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Tras un funcional y resolutivo trabajo en Vacaciones de verano, confeccionada a mayor gloria del cantante británico Cliff Richards -emulando los films de Richard Lester o Michael Lindsay-Hogg para Los Beatles-, Peter Yates resolvió seguir vinculado a la televisión como director de las series El santo y Agente secreto. Tony Richardson, al frente de la Woodfall Productions, cofundada con el dramaturgo John Osborne, le ofreció la posibilidad de rodar su segundo largometraje, One Day Pendulum, después de haber colaborado como ayudante de dirección en Un sabor a miel (1961). El traspiés económico del film puso en una difícil situación a Yates. Un modesto film, El gran robo, basado en unos hechos verídicos -que también sirvieron de punto de partida para El gran asalto al tren- impresionó a Steve McQueen por la habilidad y la pericia de las escenas de persecuciones. A partir de entonces, McQueen intercedió para que le dejaran rodar a Peter Yates Bullit trasladando el concepto de planificación con El gran robo pero con mayores medios a su alcance. Es notorio que este film policíaco debe su prestigio precisamente a las escenas de persecuciones de automóviles por las calles de San Francisco, un merito que en buena lid debe compartir con el trabajo de montaje de Tom Rolf, una disciplina que también conocía especialmente Yates al haberla ejercido en su etapa de documentalista. A partir de Bullit la carrera de Yates ha sido oscilante, alternando sonoros fracasos (John y Mary, ¡Qué diablos pasa aquí!) con aciertos de taquilla (La guerra de Murphy, Un diamante al rojo vivo, un retorno a los panteamientos de thriller de El gran robo, Abismo, El relevo). En la década de los ochenta, sin embargo, el carácter impersonal de la obra de Yates ha tomado cuerpo y sus films siguen la estela de modas imperantes -la galáctica en Krull, la de catástrofes marítimas en Abismo, surgida a partir de la novela del mismo autor de Tiburón, Peter Benchley--. Aunque este sea el tono general de la trayectoria de Yates sí cabe señalar dos apuntes que le confieren un interés por encima de la media de los llamados artesanos: la realización de dos films intimistas como El relevo -guión de Steve Tesich, quien también volvió a colaborar en Eleni- y "La sombra del actor", y su excelente sentido para la integración de la música en sus films, desde sus trabajos con James Horner (Krull, La sombra del actor), Hummie Mann (The Year of the Comet) o Lalo Schifrin (Bullit). |