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por necesidades laborales de sus padres, Michael es trasladado a vivir en Hollywood, California, a los pocos meses de nacer; después de la separación de Diana (Dill) Douglas y Kirk Douglas, Michael queda al cuidado de su madre, y ambos fijan su residencia en Los Angeles; tras contraer segundas nupcias su madre, viajajn hacia Westport, Connecticut; transita por diferentes escuelas públicas y privadas; cursa sus estudios de secundaria en la Choate School, en Wallingdorf, Connecticut; ingresa en la Universidad de California, en Santa Barbara; hace un breve paréntesis como ayudante de director del film protagonizado por su padre, La sombra de un gigante (1966), y empleado en una gasolinera, para posteriormente retomar sus estudios universitarios y licenciarse; asiste a las clases de arte dramático impartidas por Sanford Meisner en la Neighborhood Playhouse. |
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Entre los hijos de Kirk Douglas —Joel, Peter, Eric Anthony y Michael—, todos vinculados a la industria del cine, sin duda el último de ellos es quien ha mantenido en primer plano el nombre de esta familia de origen ruso. Como en el caso de Joel y Peter, Michael encauzó su carrera artística en el campo de la producción televisiva y cinematográfica. En buena lógica, los primeros pasos de Michael Douglas dentro del mundo del espectáculo estuvieron ligados a la figura paterna. El director David Miller, con quien Kirk Douglas trabajó en Los valientes andan solos (1962), le ofreció a Michael su primer papel protagonista en Hail, Hero!, una muestra sobre el inconformismo juvenil tan recurrente en el cine de aquella época. Este periodo como actor juvenil se prolongó hasta Summerfire —producción de la Bryna de Kirk Douglas— y Napoleón & Samantha, para seguidamente coprotagonizar la popular serie televisiva Las calles de San Francisco en el papel del ayudante de policía Steve Keller. El éxito de la serie condicionó su presencia en el medio cinematográfico. A diferencia de sus compañeros de generación Harrison Ford o Tommy Lee Jones, el motivo por el cual Michael Douglas conoció una relevancia tardía en el cine se debió a su interés por la producción. Una dedicación que había ido forjando a principio de los setenta con la creación de la compañía Big Stick Production, destinada a la financiación de cortometrajes. Por aquel entonces, su padre consideró que Michael estaba en disposición de producir la versión cinematográfica de la obra Alguien voló sobre el nido del cuco, que él mismo había interpretado en los escenarios la década anterior. Kirk Douglas le cedió los derechos cinematográficos de la novela de Ken Kesey, siendo consciente que su edad ya no le permitía interpretar el papel de Randle Patrick McMurphy. La frustración de Kirk Douglas se compensó en cierta manera con el enorme éxito que obtuvo el film —ciento ochenta millones de dólares de recaudación en los Estados Unidos—. De esta forma, Michael Douglas con tan sólo treinta y un años había obtenido una posición de privilegio que le permitió seguir desarrollando su faceta de productor con regularidad y con una visión comercial óptima. Las producciones de Michael Douglas combinan un interés por temáticas sociales candentes —la metodología aplicada en las instituciones psiquiátricas en Alguien voló sobre el nido del cuco o la amenaza nuclear en El síndrome de China— con la recuperación del género de aventuras de corte clásico —Tras el corazón verde y su continuación, La joya del Nilo, o Made in America—. A finales de los ochenta, Michael Douglas canalizó sus esfuerzos básicamente en el terreno de la interpretación y en apenas un lustro se convirtió en un actor codiciado en taquilla, sobre todo a raíz de su presencia en Atracción fatal y Wall Street, que le valió su único Oscar hasta la fecha encarnando al broker Gordon Gekko. En ambos films, Douglas proyecta una imagen de un hombre de posición privilegiada y con una ideología conservadora, enfrentado a la lucha por la supervivencia en mundos complejos e hipertecnificados, como también acontece en Un día de furia, Instinto básico, Acoso y Black Rain. En todos estos films se plantea un debate que invita a la polémica, en especial cuando se trata de thrillers de alto contenido erótico. En los últimos lustros, Michael Douglas ha intentado desprenderse de este arquetipo aceptando el papel de Andrew Shepherd, un hipotético presidente de los Estados Unidos de adscripción demócrata, en El presidente y Miss Wade, y el del cazador Thomas Mudson en Los demonios de la noche, que recupera su filiación por las historias ambientadas en pasajes exóticos. De la misma forma, Michael Douglas participa en la compañía Reuther-Douglas Productions, en una segunda etapa como productor, entre los que figuran títulos como Cara a cara y Un cirmen perfecto, asimismo desdoblándose en intérprete, en un registro similar al que hacía en Wall Street, de la que asimismo interpretaría su continuación, a las puertas de padecer un cáncer linfático. A partir de superar esta grave enfermedad, Douglas ha reactivado su alicaída carrera cinematográfica desenvolviéndose en papeles a las antípodas de lo que hubiera podido esperarse de él, por ejemplo, en el del controvertido icono gay de los años 60 Liberace en la tvmovie Behind the Candelabra para el director Steven Soderbergh, el mismo que se situaría tras las cámaras en el thriller Indomable. |