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Tomando los nombres de los escritores o novelistas Harold Pinter, Morris L.West, Lawrence Durrell, George Orwell o Julio Verne -que trascienden a su propia faceta literaria para ser considerados referencias obligadas en sus respectivos géneros-, se podría advertir que la carrera cinematográfica de Michael Anderson sería, cuanto menos, ambiciosa. Sin embargo, la trayectoria profesional de Anderson ha estado en exceso mediatizada por la impronta de los productores con los que ha trabajado. Desde su plasmación orwelliana en 1984, el director británico advirtió una plena subordinación respecto al productor de turno, como sucedió con Richard Todd, inventor del sistema Todd-AO, en La vuelta al mundo en 80 días, Gary Cooper en Sombras de sospecha, Harold Hecht, antiguo socio de Burt Lancaster y del polifacético James Hill, en Patrulla secreta y Salvaje y encantador, y Carlo Ponti en Operación Crossbow, en la que, obviamente, aparece su esposa Sophia Loren. Incluso en los films en los que cabría albergar una mayor capacidad de maniobra por parte de Anderson, como La fuga de Logan, se constata idéntica relación profesional. Pese al carácter disciplinado y sumiso por el que ha transitado la carrera de Anderson, se desvela una atracción por lo fantástico, por el cine bélico y por la intriga, al tiempo que se constata un oportunismo en sus propuestas (Orca, la ballena asesina, como réplica de Tiburón, Conspiración en Berlín, que bebe de las fuentes de la saga Bond). Así pues, la primera aproximación a la ciencia-ficción fue 1984, como respuesta al éxito que despertó la serie televisiva homónima creada por Nigel Kneale, artífice de otra acreditada serie británica de la época, El doctor Quatermass, y siguiendo la política de adaptaciones cinematográficas de la obra de George Orwell, emprendida por John Halas en Animal's Farm (1955). Anderson retomó el género de la mano del húngaro George Pal, ya en su decadencia profesional, con una versión para el celuloide del personaje concebido por Lester Dent, Doc Savage, el hombre de bronze, que coincidía con la edad de oro de los cómics americanos, sobretodo de la factoría Marvel. La casualidad quiso que Anderson substituyera al que había sido su productor y coguionista un año antes para realizar La fuga de Logan, una historia situada en el siglo XXIII, que aporta una visión futurista, quizás no tan derrotista como la mostrada en diversas producciones de los setenta (Rollerball, Cuando el destino nos alcance, etc.), sino suscrita más en el ámbito de la utopía, propugnada por el propio George Orwell en su obra literaria o Ray Bradbury en Fahrenheit 451. La gran acogida que se dispensó a La fuga de Logan, redundó en la creación de una serie de televisión. No sería hasta finales de los ochenta cuando Anderson se acercaría nuevamente al género con Millenium, cuando ya sonaban lejanos los ecos de los films de science-fiction con un metalenguaje filosófico(2001: una odisea del espacio, THX 1138, la "saga galáctica", Star Trek, etc.), que queda patente en la frase final expresada por el robot interpretado por Robert Joy: "Este no es el fin. Este no es el principio del fin, es el fin del principio". Una sentencia que invitaba a una continuación, pero el fiasco económico desaconsejó a la Fox cualquier intento por recuperar el argumento de Millenium. Por otra parte, la estima de Anderson por el cine bélico permanece como una pequeña representación de este género, siempre considerado de segundo rango, en la que no faltan las operaciones que marcan el curso de la guerra (Yang-tse Incident, Operación Crossbow) y las misiones afectadas por un fenómeno natural (Patrulla de rescate). Anderson también se avino a los postulados del cine de intriga, centrado en los misterios palaciegos (Las sandalias del pescador, La papisa Juana), en los tribunales militares (Culpable sin rostro) y en el espionaje secreto (Conspiración en Berlín), aunque también abordó la comedia sentimental en Salvaje y encantador y Los jóvenes caníbales, al servicio de las parejas en la vida real Tony Curtis-Christine Kaufman y Robert Wagner-Natalie Wood, respectivamente. |