
![]() La disparidad más importante entre lo verbal y lo visual se refiere al asesinato del misionero alemán, de quien Morant sospecha que es un espía boer. Después de discutir con Morant, se ve a Handcock cabalgar en la misma dirección que el misionero. En la vista, Handcock afirma que se estaba divirtiendo con las esposas de dos soldados boer desaparecidos y por lo tanto tiene una coartada; y aunque Denny está moralmente horrorizado, el tribunal, y también el abogado defensor, aceptan su historia. Sin embargo, la investigación de Beresford le convenció de que Morant y Handcock eran responsables del asesinato del misionero, y el director no tenía ninguna intención de blanquear su participación. La película no trata de víctimas de prejuicios judiciales concebidos sentimentalmente, sino de héroes de guerra con las manos manchadas de sangre. Se nos muestra el asesinato como un acto a sangre fría. Irónicamente, es el único cargo por el cual son absueltos.
La calidad de la dirección de Beresford alcanza nuevas cotas en los últimos minutos de la película que son una síntesis magistral de su humor, heroísmo e ironía. Un disparo en lo alto enmarca a Morant y Handcock en el patio de la prisión en un lado de la pantalla, mientras que en el otro lado, los trabajadores que están fuera de las paredes de la prisión están ocupados construyendo sus ataúdes. «Podrían haber tenido la decencia de medirnos primero», se queja Handcock, a lo que Morant responde serenamente, «Supongo que no han tenido muchas quejas». Morant y el comandante Thomas comparten una despedida digna, y Morant rehúsa cortésmente la oferta, hecha por un sacerdote, de una bendición final. Bajo un hermoso amanecer, los condenados caminan tomados de la mano hacia las sillas en la distancia y se sientan frente al pelotón de fusilamiento, rechazando las vendas. «¡Disparad bien, soldados! ¡No causéis una masacre!», grita Morant, quien combina hasta el final un oscuro sentido del humor con orgullo militar. Las líricas imágenes finales muestran a los soldados cargando los cuerpos en los ataúdes y teniendo dificultades para hacer que las piernas de Handcock encajen, lo que refleja su inadaptación incluso en la muerte. A lo largo de los créditos finales, se escucha la voz de Morant cantando "Soldiers of the Queen", una canción que alaba las mismas fuerzas por las que acaba de ser ejecutado. Merece resaltar que la película carece de banda sonora original, lo que acentúa la violencia de la narración.•
|
||||||||||||
![]() |
||||||||||||
|
||||||||||||