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La última estación
The Last Station
     
    Director (es) : Michael Hoffman
    Año : 2009
    País (es) : RUS-GBR-ALE
    Género : Drama-Biográfica
    Compañía productora : Production Center of Andrei Konchalovsky/SamFilm Produktion/Egoli Tossell Film Halle/Zephyr Films
    Productor (es) : Chris Curling, Jens Meurer, Bonnie Arnold
    Productor (es) ejecutivo (s) : Judy Tossell, Phil Robertson, Robert Little, Andrei Konchalovsky
    Productor (es) asociado (s) : Marc Hansell, Frank Lehmann, Frank Lehmann
    Compañía distribuidora : Sony Pictures Releasing de España
    Guionista (s) : Michael Hoffman
    Guión basado en : en la novela de Jay Parini
    Fotografía : Sebastian Edschmid en Color
    Diseño de producción : Patrizia von Brandenstein
    Director (es) artistico (s) : Andreas Olshausen, Erwin Prib
    Decorados : Heike Wolf, Mark Rosinski
    Vestuario : Monika Jacobs
    Maquillaje : Jekaterina Oertel
    Música : Sergei Yevtushenko
    Montaje : Patricia Rommel
    Sonido : Martin Trevis, Dirk Jacob
    Ayudante (s) de dirección : Jonny Benson, Natalie Beer
    Duración : 112 mn
   
     
    James McAvoy
Christopher Plummer
Helen Mirren
Paul Giamatti
Kerry Condon
Anne-Marie Duff
John Sessions
Patrick Kennedy
Tomas Spencer
David Masterson
   
   
   
Al final de sus días, a lo largo de 1910 León Tolstoi contempla el paso de los días con la voluntad de suscribir un documento que haga posible que su obra pertenezca al pueblo ruso y no únicamente a los herederos de su familia. Este hecho enoja a su esposa Sofya, quien tiene la presunción de que el joven Valentin Bulgakov está ejerciendo una influencia perniciosa —para los intereses de ella— sobre el ánimo del octogenario escritor. Al indagar sobre las motivaciones ocultas de Valentin, se sabe que éste tiene una misión encomendada por Vladimir Chertkov, ferviente seguidor de la doctrina tolstoiana que habla en nombre del pacifismo y de la necesidad de desprenderse del materialismo como valor supremo.
Enlace página web del film⇒ 

   
   
   

EL DIARIO DE VALENTIN BULGAKOV
 
Por Christian Aguilera
En La última«estación» de su vida artística y profesional Anthony Quinn aspiraría a ponerse en la piel de León Tolstói con la presunción que completaría su particular gama de personajes habilitados en espacios geográficos diseminados en un total de cinco continentes. Pocas latitudes se le resistieron al prolífico Quinn, habiendo quedado postergado para mejor ocasión un encuentro con algún que otro personaje de empaque, nativo de Rusia, que pusiera nuevamente a prueba la capacidad camaleónica del veterano intérprete. La novela de Jay Parini publicada en 1990 parecía un material del agrado de Anthony Quinn hasta el punto que éste compraría los derechos para su adaptación al celuloide, y encomendando al propio escritor la puesta en marcha de un guión que potenciara, en la medida de lo posible, la presencia en pantalla del célebre escritor con los rasgos, mitad latinos, mitad asiáticos, del segundo. La delicada salud de Quinn, empero, se convertiría en una rémora difícil de sobrellevar y, al cabo, el guión quedaría en stand by. En el periodo que Parini presentaba en sociedad Anthony Quinn’s Eye: A Lifetime of Creating and Collecting Art (2004), una monografía completada con la participación de Tom Roberts y Donald Kuspit, el cineasta Michael Hoffman sopesaba la idea de trasladar a la gran pantalla el texto de La última estación, pero tomando una nueva perspectiva sobre la historia en su traslación a la gran pantalla. Indefectiblemente, en este trasvase de un guión a otro la historia se fragmentaría en un espacio más coral, recorrido en cada uno de los personajes que entran en liza por el denominador común de la expresión del deseo y del amor, no siempre correspondido, procesado o advertido por sus receptores.
   Al igual que Anthony Quinn, León Tolstói rivalizarían en longevidad —ambos fallecerían en torno a los ochenta y cinco años— y gozaría de una existencia plena e intensa que empezaría a batirse en retirada de forma paulatina, cuando las fuerzas flaqueaban y la mente empezaba a sembrarse de contradicciones. Las mismas que marcaban una línea difusa entre sus obligaciones morales y pecuniarias para con su familia —en especial, su mujer Sofya— y la sociedad que había sido su cosmos creativo. La última estación transita, por tanto, en esa línea difusa, en ese cruce de caminos que convoca a personajes de su propio entorno familiar y otros tantos que tratan de jugar a favor del pueblo ruso en aras a que Tolstói suscriba un documento en el que quede constancia que los derechos de autor de su obra tienen un carácter universal, fuera del alcance de intereses de una única saga. Madurado el proyecto desde hacía tiempo, Michael Hoffman acertaría en la fórmula que Valentín Bulgakov (James McAvoy), el «delfín» de Vladimir Chertkov (Paul Giamatti), hiciera las funciones de catalizador de un relato bañado de emotividad que se presenta como fiel reflejo de las oscilaciones que se dan a mar abierto. León y Sofya testimonian esos oleajes de turbación e ira —la Condesa irrumpe en la casa solariega para pedir a gritos la verdad de lo que han acordado Vladimir y el célebre escritor— que contrastan con esos periodos gobernados por el sosiego y la templanza —ella se tumba a dormir junto a él en una mañana soleada—. En oposición a esos vaivenes sentimentales que caracteriza la relación entre ambos cónyuges, Hoffman ofrece una relación amorosa sostenida en progresión entre Valentín y Masha (Kerry Condon), marcando perfectamente los tiempos del cortejo, previo al deseo sexual que tiene un valor de descubrimiento para el joven admirador del legado literario de Tolstói. Ésta no dista en demasía a los enunciados de una historia de amor contextualizada en la Inglaterra victoriana previa al estallido de la Segunda Guerra Mundial, un espacio y una época que va siendo recurrente en la aún corta singladura profesional del escocés McAvoy —La joven Jane Austen (2007), Expiación (2007)—. Bajo este prisma podemos tener la sensación que La última estación desprende un cierto sentimiento de dejà vu —el personaje de Masha, rebelde, sincera y poco displicente, podría entenderse como una némesis de la propia Jane Austen—, pero el texto cinematográfico se enriquece de facto al contar, a veces en segundo plano, con ese benefactor de las letras y de la humanidad, dispuesto asimismo a pasar a la posteridad por un «misticismo» humanista que sus correligionarios disponen en llamar movimiento tolstoiano. La habilidad de Hoffman reposa en saber consensuar ese discurso más racional con el que opera a nivel emocional, aunque la entrada en liza del personaje de la hija de los Tolstói (Anne-Marie Duff) —hasta entonces, una mera observadora de las cuitas familiares por el testamento que se dirimían en la residencia de Astapovo—invita a un desequilibrio que camina parejo a un cierto grado de confusión. Fuera de escena Masha, todo el peso del relato parece confiarse a ese cuarteto de personajes que se mueven al compás de los latidos de sus respectivos corazones y/o de sus intereses personales, en el que caben comportamientos mezquinos, posturas hipócritas, estallidos de euforia y una ambivalencia que parece no tener fin en el ánimo de Sofya y Valentín, quienes se confían algunos de sus secretos mientras realizan un trayecto en carruaje.
   La última estación es, en definitiva, una obra rodada con pulso firme por parte de Hoffman, quien demuestra una vez más su pericia a la hora de enfrentarse a historias corales —Escándalo en el plató (1991), El sueño de una noche de verano de William Shakespeare (1998)—, su inquebrantable voluntad por hacer valer guiones bien trabados y su manejo con intérpretes de primera fila. Helen Mirren —recuérdese su origen ruso que la hace doblemente apropiada para el papel de la casquivana Sophia—, Christopher Plummer —al igual que su partenaire, nominado al Oscar®—, James McAvoy y el siempre excelente Paul Giamatti tienen entidad a raudales para hacer creíbles sus personajes por estrafalarias y algo fuera de lugar que supongan determinadas escenas, la mayoría de las cuales encuentran en la música de Yevtushenko un perfecto complemento que nos ayuda a ir desprendiendo esas capas de emotividad hasta alcanzar el núcleo de una historia que rehuye el concepto del biopic parcial en aras a satisfacer otras motivaciones.•
   
     
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Características DVD: Contenidos: Menús interactivos / Acceso directo a escenas / Escenas eliminadas / Tomas descartadas / Comentario de Christopher Plummer, Helen Mirren y de Michael Hoffman (director) . Formato: Pal 2.35:1 , 16:9. Idiomas:   Castellano, Catalán e Inglés. Subtítulos: Castellano y Catalán. Duración: 105 mn. Distribuidora:  Sony Pictures. Fecha de lanzamiento: 9 de noviembre de 2010. 
   
   
     
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THE LAST STATION (2009)                                       
Sergey Yevtushenko
Vareèse Sarabande 302 066 998 2, 2009. Duración: 46: 25.  

COMENTARIO (Por Christian Aguilera): Siguiendo ese patrón de conducta que dicta que una producción nominada como Mejor Película arrastra consigo otras nominaciones en categorías técnicas ha provocado, una vez más, flagrantes omisiones a la hora de las votaciones por parte de los miembros de la Academia de las Ciencias y de las Artes Cinematográficas. Aspirante a dos Oscar® en el cuadro interpretativo —la de Christopher Plummer y Helen Mirren, como el escritor León Tolstói y su esposa Sofya—, en buena lid un tercero hubiera tenido acomodo para The Last Station en el apartado compositivo, máxime si tenemos en cuenta las más que discretas, en su conjunto, propuestas musicales que presentaban candidatura en esta pasada edición a la Mejor Banda Sonora, con la salvedad de la que finalmente resultó triunfadora, Up (2009) de Michael Giacchino. Sin duda, el trabajo de Sergey Yevtushenko demandaba una mayor atención por parte de los académicos ya que su obra se ofrece en perfecta sintonía con una historia que describe ese periodo «otoñal» de un Leon Tolstoi batiéndose en retirada, apartado de las áreas de influencia del imperio de los Zares. Un film, por tanto, que trata de capturar el carácter íntimo de un escritor octogenario que aprende a convivir con los recuerdos a través de una memoria que se va debilitando progresivamente, pero que no elude el valor de la emoción y el aferrarse a unos principios que le llevan a querer legar toda su fortuna y su obra artística al pueblo ruso. Sergey Yevtushenko ofrece un recital a la hora de captar esas emociones inasibles, de irradiar de humanidad un personaje que, como bien define el título de esta producción servida a tres bandas —Rusia, Gran Bretaña y Alemania—, se encuentra en la «última estación» de su existencia. Delicados temas al piano ejecutados por el propio Sergey Yevtushenko, que recuerdan en su «embriagadora» cadencia a The Visitor (2007) de A. P. Kaczmarek, seducen y envuelven al mismo tiempo en este retrato humanista, cálido, nada impostado y efectivo en su plasmación en la gran pantalla. Una vez desplegado ese manto de notas arbitradas al piano, el celo —en la ejecución del hermano de Sergey, Yevtushenko— y la flauta son los instrumentos «invitados» a ese festín sonoro que va conformando melodías ondulantes, en correlación con esa exploración sobre el fondo humano de un personaje y de las circunstancias que le envuelven, en permanente interacción con un paisaje que le inspira sosiego, a su vez que sobrelleva la idea de sentirse exiliado de su propia nación, a las puertas de producirse una Revolución cuyas motivaciones del proletariado ya estaban apuntadas, en cierta manera, en sus textos literarios. Con The Last Station Sergey Yevtushenko brinda, pues, una portentosa composición que no hace más que refrendar el peso expresivo que se intuía en un par de sus anteriores trabajos para el cine —el  corto Robert Schastliranya zhizn (2001) y El arca rusa (2002), ambas dirigidas por Alexander Sokurov—, medio al que posiblemente, a partir de darse a conocer en la escena internacional —suyo asimismo es el documental Leon Tolstoy: Genious Alive (2010), otra cita con el escritor ruso en el cumplimiento del centenario de su fallecimiento— le ocupe mayor tiempo hasta el punto que su compromiso suscrito con el Hermitage Music Academy Charity Foundation en calidad de director desde hace varios años puede quedar afectado.•
   
       
   

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