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Forjado aunque no formado en la factoría Corman, Lewis Teague es uno de esos casos de olvido colectivo en cuanto se nombran a los directores que salieron de tan prolífica escuela de cine, pese a que un par de sus trabajos tras la cámara dieron lugar a sendos productos de notable calidad bajo el manto protector de la New World Pictures. Los films en cuestión, La dama de rojo y La bestia sobre el asfalto --ambos surgidos a partir de los guiones escritos por John Sayles, asimismo responsable del libreto de Dirty O’Neil-- presentan una especie de relato biográfico de los últimos días de la vida de John Dillinger, sobre todo en relación a una madura prostituta, y la descripción del pánico generalizado en algunas ciudades estadounidenses por mor de la moda de utilizar mascotas como los caimanes que acaban habitando en las cloacas, respectivamente. A La bestia sobre el asfalto le seguiría otra producción firmada por Teague que persigue un similar tratamiento etnológico --aunque circunscrito en el ámbito del fantástico--, pero en esta ocasión referido a un perro San Bernardo con un potencial asesino en Cujo, la primera de sus adaptaciones para la gran pantalla de una obra de Stephen King que, al igual que la posterior Los ojos del gato --concebida en formato de capítulos, en el que no faltan autoreferencias al universo literario del autor de Maine-- alcanzaría un considerable éxito de público.
Tras un periodo de ostracismo profesional, el último film del género ofrecido por Teague hasta la fecha, Peligrosamente unidos, narra como una pareja de presos intenta huir de una cárcel de máxima seguridad. Un collar mortal les disuadirá de cualquier intento de fuga. La excelente fotografía en exteriores de Dietrich Lohmann y la interpretación de Rutger Hauer --quien empezaba a mostrar su paulatino deterioro físico-- no sirvieron, empero, para valorar en exceso, fuera de los márgenes estrictos de la serie B, esta propuesta cinematográfica con algunos puntos en contacto con El malvado Zaroff (1932). El paso siguiente y previsible en la errática singladura profesional del cineasta neoyorquino sería su asimilación a la televisión, ya sea por cable --la recreación de la reaccionaria y controvertida novela de Tom Clancy, OP Center, o la tediosa parábola sobre la redención humana, Saved By the Light o como capítulo de pruebas para una serie de sci-fi (Time-Trax).
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