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La guerra de los mundos
The War of the Worlds
     
    Director (es) : Steven Spielberg
    Año : 2005
    País (es) : USA
    Género : Ciencia-ficción-Acción
    Compañía productora : Paramount Pictures/DreamWorks SKG/Amblin Entertainment/Cruise-Wagner Productions
    Productor (es) : Kathleen Kennedy, Colin Wilson
    Productor (es) ejecutivo (s) : Paula Wagner
    Compañía distribuidora : UIP
    Guionista (s) : David Koepp, Josh Friedman
    Guión basado en : en la novela homónima de H. G. Wells
    Fotografía : Janusz Kaminski en Color
    Diseño de producción : Rick Carter
    Director (es) artistico (s) : Tom Warren, Andrew Pisoni, Andrew Menzies, Tony Fanning
    Decorados : Anne Kuljian
    Vestuario : Joanna Johnston
    Maquillaje : Leo Corey Castellano, Angie Wells, Lois Burwell, Joe Rossi, Kenny Myers
    Música : John Willliams
    Montaje : Michael Kahn
    Montaje de sonido : Michael Babcock, Michael W. Mitchell, Piero Mura, Hamilton Sterling
    Sonido : Ron Judkins, Michael Babcock, Randy Thom, Scott Stolz, Hamilton Sterling
    Efectos especiales : Thomas D. Bacho Jr., Kevin Bowers, Steve Austin, Eric Cook, Richard Cory, Lenny Dalrymple, Steve Dearth, Kenneth Bosse, Matt Downey, Roy Augenstein, Roderic Duff, David Eland, Steven Carlton Ficke, Keith Haynes, Joe Heffernan, Nick Karas, Jeffrey Knott, R
    Ayudante (s) de dirección : Adam Somner, Ian Stone
    Duración : 116 mn
   
     
    Tom Cruise
Dakota Fanning
Tim Robbins
Justin Chatwin
Miranda Otto
Yul Vázquez
James DuMont
Amir Allak
David Alan Basche
Cass Asher
Benny Ciaramello
   
   
    Nueva Jersey (Estados Unidos), principios del siglo XXI. A pesar de rondar la cuarentena, Ray Ferrier muestra una inmadurez a la hora de afrontar los problemas cotidianos, sobre todo en relación con su hijo mayor Robbie, quien convive, al igual que su hermana Rachel, la mayor parte del tiempo con su madre Mary Ann. Desde hace tiempo, Ray se ha separado de Mary Ann, quien convive con un acaudalado hombre de mediana edad llamado Tim a la espera de tener a su tercer hijo. Después de concluir su jornada laboral como descargador de muelle, Ray se encarga de cuidar de Robbie y especialmente de Rachel, una niña muy sensible que pronto advierte del peligro que se cierne sobre el humilde barrio de Nueva Jersey donde se encuentra, una zona amenazada por una extraña tormenta. No en vano, tras los nubarrones se enconden una formaciones metálicas que lanzan gigantescos tentáculos sobre la superficie terrestre, de la que asimismo emergen una suerte de figuras mecánicas extraterrestres con un enorme poder de destrucción. Dada la situación de pánico creada, Ray no duda en llevarse prestado el todoterreno de uno de sus vecinos y dirigirse, junto a sus hijos Rachel y Robbie, a un lugar seguro...
   
   
   

APOCALYPSE TOMORROW
 
Por Joaquín Vallet Rodrigo

La guerra de los mundos bien puede aparecer como una de las piezas más extrañas de la filmografía de Steven Spielberg. Primero, a nivel intencional, ya que el autor de E.T. sí había concebido muchos puntos referenciales a clásicos concretos del cine fantástico a lo largo de toda su obra, pero nunca un remake confeso como, en este caso, efectuado sobre la versión homónima dirigida por Byron Haskin en 1953. Y segundo, y quizá más sorprendente, en lo que respecta a su argumento. Puede resultar un dato superficial (aunque, después, veremos que no lo es tanto como parece) pero, hasta el momento, las incursiones del cineasta en el género de ciencia-ficción habían atendido a una «humanización» de todo lo foráneo. Los extraterrestres buscaban incesantemente un medio para establecer una pacífica comunicación (Encuentros en la Tercera Fase) o se hallaban perdidos en un mundo completamente desconocido para ellos (E.T. El extraterrestre). En ambos casos, la bondad de los alienígenas contrastaba con el recelo de los habitantes de la Tierra, obsesionados por el secretismo y la investigación más descarnada. En La guerra de los mundos, por el contrario, los extraterrestres mantienen una sangrienta hostilidad, que los lleva a iniciar una guerra inclemente con visos de conquista.
Ante ello, cabe preguntarse el por qué de dicho cambio. A qué es debido que Steven Spielberg adapte, precisamente, una novela como la de H. G. Wells que, al menos en el elemento reseñado, poco o nada tiene que ver con la línea seguida previamente. La respuesta la tenemos tanto en algunos detalles concretos de la película como en el film que Spielberg simultaneó con éste: Munich (2005). Dicha obra finalizaba con un revelador plano en el que, al fondo del encuadre, se veía el World Trade Center, focalizando su mensaje (profundamente crítico) del conflicto cruento e irracional entre Israel y Palestina hacia la vigente Guerra de Irak, iniciada apenas dos años antes. En el fondo, el cineasta construía un discurso «sustitutivo» en el que, recreando traumáticos hechos pasados, hablaba sobre el presente de la forma más libre y desprejuiciada posible. Y es ese el mismo camino que sigue en La guerra de los mundos aunque, en este caso, la cobertura genérica le sirva para elevar los niveles alegóricos y plantear su mensaje de manera mucho más directa.
   La película no comienza forzando identificaciones con personajes burgueses o acomodados socialmente. Por el contrario, Ray (Tom Hanks) es un sencillo trabajador que vive en una zona eminentemente obrera. Los problemas familiares a los que tiene que enfrentarse se minimizan drásticamente cuando hacen su aparición las máquinas alienígenas. La invasión es, por consiguiente, inmediata aunque el hecho de que éstas máquinas se hallaran sepultadas en el subsuelo desde tiempos inmemoriales, hace pensar que completamente premeditada. El prisma de Spielberg (al que se debería añadir la pericia de David Koepp como guionista) es claro y contundente: expone de manera inmisericorde la abyección de una invasión en toda regla provocada por oscuros intereses políticos y económicos que ya se encontraban en la mente de la política estadounidense desde mucho antes de hacer públicos sus recelos hacia el gobierno de Saddam Hussein. Es más que evidente, amén de ello, que el prodigio tecnológico de los extraterrestres, en claro contraste con las rudimentarias armas de los humanos, hace pensar directamente en la sutileza del armamento de los Estados Unidos frente a las nulas posibilidades de defensa de un Irak maltratado por todos los flancos. La guerra de los mundos se convierte, por tanto, en la mayor diatriba formulada por el cine norteamericano hacia el conflicto de Irak, explicitado muy inteligentemente por Spielberg en la presentación del personaje de Tim Robbins: sosteniendo un rifle en alto, en similar posición a la de Hussein. Éste detalle, junto al posicionamiento crítico del actor hacia las decisiones bélicas de la administración Bush, redondean el punto de vista de Spielberg a la hora de plantear el subtexto de la película.
   Sin ningún género de dudas, el hecho de realizar dos films como La guerra de los mundos y Munich en el mismo año, junto con el nivel alcanzado en sus piezas previas (sobre todo, a partir de A.I. (Inteligencia Artificial)) hace ver el grado de madurez cinematográfica alcanzado por Steven Spielberg a lo largo de la década pasada. El cineasta parece dejar de lado, casi por completo, muchas de las señas de identidad anteriores (sobre todo, en lo que respecta a la tendencia a la superficialidad o al maniqueísmo) y, asimismo, llevar a puntos inexplorados muchos de sus temas recurrentes. Ello se puede observar claramente en la exposición de la familia desestructurada, una de las tendencias comunes en su cine que, en el caso de La guerra de los mundos, adquiere claves distintas al no estar tan focalizada en el mundo de la infancia y al tratarse de manera no tan explícita como en otras de sus piezas, subordinándolo a los aspectos alegóricos ya comentados que se convierten en la verdadera columna vertebral de la película. Spielberg, por tanto, adquiere unos trazos de negrura verdaderamente insólitos y, sobre todo, logra conferirles su impronta personal, con unos grados estilísticos de enorme potencia.
    Por todo ello, La guerra de los mundos se convierte en una de las más brillantes películas de la mejor etapa como director del autor de Salvar al soldado Ryan. Más allá de su apariencia de ciencia-ficción y de su clara tendencia comercial, el film oculta un buen número de aspectos completamente sugestivos que acaban por otorgarle la dimensión de una verdadera obra maestra.
   
     
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Características del DVD: Disco 1: La película / Menús interactivos / Acceso directo a escenas. Disco 2: Los Extras:  Revisitando la invasión - Introducción de Steven Spielberg / El legado de H. G. Wells / Previsualización / Diseñando al enemigo / Diario de producción - Costa Este / Diario de producción - Costa Oeste. Formato: Pal Widescreen 1.85:1 (Anamórfico). Idiomas: Castellano, Inglés y Catalán. Subtítulos: Castellano e Inglés. Duración: 112 mn. Distribuidora: Paramount.

   
     
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Editorial: Edaf.
Autor: H(erbert) G(eorge) Wells.
Fecha de publicación: 2005.
200 pp. 15,0 x 23,0 cm. Rústica.
Prólogo de Fernando Savater.
   
   
     
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THE WAR OF THE WORLDS (2005)  
John Williams
Decca Records 988 1413, 2005. Duración: 61: 01. 

 


COMENTARIO (Por Christian Aguilera): En el curso de la presente temporada John Williams ha vivido una etapa especialmente emotiva por lo que supone el punto final de su fundamental aportación a la saga galáctica. Pero por lo que concierne a su colaboración con Steven Spielberg parece que no tenga visos de concluir, cuanto menos, hasta que uno de los dos anuncie su retirada definitiva de la gran pantalla. Una posibilidad que, quizás por edad correspondería en primer lugar a este veterano compositor norteamericano, aunque los óptimos resultados alcanzados bajo el amparo de las producciones de Spielberg parecen, si bien a medio plazo, presagiar que Williams pueda regalarnos unas cuantas creaciones del calado de Hook, el capitán garfio (1991), La lista de Schindler (1993), A. I. (Inteligencia Artificial) (2001) o Atrápame si puedes (2002). Cada una de estas composiciones apelan a estilos diferentes, en función del tema a tratar. Pero en todas se deja margen para el lucimiento de su extraordinario talento melódico, que van desde su vena más jazzística (Atrápame si puedes) hasta sus creaciones más sinfónicas (Hook, el capitán garfio). En el caso de su última colaboración con Spielberg, La guerra de los mundos, más que un tema puesto en juego es la necesidad de envolver al espectador en una sensación que apele, a partes iguales, al terror y al desasosiego provocado por la invasión de unos alienígenas situados a las antípodas de las intenciones de otros seres extraterrestres que se daban cita en producciones como E. T. El extraterrestre (1982) o Encuentros en la Tercera Fase (1977). De ahí que la banda sonora de Williams para un film que trata de provocar este tipo de reacciones, le deje poco margen para que el aficionado se reencuentre con sus composiciones más agradecidas, aquellas en las que hace de su virtuosismo sinfónico o jazzístico su sello de distinción. Tan sólo los primeros compases de los cortes Refugee Status o The Confrontation with Ogilvy, un tema puntuado al piano con una especial delicadeza, se apartan de la línea atonal, con una profusión de instrumentos de cuerda que provocan el efecto deseado, que preside una columna sonora decidida, una vez más, a servir a las imágenes. Así pues, Williams trata de subrayar y potenciar el miedo que se apodera de una comunidad norteamericana invadida por unas criaturas alienígenas, cuya origen casi infinito y desconocido es evocado a través del uso de una amplia representación de la sección de viento, en especial del oboe.•

 

 

   
       
   

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