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El bosque The Village |
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Director (es) : M. Night Shyamalan | ||||||||||||
Año : 2004 | ||||||||||||
País (es) : USA | ||||||||||||
Género : Thriller | ||||||||||||
Compañía productora : Touchstone Pictures/Blinding Edge Pictures/Scott Rudin Productions/Covington Woods Pictures Inc. | ||||||||||||
Productor (es) : Sam Mercer, Scott Rudin, M. Night Shyamalan | ||||||||||||
Productor (es) asociado (s) : Jose L. Rodríguez | ||||||||||||
Compañía distribuidora : Buena Vista International | ||||||||||||
Guionista (s) : M. Night Shyamalan | ||||||||||||
Fotografía : Roger Deakins en Technicolor y Panavision | ||||||||||||
Diseño de producción : Tom Foden | ||||||||||||
Director (es) artistico (s) : Michael Manson, Tim Beach, Chris Shriver | ||||||||||||
Decorados : Larry Dias | ||||||||||||
Vestuario : Ann Roth | ||||||||||||
Maquillaje : Todd Kleitsch | ||||||||||||
Música : James Newton Howard | ||||||||||||
Montaje : Christopher Tellefsen | ||||||||||||
Montaje de sonido : Steve Boeddeker, David C. Hughes | ||||||||||||
Sonido : Steve Boeddeker, Lee Dichter, Frank Eulner, Robert Fernández, Mike Patrick, Brian Magerkurth, Michael Semanick | ||||||||||||
Efectos especiales : Steve Cremin, David Blitstein | ||||||||||||
Ayudante (s) de dirección : John Rusk, Alison C. Rosa | ||||||||||||
Duración : 107 mn | ||||||||||||
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Joaquin Phoenix
Sigourney Weaver William Hurt Bryce Dallas Howard Adrien Brody Brendan Gleeson Celia Weston Frank Collison Cherry Jones Judy Greer Jayne Atkinson Michael Pitt John Christopher Jones Zack Wall |
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A lo largo y ancho de varias hectáreas convive una comunidad cuyo patriarca obedece al nombre de Edward Walker. Desde hace un tiempo, los miembros de la misma se ven obligados a no traspasar la zona de bosque que rodea sus viviendas por miedo a sufrir los ataques de unos supuestos animales depredadores. De allí que el territorio por el que deben transitar esté perfectamente delimitado. Pero un nuevo asesinato ha puesto sobreaviso a la comunidad liderada espiritualmente por Edward Walker, cuya hija invidente, Ivy, parece seguir los pasos de su hermana Kitty, quien después de una frustrada relación amorosa se casa con un educado chico de la comunidad. A diferencia de Kitty, Ivy no es rechazada por el joven tímido y retraido Lucius Hunt, uno de los pocos lugareños dispuestos a desafiar, ataviado con una vestimenta de color ocre, el enigma que encierra el bosque... | ||||||||||||
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LOS MONSTRUOS DEL EXTERIOR Por Joaquín Vallet Rodrigo
![]() En el caso concreto de El bosque, el film construye un andamiaje temático que, sin duda, complementa y avanza aspectos comunes a Shyamalan pero lo más interesante de la obra, sin embargo, se encuentra en los elementos que ella misma plantea, blandiendo tal multiciplidad de lecturas que, por muchas razones, la película acaba por convertirse en la más compleja de todas las realizadas por el cineasta hindú. Los créditos inciales se muestran simultaneando neblinosas imágenes de ramas y troncos de árboles en un fondo indefinido. Estéticamente, entramos de lleno en el aura enigmática que con que el film se esboza pero
![]() Ateniéndonos a la primera de ellas, El bosque es una alegoría política tan contundente como eficaz. Shyamalan nos muestra una pequeña comunidad constituída básicamente por tres elementos: un comité de fundadores, que se reúnen periódicamente con el fin de analizar el estado de la aldea, un marcado teocentrismo y el miedo hacia todo lo que proviene del exterior. Evidentemente, dicho miedo se concibe como un factor de manipulación, una idea necesaria para mantener la armonía de la comunidad y, por consiguiente, cualquier aspecto foráneo es siempre nocivo. El hecho de que las criaturas que habitan en el exterior amenacen seriamente la felicidad del lugar y que, en el fondo, ello no sea más que «una farsa» (en palabras del personaje interpretado por William Hurt) convierte el mensaje de esta película en uno de los más incisivos y radicales que se hayan visto en el cine de la presente década. En efecto, aquí se expone la situación de un país cuyos habitantes se hayan a merced de un conjunto de gobernantes que predican el temor al exterior como la gran baza de su dominio; que hacen del fanatismo religioso una cuestión de estado y que conciben a todo aquel que intimide su tranquilidad como la personificación de la monstruosidad aunque, como queda bien claro en la propuesta de Shyamalan, ello acabe siendo, en el fondo, una tupida cortina de humo que esconde elementos de perversa naturaleza, entre ellos, la incapacidad de hacer frente a la violenci
![]() La segunda interpretación que puede suscitar el film se halla en las antípodas de esta reflexión política aunque, como se ha dicho más arriba, ambas pueden convivir sin que una prevalezca sobre la otra. En esta ocasión, aflora un cariz netamente humano sobre la vulnerabilidad del individuo en un mundo en el que prevalece el terror. Las criaturas que habitan en el bosque serían, por consiguiente, la personificación del miedo a la sinrazón de la violencia y al progresivo caos de la civilización. El color rojo, que atrae a los monstruos, es el color de la sangre, de la muerte, la tonalidad cromática que se quiere evitar a toda costa en el cerrado mundo en el que viven los aldeanos. El hecho de que Noah (Adrien Brody) transgreda las imposiciones cívicas y vierta la sangre de Lucius (Joaquín Phoenix) convierte al personaje en una transfiguración de la maldad que todos habían intentado mantener en las afueras del poblado. A éste respecto, no es nada gratuíto el hecho de que Noah se vista con el traje del monstruo con el fin de atemorizar a Ivy (una espléndida Bryce Dallas Howard), ya que el asesinato cometido lo desplaza de la colectividad y lo integra en la barbarie. La comunidad, asimismo, propone su marco cronológico en las postrimerías del siglo XIX (1897, a juzgar por la lápida que aparece al incio del film) ignorando el tiempo actual, retornando a un estado en el cual la materialización del ideario que ha provocado su destierro voluntario y la comunión directa con la naturaleza únicamente se puede realizar mediante la supresión de cualquier aspecto vinculante con el presente. Es más, la posición de Shyamalan se vuelve, incluso, un tanto irónica al incluír, en la secuencia en la que el guarda forestal coge los medicamentos del puesto de vigilancia, una emisión radiofónica de noticias las cuales versan únicamente sobre crímenes y asesinatos. El cineasta mantiene, por tanto, una posición quizá cercana a los preceptos rousseaunianos sobre la degeneración a la que es sometido el hombre cuando se establece en sociedad hasta el punto de concebir la violencia como un modo de vida. No es sino la vuelta a un estado seminatural la única posibilidad de escape ante tamaña situación. La película potencia esta ambivalencia temática hasta sus últimas consecuencias, reforzada por el autor de El sexto sentido en una puesta en escena que combina lo sombrío y lo poético con un pulso verdaderamente admirable.
Aunque ello sea difícil de decir en un director de semejante calibre, El bosque aparece como la obra maestra absoluta de M. Night Shyamalan. Un perverso cuento de amor y desesperanza que coloca, asimismo, los cimientos de su siguiente pieza, La joven del agua, film —igualmente magistral— con el que mantiene no pocos puntos en común.• |
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Características DVD: Contenidos:Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Cómo se hizo El Bosque (The Village) / Escenas eliminadas / El Diario de Bryce / Película casera de M. Nigth Shyamalan / Galería fotográfica de producción. Formato: 1.85:1, 16:9. Idiomas: Castellano e Inglés. Subtítulos: Castellano e Inglés. Duración: 104 mn. Distribuidora: The Walt Disney Company. |
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THE VILLAGE (2004) COMENTARIO (Por Roberto Cueto): La colaboración entre M. Night Shyamalan y James Newton Howard se ha convertido en una de las sólidas del actual cine americano, tal vez porque en ambos se produce esa mutua inspiración que da forma a los universos creativos de los autores cinematográficos: el músico se convierte en pieza clave de la estética del director y el director, a su vez, impulsa y materializa los talentos potenciales del músico. Es algo evidente en el caso de El bosque, cinta que no sólo lleva hasta los últimos extremos el peculiar método narrativo de Shyamalan (basado en la creación de una atmósfera llena de zonas de sombra que deben ser iluminadas y un relato más ritual que singular), sino que también fue capaz de extraer de Newton Howard algunas de las más inspiradas piezas que ha escrito para la pantalla.
Elemento clave en la personalidad y tejido sonoro de la banda sonora de El bosque es la rotunda presencia de la joven violinista prodigio Hilary Hahn, especie de trasunto musical de la protagonista del film, Ivy (Bryce Dallas Howard): su violín es un inquieto y esquivo rayo de luz en un ambiente de sonoridades pardas y doradas, melancólicas y en ocasiones sombrías. El virtuosismo del violín solista, sus fugaces arpegios, su quejumbrosa entonación se destaca sobre un conjunto de espesas cuerdas, hasta ejecutar el movimiento perpetuo asociado a esa pequeña comunidad donde transcurre la acción: el desasosiego que genera el repetitivo leit motiv de la aldea es la perfecta ilustración de una fingida arcadia que trata de esconder sus cadáveres. Se produce así una precisa adecuación de tímbrica y equilibrio orquestal a los diálogos susurrados por los personajes y a los paisajes otoñales captados por la fina cámara de Roger Deakins. Especialmente hermoso es el tema de Ivy, delicadamente tratado por el violín y el piano, una melodía de una una sencilla y candorosa belleza que recuerda a los grandes maestros del postromanticismo inglés (Howells, Delius, Vaughan Williams): el sonido del violín adquiere así un sentido de eco remoto, como de un pasado perdido que seguramente nunca existió y que se escapa de entre los dedos de quienes quieren aferrarlo. En muchos momentos el violín trata de sobrevolar la pegajosa densidad de la masa orquestal, como si quisiera correr libre fuera del miedo y la oscuridad. O puede también, literalmente, temblar de puro miedo con oportunos trémolos acompañados por la consoladora serenidad del piano.
Frente a esa calidez del timbre principal, vulnerable y evanescente como la luz de las hogueras tras las que se refugia una comunidad atemorizada, Howard también trabaja con el «otro lado», con las masas oscuras que acechan más allá del bosque: piano y cuerdas con sordina, agresivas percusiones tribales y campanas generan cacofonías de horror, parálisis sonoras que borran la etérea belleza del universo sonoro de Ivy. Entre la nostalgia, la esperanza y más puro el terror se desarrolla, al igual que el film, uno de los mejores trabajos de la filmografía de Newton Howard y una de esas raras bandas sonoras que, sabiendo entregarse a los necesarios caprichos del instrumentista virtuoso, son capaces de adquirir una poderosa autonomía por sí mismas, más allá de la película a la que sirven.• |
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