Ampliar imagen
   
Expiación, más allá de la pasión
Atonement
     
    Director (es) : Joe Wright
    Año : 2007
    País (es) : GBR-FRA
    Género : Drama romántico
    Compañía productora : Working Title Films/Relativity Media/Studio Canal
    Productor (es) : Tim Bevan, Eric Fellner, Paul Webster
    Productor (es) ejecutivo (s) : Liza Chasin, Richard Eyre, Robert Fox, Debra Hayward, Ian McEwan
    Guionista (s) : Christopher Hampton
    Guión basado en : en la novela homónima de Ian McEwan
    Fotografía : Seamus McGarvey, en Color
    Diseño de producción : Sarah Greenwood
    Director (es) artistico (s) : Ian Bailie, Nick Gottschalk, Niall Moroney
    Decorados : Katie Spencer
    Vestuario : Jacqueline Durran
    Maquillaje : Ivana Primorac
    Música : Dario Marianelli
    Montaje : Paul Tothill
    Sonido : Paul Hamblin, Catherine Hodgson, Martin Jensen
    Efectos especiales : Mark Holt
    Ayudante (s) de dirección : Josh Robertson
    Duración : 130 mn
   
     
    Keira Knightley
James McAvoy
Saoirse Ronan
Romola Garai
Vanessa Redgrave
Brenda Blethyn
Juno Temple
Patrick Kennedy
Benedict Cumberbatch
Daniel Mays
   
   
    La familia de Briony Tallis se reune para pasar un fin de semana juntos. De una acomodada posición social y poseedores de una enorme mansión, viven recluídos en su mundo sin apenas prestar atención a los hechos que suceden a su alrededor. Sin embargo, la reunión familiar no será tan próspera como esperaban desde el momento en que Briony eche la culpa al amante de su hermana, Robbie de un crimen del que es inocente. Ésta situación tensará las relaciones de todos los familares.
   
     
Comprar en anagrama.es
   
Editorial: Anagrama.
Colección: Panorama de Narrativas nº 505.
Autor: Ian McEwan.
Fecha de publicación: noviembre de 2003.
440 pp. 13,5 x 20,5 cm. Rústica.
 

COMENTARIO (Por Juan Antonio Peinado): Ian McEwan nació el 21 de mayo de 1948 en la localidad inglesa de Aldershot (Reino Unido), hijo de un militar escocés. La profesión de su padre le brindaría la posibilidad de crecer en diferentes lugares del mundo, como Singapur o Trípoli.
   Tras estudiar escritura creativa en la Universidad de East Anglia, debutaría más tarde como literato mediados los setenta con Primer amor, últimos ritos (1975). En 1978 publicó otra colección de textos cortos titulada Entre las sábanas.
   McEwan se estrenó como novelista con Jardín del cemento (1978). Tras la publicación de este libro, vendrían otros como, El placer del viajero (1981), El inocente (1990), Amor perdurable (1997), y Expiación (2001). Además de estas novelas y otras, editadas brillantemente en España por Anagrama, McEwan ha trabajado en televisión y en el cine como guionista, escribiendo películas como The Ploughman’s Lunch (1983) o El buen hijo (1993).
Con Expiación, Ian McEwan teje una novela introspectiva en el marco de la sociedad británica de 1935. Los protagonistas, Briony y Cecilia Tallis, y Robbie Turner, pertenecen a un mundo mediatizado por las diferencias entre clases sociales. Robbie es acusado de violar a Lola Quincey casi sin pruebas, pero su adscripción a una capa social inferior a los demás personajes, le condena irremisiblemente a purgar un delito inexistente. Tamaña injusticia sólo cabe explicarse conociendo las diferencias entre clases sociales en la Gran Bretaña de mediados los años treinta. Así, el Sr. Marshall, el futuro empresario industrial resuelto a suministrar una pastilla de chocolate al ejército inglés, no recibe el mismo trato por el autor que Robbie. McEwan da la sensación que tiene claro el abismo que separa al vástago de una humilde ama de llaves de un pujante industrial capaz de cometer una felonía sin temblarle el pulso. En efecto, la violación de Lola Quincey en la novela se presenta como una excentricidad morbosa de dicho sujeto. Sin embargo, también es verdad que los personajes femeninos que describe McEwan resultan más sensibles a la expresión de emociones menos clasistas, de modo que Cecilia trata a Robbie en la novela como a un colega de clase social y pasa por alto las diferencias entre ellos. El amor y el sexo vencen la tremenda presión que el entorno más próximo ejerce sobre ellos.
   Pero la obra no termina en 1935. Las vicisitudes de nuestros personajes se prolongan en la centuria del siglo XX y en el caso de Briony Tallis concluyen en 1999.
   La precoz novelista que asombra a propios y extraños el día más caluroso del año de marras, tiene la inmensa suerte de presenciar como su tremendo error se mitiga, en parte, a causa de la bondad que inspiran sus actos a partir de entonces y tras comprender meridianamente que Robbie no es el responsable de la violación. La riqueza de matices que presenta este personaje, Briony, cuyo amor infantil por Robbie se relata en la novela, quiere resarcir y coadyuvar a la recuperación vital de Robbie; por este motivo me ha conmovido su fe inquebrantable en el poder superior de la verdad y la bondad, las cuales se impondrán en último extremo.
 
La adaptación cinematográfica de Wright y Hampton
 
   Por lo que respecta a la película, resaltaría fundamentalmente la fidelidad en la decoración y vestuario al texto original. La mansión campestre es retratada tal y como el más exigente lector de McEwan esperaría. Además, cabe recordar la insistencia machacona con que la niña, Briony, lee la palabra «Cunt» («coño», en inglés). Ese hincapié en la maldad intrínseca del vocablo que la niña interioriza tras recibir la carta de Robbie a su hermana, resulta más clarividente a la luz de los acontecimientos posteriores. Asimismo, la importancia que otorga McEwan al periodo inserto en la Segunda Guerra Mundial y principalmente, a la retirada de las tropas británicas de Francia como consecuencia de la derrota bochornosa que les inflige el ejército alemán, resulta convincente porque ese lapso de tiempo representó para muchos ingleses una afrenta sin paliativos a sus convicciones morales. La retirada del ejército británico, las escaramuzas que protagonizan las tropas británicas entre sus miembros, la sensación de impotencia infinita que se apodera de los hombres al verse bombardeados a placer por los Stuka alemanes… induce a pensar que esta etapa de la historia europea marcó bastante en su juventud la formación intelectual de un Ian McEwan, hijo de militar escocés. No sería descabellado barruntar en sobremesas interminables, las conversaciones entre padre e hijo sobre la Segunda Guerra Mundial y el papel que desempeñaron en esta contienda las tropas británicas.
En otro orden de cosas, considero una empresa ardua la adaptación de la novela de McEwan al cine. Para empezar, la naturaleza de la obra requiere un talento tremendo, y no obstante, debería ser un maestro colosal el director y el guionista que la adapte brillantemente. Esta naturaleza singular la propicia la tentativa de McEwan de ofrecer varias perspectivas de un mismo acontecimiento: la violación de Lola Quincey (Juno Temple) por Paul Marshall y de la relación mutuamente consentida de su hermana Cecilia (Keira Knightley) y Robbie (James McAvoy) en la biblioteca que, Briony Tallis (Saoirse Ronan) equivocadamente, interpreta como un ataque violento a su hermana. Además, el discurrir de la novela en plena Segunda Guerra Mundial, las vicisitudes que corren los protagonistas de la historia y un aire gélido, frío, que no se concibe en una película que debería exaltar sobremanera la explosión de la pasión, dejan un poco a medio camino  de su propósito la tentativa de Joe Wright. Por lo demás, el empeño del director en  adaptar fielmente la novela de McEwan cosecha un estrepitoso fracaso en el segundo acto, pues la relación que la cárcel había interrumpido entre Robbie y Cecilia, no tiene el nervio que cabe esperar en una película rodeada por el halo de obra magistral que le precede. En cualquier caso, de lo anterior no se desprende que esté desencantado con Expiación. Ni mucho menos. La película tiene un primer acto, el fin de semana que transcurre en la mansión de los Tallis, excelente; y asimismo, el desenlace final, con la aparición estelar de la inconmensurable Vanesa Redgrave, es sublime. Simplemente ocurre que este largometraje es harto complejo y quizá todavía aguarde una adaptación más lograda de un director de cine que no sea Joe Wright, quien ha contado con la participación del experimentado dramaturgo Christopher Hampton en la escritura del guión. En cualquier caso, la belleza formal: la fotografía, preciosa y la ambientación perfecta así como la insistencia con que en la pantalla se repite machaconamente el término «cunt» salvarían a mi modesto entender esta cinta de un raspado aprobado.•
   
   
     
Comprar en soundtrackcollector.com
   
ATONEMENT (2007)    
Dario Marianelli
Universal Classics & Jazz 4766195, 2007. Duración: 50: 29. 

COMENTARIO (Por Christian Aguilera): Máxima candidata a hacerse con el Oscar a la mejor banda sonora de 2007, Expiación supone un nuevo paso en la evolución de un compositor como Dario Marianelli, al que pocos discuten su talento desplegado a raíz de su puesta de largo con otra pieza inspirada en la época victoriana: Orgullo y prejuicio (2005). Hay compositores que han nacido para uno u otro proyecto y, sin duda, Dario Marianelli lo ha sido para Atonement. Su formación clásica, su anterior colaboración con el director Joe Wright —quien llegaría avanzado el proyecto, ya que Richard Eyre se había postulado como la primera elección para adaptar en imágenes la novela homónima de Ian McEwan— y la presencia, siempre en la sombra, del dúo Eric Fellner-Tim Bevan, de gustos refinados en lo musical (léase su relación de producciones de qualité tipo Sentido y sensibilidad, otra traslación de una novela de Austen), hacían prácticamente inevitable que surgiera el nombre de Marianelli para crear el score. Pero asimismo el compositor de Pisa hubiera podido tener una alternativa en el francés Alexandre Desplat, al que en más de una ocasión recuerda este soundtrack, sobre todo en la confección del leit motiv que toma el punto de vista de la narradora de la función, Briony. Ambos suelen trabajar sobre la base de temas compuestos para piano que van desgranando los sentimientos de los personajes en liza, casi desde un posicionamiento minimalista. Esta sensación de «bucle» melódico cobra carta de naturaleza en la primera parte del film, pero Marianelli introduce un recurso que la distancia de algunas cadencias musicales muy similares a El velo pintado (2006) de Desplat: la utilización del sonido de la máquina de escribir que acaba fusionándose al cuerpo de instrumentos de la orquesta. La idea es sugerente, pero no del todo novedosa: Marianelli «describe» con la introducción de este recurso la voluntad de Briony, una precoz escritora, por reproducir con su máquina de escribir lo que observa a su alrededor, dejando que su imaginación se desborde en aras a jugar a favor de sus deseos y, por tanto, tergiversar el curso de los acontecimientos. Al igual que había procurado en su partitura para V de Vendetta (2005), este concepto musical se desarrolla in crescendo, viéndose claramente esta línea evolutiva al escuchar atentamente el score editado por Universal Classics. Del primer corte que abre el compacto, Briony, pasamos al tema With My Own Eyes, una suerte de interludio, que alcanza su mayor dinamismo en Comeback. Marianelli presumiblemente hubiera tenido en mente el celebérrimo tema de Leroy Anderson typewriter —empleado en films como Lío en los grandes almacenes (1963) o Una navidad de locos (2004)— y quizás no tanto en el score de Stewart Copeland para Wall Street (1987), que arranca con un frenético «diálogo» entre las teclas de una máquina de escribir, el sintetizador y la percusión. Pero a diferencia del batería de Police, Marianelli diversifica el concepto de su banda sonora hacia otros enfoques, como la creación de un tema, Elegy for a Dunkirk, que marca una división en relación a la primera parte de esta producción de época. Vestido con los mejores «ropajes» orquestales y corales de los que pudiera haber hecho gala Patrick Doyle, es un tema compuesto en forma de lamento, que se entrelaza con las melodías más melancólicas y desangeladas, combinando piano, cello y puntualmente armónica, que competen al personaje de Briony, en contraposición con los temas teñidos de romanticismo que apelan a los caracteres de Cee y Robbie.
   A modo de cierre, Dario Marianelli recurre, una vez más, a incorporar a su banda sonora una pieza de principios del siglo XX, Claro de luna, de Claude Debussy, tal como había hecho en El castillo soñado (2003), uno de sus primeros trabajos para la gran pantalla. Un regalo para los oídos en la ejecución al piano a cargo de Jean-Yves Thibaudet, asimismo colaborador de excepción del transalpino en Orgullo y prejuicio, el punto de referencia obligado para acercanos al conocimiento de un compositor que no deja de sorprendernos por su eclectismo pero que se mueve mejor viajando en el tiempo y transportándonos a los bellos escenarios de la campiña inglesa donde se dirimen historias que apelan directamente al corazón de sus protagonistas. Un ejercicio, por tanto, «condenado» a pervivir en la memoria del buen aficionado a la música de cine.•  
 
   
       
   

   Ingresar comentario

Valoración media: 7,5

Comentarios: 0

Total de votos: 4


¿Qué valoración le darías a esta película?

Valoración:

Enviar