La ejecución de una obra referida a un realizador perteneciente a un movimiento, generación o cualquier otro marco en el que se quiera ubicar, debería ser por norma general cuando aquel haya puesto punto y final a su carrera, bien por motivos de salud, inactividad prolongada, por edad u óbito, como en el caso que nos ocupa. La pérdida de un personaje como
Tobe Hooper hace un par de años dejo huérfana a una parte importante de la cinematografía norteamericana, en base a su influencia en un género, el de terror, que anidaba desde bien joven en la mente de este artesano con mayúsculas. La obra del realizador tejano no fue fruto de su éxito con la que fuera su segunda película
La matanza de Texas (1974), pieza fundacional del cine de Horror norteamericano y clave dentro del denominado «
American Ghotic», como viene perfectamente desgranado en la parte final de este libro en torno a su figura, en toda su extensión.
Preparar, coordinar y establecer unos parámetros para permitir al lector interesado en el cine, imbuirse en la carrera fílmica de un mal conocido director, sin caer en los tópicos es un ejemplo plausible de cómo tiene que vertebrarse una obra alrededor de un realizador capital en la segunda mitad del pasado siglo y, en menor medida, en los escasos diez años en los que trabajó en este inicio de siglo. Por ello, el volumen demandaba un libro coral, fuera del fenómeno fan que hubiese capitalizado un único punto de vista, quizá demasiado cercano a la hagiografía y la veneración constante.
Los que tuvimos la oportunidad, al igual que dos de los redactores de este ejemplar trabajo de campo, Juan Andrés Pedrero Santos y José Luis Salvador, de intercambiar unas palabras en forma de entrevista/conversación con Tobe Hooper siempre vimos una persona afable, honesta y a la vez modesta. El volumen lo explica de forma meridiana. Tobe Hooper tuvo muchísimos problemas en su dilatada vida tras las cámaras, incluida una adicción al alcohol durante un periodo de tiempo. Productores desalmados, guiones inacabados, substituciones de última

hora no relegaron la actitud positiva de un director con más cualidades de las que el mismo se atribuía, tal como viene apuntado y clarificado en el libro.
Uno de los muchos aciertos de éste resulta asimismo el hecho de que cada capítulo dedicado a cada uno de sus filmes —e incluso telefilms o capítulos para la serie cancelada en la segunda temporada de la antología Masters of Horror— tengan un componente crítico-analítico donde señalan tantos los aspectos positivos como negativos del film en cuestión en consonancia con las dificultades y la falta de medios o soporte financiero con las que se embarcaba el de Austin. En este punto, agradecer la labor de búsqueda, buceando si cabe en la red y los libros editados relacionados de una forma u otra con Hooper, de José Luis Salvador, todo un conocedor del submundo de esos realizadores denostados por la crítica oficial. Con todo ello ha logrado que «Los proyectos no realizados por Hooper» —entre éstos, nos deslumbró con un primer Spiderman infructuoso— sean incluso más que los filmes realizados por el propio director, veintiuno, si contamos los facturados para televisión (Peligrosa de noche, Bolsa de cadáveres, El baile de los muertos o Cosa maldita), con desigual fortuna.
La perspectiva que da una obra cerrada como ésta nos permite clarificar en su justa medida, la importancia de alguna de sus películas en un contexto de guerras

(Vietnam, Corea, el Golfo Pérsico) más allá de sus valores en taquilla, caso de
La casa de los horrores, que da pie al título del libro. Quizá como apunta Salvador Estébenez su cinta más claustrofóbica y cercana a las dos
Matanzas de Texas
Los autores constatan, además, que Tobe Hooper casi siempre aceptó proyectos inconsistentes, aunque de ellos quería sacar algún provecho, bien a nivel técnico o con ideas aportadas. Como él mismo dijo, la polémica sobre la autoría o no de
Poltergeist: fenómenos extraños (1982), siempre lo persiguió hasta su tumba. Los autores, en diferentes momentos del libro, nos han ilustrado profusa y acertadamente en qué es lo que sucedió o pudo suceder al respecto. Un botón de muestra de la labor tan implicada y sincera de cómo introducirnos en el mundo de un artesano que hacía cine profesionalmente con el ánimo de aportar algo al séptimo arte. A fe que lo hizo.•