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Sergio Leone | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Fecha y lugar de nacimiento : | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
3 de enero de 1929, en Roma (Italia). | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Fecha y lugar de defunción : | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
30 de abril de 1989, en Roma (Italia), víctima de un ataque al corazón. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Actividades previas : | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
debido a discrepancias con la política cinematográfica del gobierno de Mussolini, Vinenzo Leone, Presidente de la Asociación de Directores Italianos, decide instalarse, junto con su familia, en Nápoles; el joven Sergio ingresa en la escuela San Juan Bautista; se matricula en Derecho una vez concluída la Segunda Guerra Mundial; abandona sus estudios y empieza a trabajar en la industria cinematográfica, en primer lugar en calidad de ayudante de dirección de producciones nacionales (Ladrón de bicicletas) e internacionales (Helena de Troya, Quo Vadis, Ben-Hur) rodadas en territorio italiano. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Otras actividades : | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
guionista, ayudante de dirección y productor. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Otros datos : | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
hijo del director y actor Vincenzo Leone y de la actriz Bice Valerian. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Con un desfase de varios años, las producciones europeas destinadas a satisfacer a un público mayoritario no dudaron en ceñirse a modelos genéricos provenientes de los Estados Unidos que, por una u otra razón, parecían haber cumplido un ciclo. Esta situación se reprodujo sobre todo desde final los años cincuenta hasta mediado los sesenta. Principalmente, el spaguetti-western y el peplum («películas de romanos») alcanzarían el rango de subgénero a través de esta voluntad mimética, pero concebido con unos presupuestos exíguos. Sergio Leone participó en ambos frentes genéricos, aunque su popularidad vino avalada por la serie spaguetti-westerns que realizó en suelo español. De hecho, fue el primero en acuñar el término de spaguetti, aunque ya habían existido precedentes fílmicos antes de que Leone dirigiera Por un puñado de dólares. El sorprendente éxito que obtuvo este film protagonizado por un neófito Clint Eastwood, relegaba a un segundo término el hecho que Leone se hubiera inspirado en El mercenario (1961) de Akira Kurosawa, pero trasladando la acción a la frontera entre Méxiico y los Estados Unidos. Semejante situación ya se había producido tres años antes cuando John Sturges utilizó el esquema argumental de Los siete samurais (1954) —otro film de Kurosawa— para confeccionar Los siete magníficos (1961). La muerte tenía un precio precedió a El bueno, el feo y el malo, cuya fuente de inspiración fílmica fue, en esta ocasión, La gran guerra (1959) de Mario Monicelli, pero alterando el espacio de la Primera Guerra Mundial por la Guerra de Secesión. Conocida esta forma de operar de Leone, tan sólo quedaba esperar que tras el estreno de Hasta que llegó su hora —argumento escrito en coalición con Bernardo Bertolucci y Dario Argento—, tal como había anunciado, abandonara la dirección de spaguetti-westerns y reorientara su carrera por otros derroteros genéricos. La renuncia a realizar El padrino por su parcial desconocimiento del inglés y al concluir que existía otra obra que se ajustaba mejor a sus preferencias —The Hoods de Harry Grey, que diera lugar años más tarde a Érase una vez en América—, posibilitó que Leone atendiera al rodaje de Agáchate, maldito. Lo que en principio se estimó como un paréntesis para abordar otros proyectos que rebatieran la tendencia monotemática de su filmografía, se convirtió en un sonoro fracaso que condicionó el futuro de su trayectoria profesional. Aquellos productores norteamericanos que habían invertido en sus últimas producciones, dejaron de confiar en Sergio Leone como un valor seguro en taquilla. El efecto del spaguetti-western parecía remitir y sus historias se banalizaron hasta límites insospechados. Leone seguía persistiendo en la idea de transformar la novela de Grey en una suerte de fábula social sobre los años veinte y treinta en los Estados Unidos. Un rosario de guionistas participaron en la confección de un guión que acabaría por ser aceptado a mediado los ochenta. De esta forma, Leone cumplimentó Érase una vez en América, la que consideraba la tercera parte de una trilogía integrada por Hasta que llegó su hora y Agáchate, maldito. Únicamente, el concurso del compositor Ennio Morricone y del operador Tonino Delli Colli en Érase una vez en América permitía establecer un puente con sus anteriores producciones. A sus cincuenta y cinco años, Sergio Leone convino que su experiencia reciente le aconsejaba trabajar en diferentes proyectos al mismo tiempo para no verse sorprendido. Así, mientras ultimaba la preproducción de Un millón de maneras de morir, una adaptación de la novela de Lawrence Block —que acabaría dirigiendo Hal Ashby—, y se preparaba para llevar a cabo el rodaje de Leningrado, Leone falleció en 1989. Sin duda, a tenor de los quince años de abstinencia laboral desde Agáchate, maldito, Érase una vez en América había tenido un precio para Leone: su «muerte» cinematográfica. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Colección: Signo e Imagen / Cineastas nº 79.
Autor: Carlos Aguilar.
COMENTARIO (Por Tomás Fernández Valentí): 1990: Carlos Aguilar publica Sergio Leone, monografía en torno al célebre cineasta romano, número 2 de la prestigiosa colección Signo e Imagen/Cineastas de Cátedra. Veinte años después, nos llega un nuevo Sergio Leone de Aguilar dentro de la misma colección, número 79 de la misma. 318 páginas, frente a las 250 de la primera edición. Pero, atención, porque este nuevo Sergio Leone no es una mera revisión y/o ampliación del anterior, dado que, como me confesaba off the record el propio Aguilar, prácticamente tan sólo un 15% del primer libro subsiste en este segundo, nacido en cierta medida al albur de su asimismo reciente volumen sobre Clint Eastwood publicado en esta misma colección de Cátedra y que tuve ocasión de comentar en este portal. Si el volumen publicado en 1990 era una entusiasta y contundente defensa del cine de Sergio Leone en un momento en el cual, al menos en España, todavía no se había producido la reivindicación del autor de Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965), El bueno, el feo y el malo (1966) o Érase una vez en América (1984), el libro actual es una obra de madurez donde Aguilar ha volcado generosamente todos sus conocimientos sobre Leone acumulados en estos últimos veinte años, coincidiendo con una coyuntura que ha acabado situando a este realizador entre los cineastas fundamentales del cine europeo contemporáneo, en gran medida gracias al apoyo de libros rigurosos y documentados como el famoso Sergio Leone. Algo que ver con la muerte, de Christopher Frayling (T&B Editores, 2002) y, a nivel estrictamente cinéfilo-popular, a la reivindicación llevada a cabo por Quentin Tarantino y sus «esbirros».
![]() Si bien es verdad que esta renovada versión de Sergio Leone para Cátedra retoma en parte la estructura del primero, la misma está ampliada y enriquecida notablemente con una nueva y generosa aportación de datos con respecto a la edición original, y lo que es más importante, un mayor grado de análisis y de conclusiones. Está muchísimo más elaborado el contexto histórico-cinematográfico dentro del cual Leone desarrolló su carrera, primero como guionista y ayudante de dirección y luego como realizador, de tal manera que sus iniciales trabajos, en diversos cometidos, dentro del género del peplum italiano y más adelante en el terreno del mal llamado spaghetti-western, o eurowestern italiano dicho con mayor propiedad, dibujan mejor ese contexto y realzan la importancia que, sobre todo en el terreno del western europeo, desempeñó la obra del autor de Hasta que llegó su hora (1968).
Algo que Aguilar siempre ha tenido muy claro con respecto a Sergio Leone es que su filmografía, breve pero intensa, carismática e influyente como pocas (y de las influencias en otros realizadores también se habla largo y tendido en este volumen, mucho más que en la primera edición, lo cual es lógico, habida cuenta de que, hoy más que nunca y pese a quien pese, en la actualidad se practica en abundancia el cine «a lo» Leone), desborda en gran medida los límites de los géneros que manejó (peplum, eurowestern, cine de gánsteres) para erigirse en genuinas piezas de arte contemporáneo. Tanto en su célebre trilogía de films protagonizados por Clint Eastwood (Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo), como en su espectacular Hasta que llegó su hora e incluso en su más mediocre ¡Agáchate, maldito! (que incluso un devoto como Aguilar, en un rasgo que le honra, reconoce como la peor película de Leone junto con el peplum El coloso de Rodas: lo cortés no quita lo valiente), el realizador, según Aguilar, hizo algo más que —como se dijo durante mucho, demasiado tiempo— «pervertir» las convenciones del western norteamericano. Lo que hizo fue potenciar, y en más de un momento sublimar, dichas convenciones, al albur de la corriente crepuscular que se apoderó del género del Far West ya en los Estados Unidos (Aguilar reivindica el papel de Leone, frecuentemente ninguneado, como uno de los pilares fundamentales de lo que fue conocido como western c
![]() El resultado de esa potenciación/sublimación, por la vía de un estilo visual poderosamente llamativo —empleo del formato panorámico, grandes primeros planos de larga duración, ritmo lento y ritual, violencia seca y sin glamour, suciedad ambiental, ambigüedad moral; todo ello reforzado/complementado por las célebres partituras, asimismo anticonvencionales, de Ennio Morricone—, dio como resultado no tanto una «deformación» del western clásico como, sobre todo, una mitificación densa y estilizada de la historia de Norteamérica. De ahí la coherencia del film que, a la fuerza, concluyó prematuramente la obra de Leone, Érase una vez en América, una película de temática mafiosa que mucha gente consideró total y absolutamente inesperada en el contexto de la obra del firmante de Por un puñado de dólares, y que el tiempo ha terminado colocando en su lugar, una vez han quedado claras sus intenciones míticas y nostálgicas, de homenaje a una América legendaria que sólo existe en el imaginario colectivo. El cine de Leone va ganando con el paso del tiempo, y más teniendo en cuenta la generosa retahíla de herederos que ha generado, algunos legítimos, como el John Carpenter de 1997: Rescate en Nueva York (film que, para Aguilar, constituye uno de los más claros homenajes a Leone que se hayan realizado nunca), otros más bien «malditos bastardos», como Tarantino o el insufrible Robert Rodríguez. El que suscribe nunca ha sido un devoto del firmante de La muerte tenía un precio, pero no tiene más remedio que reconocer que también ha ido «cediendo» ante la personalidad del realizador romano, tan notable, en particular si se contrapone con el grueso del cine impersonal o falsamente petulante que predomina en el momento actual. Y libros como el de Carlos Aguilar, escritos con convicción, eludiendo los lugares comunes, elevándose por encima de los consabidos prejuicios para los géneros o «subgéneros» del cine europeo y defendiendo sus tesis con decisión y valentía, demuestran que sobre Sergio Leone todavía no está todo dicho.•
Editorial: T&B Editores.
Autor: Christopher Frayling.
Año de publicación: 2002.
550 pp. 17,0 x 24,0 cm. Tapa blanda. Incluye biblografía, filmografía, índice onomástico y por películas, además de 37 fotografías en blanco y negro.
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