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El guerrero nº 13
The 13th Warrior
     
    Director (es) : John McTiernan
    Año : 1999
    País (es) : USA
    Género : Aventuras
    Compañía productora : Crichton/McTiernan Productions
    Productor (es) : Ned Dowd, John McTiernan, Michael Crichton
    Productor (es) ejecutivo (s) : Andrew J. Vajna, Ethan Dubrow
    Productor (es) asociado (s) : Casey Grant
    Compañía distribuidora : Touchstone Pictures
    Guionista (s) : William Wisher, Warren Lewis
    Guión basado en : la novela El guerrero nº 13, de Michael Crichton
    Fotografía : Peter Menzies, en Technicolor
    Diseño de producción : Wolf Kroeger
    Director (es) artistico (s) : Helen V. Jarvis, Richard St. John Harrison, William Heslup
    Decorados : Rose Marie McSherry, Ann Marie Corbett
    Vestuario : Kate Harrington
    Música : Jerry Goldsmith
    Montaje : John Wright, Dennis Virkler
    Sonido : Chris Boyes, Robert Eber
    Efectos especiales : Thoma L. Fisher, Mike Vezina, John E. Sullivan
    Ayudante (s) de dirección : Bruce Moriarty, Jim Brebner, Paul Barry
    Duración : 101 mn
   
     
    Antonio Banderas
Diane Venora
Dennis Storhoi
Vladimir Kulich
Omar Sharif
Anders T. Andersen
Richard Bremmer
Tony Curran
Mischa Hausserman
Neil Maffin
Clive Russell
   
   
    Año 922 A.C. Ahmed Ibn Fahdlan es un hombre respetado y bien posicionado en la ciudad de Bagdad, antes de caer en una trampa política por culpa de su amor hacia una mujer. Debido a ello, es enviado como emisario a tierras lejanas en compañía de su maestro Melchisidek. Durante uno de sus viajes Ahmed se cruza con un grupo de bárbaros del norte que están siendo atacados por unas feroces bestias misteriosas. Una mañana los va a visitar a sus aposentos y observa extrañado como una vieja hechicera lo señala con el dedo. Ahmed es el elegido para acabar, junto con doce guerreros bárbaros más, con las misteriosas criaturas que están destruyendo el reino de Hrothgar. El motivo de su elección es que, según la profecía, uno de los guerreros debe de ser extranjero.
   
   
   

LOS DEVORADORES DE CADÁVERES
 
Por Tomàs Fernández Valentí 
Reconozco que no he leído muchas novelas de Michael Crichton, aunque creo que sí las suficientes —Esfera, Parque Jurásico, El mundo perdido, Congo, Sol naciente, Acoso: cito sin ningún orden— como para formarme una opinión al respecto. De entre todas ellas, las más interesantes (Parque Jurásico y, algo menos, Esfera y Congo) me parecen obras amenas, agradables de leer y literariamente sencillas; otras, libros puramente formularios (Sol naciente, El mundo perdido); y una en concreto, Acoso, decididamente mala; tanto, que me desanimó a seguir acercándome a otras novelas de su autor durante una buena temporada. Pero la que me sigue pareciendo la mejor de todas las novelas de Crichton que he leído, y que todavía no he mencionado, es Devoradores de cadáveres, una obra que —salvo error del que suscribe— se aparta de la producción generalmente más conocida de su autor, esto es, el thriller o el relato fantástico con una fuerte base científica o tecnológica como telón de fondo, dado que se trata de un relato de aventuras ambientado en el año 922 de nuestra era. Su protagonista es Ahmed Ibn Fahdlan, un árabe que es enviado como embajador a las tierras de los vikingos, uniéndose a una partida de guerreros nórdicos en una peligrosa peripecia.
    Devoradores de cadáveres hace gala del estilo literario casi periodístico característico de Crichton, con la salvedad de que en esta ocasión su narración en primera persona, desde el punto de vista del personaje de Ahmed, le permite al escritor norteamericano sumergir hábilmente al lector en un mundo, el de los antiguos guerreros vikingos, tan extraño y lejano para aquél como pueda serlo para el árabe protagonista, aún siendo contemporáneo de aquéllos, pero oriundo de una cultura, religión y modo de pensar completamente distintos. Poco a poco, Ahmed va aprendiendo muchas cosas de su convivencia con los vikingos, los cuales al principio le parecen brutales y despiadados pero de los que acabará conociendo, y apreciando, no pocas y nobles virtudes. El proceso de descubrimiento del protagonista está narrado paralelamente junto con una intriga aventurera harto interesante: el grupo de guerreros vikingos con los que Ahmed viaja han sido convocados por un viejo rey nórdico para que le ayuden a combatir una tenebrosa amenaza: la de los Wendol, seres que ni siquiera parecen humanos y que les atacan con frecuencia, alimentándose de la carne de sus víctimas: son los «devoradores de cadáveres». La aventura, excelente, se combina en el libro con jugosas referencias, deliberadamente colocadas por Crichton, al famoso poema anónimo Beowulf, del cual en fecha reciente Robert Zemeckis llevó a cabo una magnífica y subvalorada adaptación. En Devoradores de cadáveres, el líder de los guerreros vikingos responde al nombre de Buliwyf, fonéticamente muy parecido al de Beowulf; como en el mencionado poema anónimo, hay un momento en que Buliwyf, Ahmed y los demás repelen un ataque nocturno de los Wendol al poblado, muy similar al episodio de la pelea nocturna de Beowulf y sus guerreros contra el monstruoso Grendel en la sala del trono; asimismo, al igual que Grendel, los Wendol tienen una «madre»: una mujer monstruosa que ejerce sobre ellos una especie de primitivo matriarcado; y, tanto en Beowulf como en Devoradores de cadáveres, uno de sus momentos culminantes es cuando sus respectivos héroes penetran en el refugio cavernoso de sus enemigos con la intención de acabar con las «madres» de los engendros.   
    En su momento se rumoreó que John Milius tenía en mente llevar Devoradores de cadáveres al cine, en un proyecto titulado The Northmen con Arnold Schwarzenegger en el papel de Buliwyf, una idea nada descabellada conociendo el temperamento del autor de El viento y el león (1975) y Conan el bárbaro. Finalmente, la novela de Crichton se hizo realidad gracias al interesante realizador John McTiernan, quien coprodujo junto al escritor la adaptación definitiva, conocida con el título de El guerrero número 13. La película resultante sería notablemente fiel al libro, salvo en algunos detalles; por ejemplo, al contrario que en la novela, los Wendol del film no son hombres de Neanderthal, sino salvajes guerreros ataviados con pieles, garras y cabezas de oso que les hacen parecer monstruos; y, si bien en un primer momento, y siempre según McTiernan, este último rodó las escenas de la «madre» de los Wendol utilizando a una actriz de edad avanzada, Susan Willis, tal y como aparece descrita en la novela, Crichton alteró por su cuenta el montaje definitivo, suprimiendo los planos en los que aparecía Willis (la cual, a pesar de ello, figura en los títulos de crédito) y rodando en persona otros planos en los cuales la «madre» de los Wendol corría a cargo de una actriz mucho más joven, Kristen Cloke (no acreditada). Se afirma que McTiernan, irritado por las injerencias de Crichton en su labor, abandonó la post-producción de la película, dejando ese montaje definitivo —elaborado, se rumorea, a partir de un primer montaje de más de dos horas hecho por McTiernan— en manos de Crichton; asimismo, la primera partitura, compuesta por Graeme Revell, fue descartada, en beneficio de una nueva, obra del veterano Jerry Goldsmith.
    Sea como fuere, El guerrero número 13 es un excelente film, todavía hoy el mejor que se haya hecho a partir de una novela de Crichton y uno de los más memorables trabajos del director de Depredador (1987) y La jungla de cristal (1988), cuya influencia se deja notar en el reciente y estupendo Outlander (2008) de Howard McCain. La película respeta el punto de vista subjetivo del personaje de Ahmed (Antonio Banderas), y no sólo mediante el empleo de una voz en off introductoria, en virtud de la cual el protagonista va desgranando los primeros recuerdos de su formidable aventura junto a los guerreros vikingos de Buliwyf (Vladimir Kulich), sino también mediante un empleo, asimismo subjetivo, de la planificación, gracias a la cual El guerrero número 13 adopta un tono a la vez épico e íntimo, grandilocuente y personal, lírico y racional, equilibrando muy bien la gran aventura de Ahmed y sus compañeros de fatigas con las reflexiones que Ahmed lleva a cabo en su interior sobre esos mismos compañeros y esas mismas peripecias. Un momento espléndido al respecto es la secuencia, tan sencilla como eficaz, con la que McTiernan describe el proceso de aprendizaje de la lengua vikinga por parte de Ahmed (un fragmento que recuerda, por cierto, a otro muy similar de su La caza del Octubre Rojo): la mirada de Ahmed se va posando en los labios de los vikingos a lo largo de días y noches, y de manera paulatina, la jerga incomprensible que hablan va dando paso a un lenguaje inteligible. Otros buenos apuntes que matizan el proceso de integración de Ahmed en la vida y, sobre todo, la manera de pensar de los vikingos, los hallamos en la sugerida historia de amor platónico entre Ahmed y Olga (Maria Bonnevie), una joven vikinga residente en el poblado que Buliwyf y sus guerreros vienen a proteger (y que, sospecho, puede que estuviese más extendida en el montaje de McTiernan: algunas fotos fijas de promoción en las cuales se ve juntos a Ahmed y Olga así parecen insinuarlo). O en esa escena en la que uno de los guerreros de confianza de Buliwyf provoca una pelea a muerte contra otro del poblado, más joven y fuerte que él, y se va dejando ganar hasta que Buliwyf le indica que es el momento de matarle, de cara a dar un escarmiento y hacerse respetar; «¡Podrías haber acabado con él desde el principio!», exclama Ahmed, asombrado ante la increíble astucia de los vikingos.
    El guerrero número 13 es un film sombrío, que avanza literalmente a golpes de intensidad. La espléndida fotografía de Peter Menzies Jr. y los estupendos decorados de Wolf Kroeger contribuyen sobremanera a que la película luzca una atmósfera rica y densa, lo cual, en combinación con los excelentes encuadres en formato panorámico de McTiernan, da como resultado un relato de aventuras de gran plasticidad y, a ratos, enorme belleza visual. La maestría de McTiernan para la acción (a la espera de que, algún día, sea reivindicada entre la crítica «seria» con el grado que se merece) queda patente en su forma de alternar, con idéntica solidez, momentos repletos de sugerencias con fragmentos de ruda textura física y dramática. Vale la pena anotar secuencias como el descubrimiento de una familia descuartizada por los Wendol en el interior de su cabaña (véase el acecho de los guerreros de Buliwyf, entrando precipitadamente en la casa… y saliendo poco después, despacio, cabizbajos: su gestualidad es suficiente para que el espectador sepa que lo que hay en el interior de la vivienda es algo horrible). También está resuelta con gran habilidad, notoria teniendo en cuenta las dificultades de su resolución, la pelea nocturna contra los Wendol en el comedor del palacio del rey. La secuencia en la que Ahmed, Buliwyf y sus hombres realizan una peligrosa incursión en la enorme caverna donde moran los Wendol, con el objetivo de acabar con la «madre», puede anotarse con justicia entre los grandes fragmentos legados al cine por McTiernan. Y la batalla final contra los Wendol, en su postrer ataque al poblado para vengar la muerte de esa misma «madre», hace gala de un magnífico sentido de lo melodramático: la lluvia y el ralentí contribuyen a componer una suerte de sinfonía bárbara que ha venido precedida de un detalle inolvidable, bien apuntado en su momento por Antonio José Navarro desde las páginas de Dirigido por: antes de ese último combate, y consciente de que puede perder la vida en el mismo dada la superioridad numérica de sus enemigos, Ahmed reza una oración a Alá para purificar su alma; a continuación, cuando Buliwyf y sus guerreros elevan al unísono y por la misma razón un rezo a sus propias divinidades, Ahmed se une a su oración, demostrando así todo lo que ha aprendido y vivido al lado de sus nuevos amigos, y dispuesto a compartir con ellos el mismo destino.•  
   
     
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Características DVD: Contenidos: 
Menús interactivos / Acceso directo a escenas. Formato: Pal 2.35:1, 16:9. Idiomas: Castellano, Inglés e Italiano. Subtítulos: Castellano, Holandés, Sueco, Noruego, Danés, Finlandés, Italiano e Inglés para sordos. Duración: 98 mn. Distribuidora: The Walt Disney Company.
   
     
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Editorial: DeBols!llo.
Colección: Bestseller.
Autor: Michael Crichton.
Fecha de publicación: 2003.
336 pp. Rústica. 12,5 x 19,0 cm.
   
   
     
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    THE 13TH WARRIOR (1999) 
Jerry Goldsmith
Varèse Sarabande VSD 6038, 1999. Duración: 54: 11.
 
   
       
   

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