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Jane Eyre
Jane Eyre
     
    Director (es) : Cary Fukunaga
    Año : 2011
    País (es) : USA
    Género : Drama romántico
    Compañía productora : Focus Features/BBC Films/Ruby Films
    Productor (es) : Mairi Bett, Alison Owen, Paul Trijbits, Faye Ward
    Productor (es) asociado (s) : Hannah Farrell
    Compañía distribuidora : A Contracorriente Films
    Guionista (s) : Moira Buffini
    Guión basado en : en la novela homónima de Charlotte Brontë
    Fotografía : Adriano Goldman
    Diseño de producción : Will Hughes-Jones
    Director (es) artistico (s) : Karl Probert
    Decorados : Tina Jones
    Vestuario : Michael O'Connor
    Música : Dario Marianelli
    Montaje : Melanie Oliver
    Montaje de sonido : Steve Browell, Matthew Collinge, Catherine Hodgson, Ben Norrington
    Efectos especiales : Tony Auger, Danny Hills, Stuart Prior
    Ayudante (s) de dirección : Lee Grumett, Jo Tew
    Duración : 120 mn
   
     
    Emily Haigh
Mia Wasikowska
Jamie Bell
Su Elliot
Holliday Grainger
Tamzin Merchant
Sally Hawkins
Dame Judi Dench
Michael Fassbender
Imogen Poots
Sophie Ward
Freya Parks
   
   
   
Dejada en adopción por sus tíos en el orfanato de Lowood, en el condado de Devonshire, bajo la estricta tutela de Henry Brocklehurst, Jane Eyre pasa diez años —dos de ellos en calidad de profesora— sumida en la más absoluta de las miserias, máxime cuando su mejor amiga Helen Burns fallece a causa de una tuberculosis. Próxima a cumplir la mayoría de edad, Jane se traslada a vivir a Thornfield Hall, donde debe oficiar de institutriz de la pequeña Adèle, hija del propietario de la finca, Edward Rochester. Pronto, Jane experimenta una extraña atracción por Rochester, quien prácticamente la dobla la edad. Al discurrir de los meses, la institutriz se da cuenta que el lugar al que aspira a convertirse algún día, el de esposa de Edward Rochester, ha sido ocupado por la bella y altiva Blanche Ingram. Pero, en realidad, el dueño de Thornfield Hall a quien ama es a Jane Eyre y, tras el regreso de ésta, una vez enterrado su tío y siendo la principal beneficiaria de la herencia, los acontecimientos se precipitan. Edward propone en matrimonio a Jane, aceptando ésta de buen grado. Pero la desdicha una vez más se cruza en el camino de la joven inglesa al revelar un letrado que Rochester ya está casado y, por tanto, no da lugar a la boda que, en teoría, debería unirle de por vida con Jane...
   
     
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Editorial: Mondadori.
Colección: Grandes Clásicos.
Autora: Charlotte Brontë.
Fecha de publicación: marzo de 2009.
594 pp. 14,5 x 21,5 cm. 
Tapa dura con sobrecubierta.

COMENTARIO (Por Christian Aguilera): La mayor de las tres hermanas Brontë que hicieron fortuna en el campo literario, Charlotte (1816-1854) pasaría a la posteridad por haber sido la artífice de Jane Eyre (1847). Publicada, por consiguiente, cuando Charlotte Brontë contaba con treinta y un años, el éxito de ventas de Jane Eye favoreció la edición ese mismo año de Cumbres borrascosas y Agnes Grey, sendas obras escritas por sus hermanas Emily y Anne, respectivamente. Lo curioso y, al mismo tiempo paradójico del caso es que todas ellas lo hicieron bajo un mismo seudónimo en forma de apellido, el de Bell. Educadas en estrictos colegios de la época por voluntad propia de un padre en exceso autoritario, Patrick, que ejercía de reverendo, Charlotte vio morir a su madre María y a algunas de sus hermanas a  temprana edad a causa de la tuberculosis, además de sobrevivir a Anne y Emily, quienes dejaron inacabadas sus aportaciones a la literatura y a la poesía al apenas haber rebasado los años años de juventud. Pocos lustros más duraría Charlotte Brontë entre los vivos, ya que a punto de alumbrar un bebé, fruto de su relación con el reverendo A. B. Nicholls, fallecería en 1854, dejando tras de sí un legado literario que todas las voces críticas convergen en señalar que Jane Eyre se erige en su obra maestra, una pieza de orfebrería que después de más de ciento sesenta años desde la fehca de su publicación sigue atesorando una cualidad narrativa sobresaliente. De ello da fe la reciente edición, en tapa dura, que presenta Mondadori dentro de su excelsa colección «Grandes clásicos» con una impecable traducción en el debe de Toni Hill.   
 
La obra maestra de Charlotte Brontë
 
Una quincena de años después de publicarse Frankenstein o el Moderno Prometeo (1831), en plena época victoriana la literatura escrita por mujeres ganaría tres nomUn retrato de la epoca de Charlotte Brontë.bres propios para la causa, todas ellas con el mismo apellido, el de Brontë, si bien habían actuado bajo seudónimo con el ánimo de sortear ciertas reticencias por parte de los editores. No en vano, en 1846, un año antes de la publicación de Jane Eyre, Charlotte Brontë tuvo que claudicar al ver rechazada la edición de The Professor. Charlotte Bronté ya había trabajado con esmero durante años en la confección de la que evaluaba su pieza literaria más ambiciosa que, al calor de los acontecimientos vividos en sus propias carnes, la inspiraría en el retrato de personajes y escenarios para Jane Eyre. Así, la Clergy Daughter’s Schools, de recuerdo sombrío debido a la muerte por tuberculosis de dos de sus hermanas poco después de abandonar ese internado, se transformaría en un espacio no menos siniestro, el del colegio de Lowood, en el condado de Yorkshire, que ocupa buena parte de la primera parte de Jane Eyre. Inevitablemente, la influencia de Charles Dickens en el contexto literario de la época dejaría huella en la pulsión narrativa de Charlotte Brontë, teniendo en mente Oliver Twist (1839) pero también Almacén de antigüedades (1840), en la asimilación de un personaje, el de Nelly, cuyos rasgos psicológicos coinciden con los de otra «heroína» literaria del siglo XIX: Jane Eyre.  La escritura primorosa de Charlotte Brontë envuelve al lector desde las primeras páginas, aquellas que sirven para anclar los elementos dramáticos que se van encadenando a lo largo del relato. Brontë recurre, en contadas ocasiones, a interpelar al lector desde el uso que la faculta la primera persona, una práctica común en muchos relatos de la época. En Jane Eyre se filtran referencias a otras obras literarias —Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift en dos ocasiones—, teatrales —Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare— y a mitos del imaginario colectivo centroeuropeo —el del «vampiro», de ascendencia germánica— que no hacen más que condimentar una obra magistralmente cocinada en ese equilibrio narrativo que había favorecido la aceptación crítica de la obra de Mary W. Shelley, a pesar de contar con tan sólo dieciocho años. Charlotte Brontë, por su parte, podía disponer de un recorrido existencial más largo que la permitía transferir al papel una carga de sentimientos que fluctúan entre el desapego y la esperanza, el dolor y el amor, materiales sensibles que la valieron para esculpir el personaje de Jane Eyre que se sitúa como el hilo conductor del relato.
 
Jane Eyre en pantalla
 
Las adaptaciones tanto las contabilizadas para la gran pantalla como para la pequeña pantalla alcanzar con suficiencia la docena. No obstante, en la memoria Una jovencisima Elizabeth Taylor (izqda.) participo en la produccion de la Fox "Alma rebelde". del aficionado y, a efectos historiográficos, cabe destacar en especial Alma rebelde (1944) y Jane Eyre (1996), rodadas con una diferencia de más de medio siglo, determinando de facto dos aspectos: la pervivencia de la obra escrita por Charlotte Brontë y los cambios operados en la confección de la historia atendiendo a los gustos de cada época.
Descuidada un tanto por la crítica, en esencia, por la poca valoración de su realizador Robert Stevenson debido a su asociación con la compañía de Walt Disney, Alma rebelde compone en poco más de hora y media de metraje un extraordinario fresco de raíz victoriana que busca por igual el aliento romántico y el melodramático, en un maridaje perfectamente ensamblado con la música de Bernard Herrmann y una fotografía a cargo de George Barnes —el mismo de Rebeca (1940)— que trabaja a través de composiciones expresionistas. La fidelidad al relato de la Brontë se evidencia al insertar imágenes de páginas del libro en los que se leen algunos párrafos. Un efecto que ya había sido utilizado por los Estudios, sobre todo para aquellas versiones para la gran pantalla de novelas populares, caso de Cumbres borrascosas, Oliver Twist, Grandes esperanzas y Orgullo y prejuicio. De la participación en la adaptación cinematográfica de esta última del escritor Aldou Huxley se puede deducir cuál debía ser la participación como coguionista asalariado de la Fox en Alma rebelde. Un nombre ilustre al que se sumaría Orson Welles —asumiendo el papel de Rochester con una clara decantación a tributar honores al universo shakespeariano-—, John Houseman —otro de los guionistas—, Joan Fontaine y una debutante Elizabeth Taylor, como Helen, la amiga de Jane Eyre que muere de tuberculosis en el internado de Lowood. Film reivindicable a todas luces, si acaso Alma rebelde Anna Paquin (decha), reciente su exito en "El piano", fue uno de los principales reclamos de una nueva version de "Jane Eyre". peca de un metraje demasiado restringido, provocando que episodios clave del relato —el primer encuentro entre Jane y Rochester, que cae del caballo envuelto por la neblina; el aviso de ésta cuando se incendia la cama del atormentado propietario de Thornfield Hall, la parte final, etc.—queden sustanciados en un santiamén. Ese déficit sería corregido en la versión que repercutiría en pantalla en periodo finisecular bajo la batuta de Franco Zeffirelli. Pero allí donde gana sentido una mayor recreación de los pasajes que señalo, pierde eficacia cuando la cámara de Zeffrelli se recrea en la locura de Bertha, la mujer que permanece recluida en Thornfield y que es la responsable de que el matrimonio entre Jane y Rochester acabe abortándose en última estancia si no quiere incurrir éste en un acto de bigamia, penado por la ley. Una vez más, lo sugerido gana fuerza expresiva frente a lo mostrado, dejando un regusto un tanto agridulce en torno a un largometraje que pudiera cuadrar —sobre todo en la concepción del clímax— con la considerable lista de producciones televisivas que persiguen la literalidad del texto. De entre éstas destaca Jane Eyre, rodada por Delbert Mann en 1970 y estrenada en salas comerciales de nuestro país, no desmerece de los títulos cinematográficos reseñados someramente en el apartado musical —John Williams creó otra pieza de cámara de extraordinaria calidad— y en la concreción del personaje de Edward Rochester en manos de George C. Scott, quien ese mismo año se enfundaba un traje militar para dar vida a su tocayo Patton.• 
   
   
     
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JANE EYRE (2011)                                        
Dario Marianelli
Sony Classics 785258, 2011. Duración: 44: 22.
   
       
   

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